9 noviembre 2007, 15:29

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Armas bajo control : Recopilación de informaciones … 

Firma la Carta de la Paz dirigida a la O.N.U. 

VIS : 17 junio – 23 octubre 2007. 

– Reforzar el compromiso para la eliminación de las minas. 
– Arzobispo Migliore : Comisión para la construcción de la paz. 
– Promover la no proliferación de armas nucleares. 
Benedicto XVI : ¡ Nunca más la guerra !. 
– Cesen los conflictos armados que ensangrientan la Tierra. 

Reforzar el compromiso para la eliminación de las minas.

Ciudad del Vaticano, 23 oct 2007 (VIS).- El cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, hizo recientemente un llamamiento para la eliminación de los residuos bélicos explosivos en los países que han estado implicados en un conflicto.
 
Según un comunicado hecho público por su dicasterio, el cardenal Martino se reunió el pasado 18 de octubre con Heidi Kuhn, fundadora de la organización internacional Roots of Peace, con sede en Estados Unidos, comprometida en la supresión de los RBE (Residuos Bélicos Explosivos) en los países marcados por una guerra y en sustituirlos por viñas.
 
En la nota se recuerda que “cada treinta minutos una persona es asesinada o queda minusválida por los RBE en los pases escenarios de conflictos. Cada año 20.000 civiles son asesinados o heridos a causa de una explosión de minas o bombas de racimo. Este cruel tipo de artefacto no diferencia entre población civil y combatientes, está ideado para infligir el máximo sufrimiento y no siempre para matar”.
 
Los RBE, se lee en el comunicado, “prolongan el miedo entre la población civil y a menudo acentúan la dependencia de las ayudas de la comunidad internacional”. En este sentido, se recuerda que plantar una mina cuesta 3 dólares, mientras que eliminarla cuesta 1.000 dólares. Existen casi 70 millones de minas en cerca de 70 países en el mundo.
 
El presidente de Justicia y Paz subrayó la necesidad de “reforzar el propio compromiso, sobre todo a nivel local, para liberar el mundo del peligro de las minas, que causan tanto sufrimiento y muerte -sobre todo entre mujeres y niños- en los países que tratan de restablecer un orden de justicia y paz tras las atrocidades de un conflicto”.
 
Arzobispo Migliore : Comisión para la construcción de la paz.
 
Ciudad del Vaticano, 11 oct 2007 (VIS).- El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino ayer en Nueva York durante la LXII Sesión de la Asamblea General, sobre el tema: “Comisión para la Construcción de la Paz”.
 
“La Santa Sede -dijo el arzobispo Migliore- acoge con entusiasmo la creación de la Comisión para la Construcción de la Paz que responda a la necesidad de una mayor coherencia y coordinación de los esfuerzos mundiales para construir la paz en las situaciones de post-guerra”.
 
El observador permanente alentó la labor de la Comisión en “su desafío por ayudar en la reconstrucción de la vida de los individuos y de todos los países arruinados por la guerra. Esta tarea se realizará plenamente cuando el desarrollo, la paz y la seguridad y los derechos humanos se interrelacionen y refuercen mutuamente en los países devastados por los conflictos armados”.
 
Promover la no proliferación de armas nucleares.
 
Ciudad del Vaticano, 29 jul 2007 (VIS).- Esta mañana, poco antes del mediodía, Benedicto XVI saludó a los fieles reunidos en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo, donde el Papa transcurrirá el resto del verano, y rezó con ellos el Angelus.
 
Antes de la oración mariana, el Santo Padre recordó “los días serenos” de su estancia en Lorenzago de Cadore y dió las gracias a cuantos habían organizado su permanencia en ese lugar. El Papa agradeció también a los habitantes de Castelgandolfo su “cordialidad” y “discreción” durante el tiempo que transcurre allí.
 
Benedicto XVI se refirió al 50 aniversario de la entrada en vigor del Estatuto de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), instituida con el mandato de “promover y aumentar la contribución de la energía atómica a las causas de la paz, de la salud y de la prosperidad en todo el mundo”. La Santa Sede es miembro de ese organismo desde su fundación, cuyas finalidades “aprueba plenamente”, dijo el Papa y del que “sigue apoyando su actividad”.
 
“Los cambios memorables de los últimos cincuenta años- explicó- ponen de relieve, cómo, en la encrucijada en que se encuentra la humanidad, sea cada vez más actual y urgente el compromiso de promover la no proliferación de armas nucleares, fomentar un desarme nuclear progresivo y conjunto e incentivar el uso pacífico y seguro de la tecnología nuclear en favor de un desarrollo auténtico, que respete el ambiente y esté siempre atento a las poblaciones mas desafortunadas”.
 
El Papa auspició “el éxito de los esfuerzos” de cuantos trabajan para conseguir estos objetivos para que “los recursos ahorrados de este modo puedan emplearse en proyectos de desarrollo en favor de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres”.
 
“También es útil recordar -concluyó- que es preciso sustituir “la carrera de armamentos, por un esfuerzo común para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural y económico, redefiniendo las prioridades y las escalas de valores””.
 
Benedicto XVI : ¡ Nunca más la guerra !.
 
