25 octubre 2007, 15:58

Manuel Aparici : Presidente y Consiliario Nacional de la J.A.C. 
jueves, 25 de octubre de 2007, 15:40:46 | FPC. 

El 19 de octubre de 1941, es la fecha en que Manuel Aparici cesa en la Presidencia Nacional de la J.A.C. en España, los Jóvenes de Acción Católica Española, para ingresar en el Seminario [1]. 

El Consejo Superior ha dado lo mejor que tenía, la propia persona de su Presidente. Con él acudieron otros muchos, varios del Consejo. El índice de vocaciones despertadas es expresión de que la Obra crece en santidad.

En su despedida el Arzobispo de Valladolid, Dr. García y García, en el acto de clausura de las Jornadas Nacionales de Oración y Estudio de Presidentes Diocesanos, celebradas en Valladolid, felicita a Manuel Aparici de una manera muy singular (…) interpretando el sentir de los demás Prelados de España, le da las gracias por todo lo que ha trabajado por la vida de la Iglesia, fomentando la Juventud de Acción Católica.

¿Qué ha hecho Manuel Aparici?. Muchísimo, -dice el Sr. Arzobispo-. No voy a enumerarlo. Dos datos. Cuando empezó su Presidencia, hace ahora siete años, había 20.000 jóvenes y 400 Centros; hoy, al dejarla, hay 100.000 jóvenes y 2.000 Centros» [2]. Y le da las gracias por lo que ha hecho y por lo que va a hacer.

¿Qué ha hecho?. Trabajar siempre como un joven de Acción Católica.

¿Dónde?. En la calle, en el centro de recreo, en el taller, en la cárcel roja, en el frente de la caridad. Donde quiera que estaban sus pies, estaba su corazón, estaba su entendimiento. El entendimiento, pensando en la Acción Católica; el corazón y las manos, trabajando para acumular jóvenes, para formarlos y lanzarlos como apóstoles para hacer la España grande que soñamos.

Pero, ¿qué estoy diciendo?. ¡Qué ganas de perder el tiempo y de agotar energías!. Me estoy esforzando por darle la enhorabuena y tengo en la mano un telegrama de Su Santidad el Papa.

¡En pie, jóvenes de Acción Católica!. Que vais a oír la palabra del Papa por medio del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado [Eugenio Pacelli]:

Al dejar Manuel Aparici la Presidencia de la Juventud de Acción Católica, el Augusto Pontífice, testimoniándole paternal benevolencia por su abnegada labor le concede la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, otorgándole de corazón la implorada bendición apostólica, que hace extensiva al nuevo Presidente a quien auguro elevado cargo y a todos los Presidentes y asistentes al Congreso Nacional de Juventud Católica en Valladolid [3].

Por su parte, el Consiliario Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Zaragoza [4] le agradece cuanto ha hecho por la causa de Dios en la Juventud de Acción Católica y de modo especial por el bien de sus jóvenes.

Una semana después, el día 26, va a Zaragoza a despedirse de la Virgen del Pilar y a ofrecerle la insignia.

Meses antes, a primeros de febrero de este mismo año, los Presidentes de todos los Consejos Diocesanos de España le hicieron un homenaje que consistió en la entrega de una insignia de la Juventud de Acción Católica de oro, esmeraldas y brillantes y un pergamino, en reconocimiento por la obra de apostolado que había realizado en la guerra y en la paz [5].

Con este motivo, anota en su Diario:

«Hoy [9 de febrero de 1941] hace ocho días que los Presidentes diocesanos me tributaron un homenaje. Algo sabía de un pergamino, pero la intervención de Ullastres y la insignia que me regalaron me cogió completamente de improviso.

Ante aquella letanía que desgranó Ullastres ¿sabéis quien os guió en los años difíciles … ? ¿Sabéis quién forjó los Centros de Vanguardia?, etc. etc. Yo iba diciendo por lo bajo, el Señor.

¡Quisiste servirte de lo más bajo y deleznable para mostrar tu amor a las almas!. ¡Bendito seas mil y mil veces por tus infinitas misericordias!.

Pero este homenaje tiene un significado muy hondo. Todos estos buenísimos muchachos me agasajaron y aplaudieron creyéndome muy tuyo, pero tú sabes, Dios mío, cuan poco me he dado a ti, si es que me he dado algo; tú sabes cuantos obstáculos pone la miseria de mi nada a tu gracia; tú sabes, Señor, que mis infidelidades, ingratitudes y pecados son más numerosos que mis cabellos. Mas, a pesar de todo, confío en ti. Como tú me hiciste decirles: Tú no naces a cada momento sobre los altares, en las almas que vuelven a la gracia y en las que entran en la gloria del Padre, para fracasar ni ser vencido, que tus nombres son Dios Fuerte, Admirable, Mesías, Socorro del Padre, Ungido, Libertador, Príncipe de la Paz, Rey del siglo futuro, y tú triunfas siempre en los que tienen buena voluntad de darse a ti. Dame, Señor, tu gracia para tener esa buena voluntad.

Pero, ¡qué digo, Dios mío!. Si todos esos jóvenes no son sino instrumentos tuyos por los cuales tú quieres ungirme. Si con su palabra tú me dices que me entregue y, puesto que lo quieres, quieres también darme tu gracia.

Así me lo decías hace un momento desde la Hostia Santa: Yo he venido a poner fuego a la tierra, ¿y qué he de querer sino que arda? (…)

Confía en mí, que el fuego de mi Corazón consumirá la escoria del corazón tuyo. Confía en mí, que yo te abrasaré en mí sed, y con ella y por ella tú vendrás del todo a mí, para que te dé mi agua viva con la que me ganes almas y aplaques mi sed».

Notas.

[1] «La petición del Cardenal Pla y Deniel de que retrasase su ingreso en el Seminario … se relaciona con el deseo de que, a pesar de cesar en la Presidencia Nacional de los Jóvenes de Acción Católica siguiese, en cierto modo, proyectando su influencia sobre la Juventud como seglar» (Virgilio José López Cid).

[2] Es decir, en sus siete años de actuación al frente de la Obra, este propagandista incansable ha quintuplicado el número de Centros y afiliados.

Es más, «bajo su Presidencia, la Acción Católica en su rama de jóvenes alcanzó las cotas más altas no sólo en cifras de asociados … sino en presencia social, en actividades e incluso en ofrenda martirial durante la guerra … ; muchos de ellos murieron sólo por el hecho de ser de la Juventud Católica … », afirma Alejandro Fernández Pombo (Diario YA. CP., p. 9458).

[3] SIGNO de fecha 25 de octubre de 1941.

[4] Aunque la firma es ilegible, el membrete de la carta, hace pensar que se trata de él.

[5] Dos meses después aproximadamente, el 6 de diciembre de 1941, la Unión Diocesana de Navarra comunicaba a Manuel Aparici que la IV Asamblea Diocesana le había dedicado el más emocionado recuerdo y le enviaba, por medio de Antonio García-Pablos, un obsequio, el Cáliz de Navarra, en el que esperan que sabrá fundir su afecto con el que él les tiene en el Señor.

(*) Para conocer más sobre la vida y obra de este gigante de la fe, antes, durante y después de la Guerra Civil Española (1936-39) , lea los siguientes 15 artículos de Peregrinos de la Iglesia y Manuel Aparici Navarro publicados en la Fundación Psicología y Cristianismo.

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