Ciudad del Vaticano, 22 jul 2007 (VIS).- Este domingo, antes de rezar el Angelus en la Plaza Calvi de Lorenzago de Cadore, donde transcurre un período de descanso, el Santo Padre se dirigió a las miles de personas allí presentes:
 
Benedicto XVI dijo que en estos días de descanso sentía “aún más intensamente el impacto de las noticias” que le llegaban “sobre enfrentamientos sangrientos y episodios de violencia que se verifican en muchas partes del mundo. Esto me lleva a reflexionar una vez más sobre el drama de la libertad humana en el mundo”.
 
La tierra, dijo, es “un jardín” que Dios entregó a los hombres para que lo “custodiaran y cultivaran” y si los hombres vivieran en paz con Dios y entre ellos la tierra sería verdaderamente un “paraíso”.
 
El pecado, por desgracia, arruinó este proyecto divino, engendrando divisiones y haciendo que entrase la muerte en el mundo. De este modo, los hombres ceden a las tentaciones del Maligno y se hacen la guerra. La consecuencia es que, en este estupendo “jardín”, que es el mundo, se abren espacios de “infierno”.
 
Tras poner de relieve que la guerra es “una calamidad”, el Papa recordó que el 1 de agosto de 1917 -hace 90 años- el Papa Benedicto XV pidió que se pusiera fin a la primera guerra mundial y “tuvo la valentía de afirmar que ese conflicto era “una matanza inútil”. Esta expresión se ha grabado en la historia. (…) Aquellas palabras tienen también un valor más amplio, profético, y se pueden aplicar a otros muchos conflictos que han desgajado innumerables vidas humanas.
 
El Santo Padre recordó cómo su antecesor también habló de “los caminos para construir una paz justa y duradera: la fuerza moral del derecho, el desarme equilibrado y controlado, el arbitrio en las controversias, la libertad de los mares, la condonación recíproca de los gastos bélicos, la restitución de los territorios ocupados y negociaciones justas para dirimir las cuestiones”.
 
La propuesta de la Santa Sede estaba orientada al futuro de Europa y del mundo, según un proyecto de inspiración cristiana, pero que podía ser compartido por todos, ya que se fundamenta en el derecho de gentes. Este es el mismo planteamiento que siguieron los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II en sus memorables discursos ante la Asamblea de las Naciones Unidas, repitiendo en nombre de la Iglesia: “¡Nunca más la guerra!”.
 
“Desde este lugar de paz, en el que los horrores de las “matanzas inútiles” se experimentan con mayor intensidad como inaceptables, renuevo el llamamiento a seguir con tenacidad el camino del derecho, a rechazar con determinación la carrera de armamentos y la tentación de afrontar nuevas situaciones con viejos sistemas”.
 
Concluido el Angelus, el Pontífice saludó a las autoridades religiosas y civiles presentes, y al hermano del Siervo de Dios Juan Pablo I, Eduardo Luciani, de 91 años, originario de la diócesis de Belluno, promotora del encuentro de hoy.
 
Cesen los conflictos armados que ensangrientan la Tierra.
 
Ciudad del Vaticano, 17 jun 2007 (VIS).- Antes de rezar el Angelus con los fieles que habían asistido a la celebración eucarística en la plaza inferior de San Francisco de Asís, Benedicto XVI recordó la Jornada Mundial de Oración por la Paz, convocada por Juan Pablo II en 1986 en Asís y en la que participaron los representantes de otras confesiones cristianas y los líderes de diversas religiones.
 
“Considero un deber -dijo el Papa– lanzar desde aquí un ferviente llamamiento para que cesen todos los conflictos armados que ensangrientan la tierra, callen las armas y el odio se rinda al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión”.
 
“Sentimos presentes aquí espiritualmente a todos aquellos que sufren, lloran y mueren por la guerra y sus trágicas consecuencias, en cualquier parte del mundo. Pensamos en particular en Tierra Santa, tan amada por San Francisco, en Irak, Líbano, en todo Oriente Medio. La población de aquellos países conoce desde hace tiempo los horrores de los combates, del terrorismo, de la violencia ciega, la ilusión de que la fuerza pueda resolver los conflictos, el rechazo de escuchar las razones de la otra parte y de rendirles justicia. Solamente un diálogo responsable y sincero, con el generoso apoyo de la Comunidad Internacional, podrá acabar con tanto dolor y volver a dar vida y dignidad a las personas, las instituciones y los pueblos”.
 
“¡Que San Francisco, hombre de paz -exclamó el Santo Padre-, obtenga del Señor que se multipliquen los que aceptan hacerse “instrumentos de paz”, a través de los mil pequeños gestos de la vida diaria, y que los que ocupan puestos de responsabilidad estén animados por un amor apasionado por la paz y por una voluntad indómita de alcanzarla, eligiendo los medios adecuados para conseguirla!”.
 
Acabada la Misa, el Papa saludó a una delegación de autoridades en el Sacro Convento y después, acompañado del custodio, padre Vincenzo Coli, visitó la tumba de San Francisco en la basílica inferior. Después, Benedicto XVI volvió al convento para el almuerzo.
 
 
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