20 octubre 2012, 5:45

La crisis de la figura del padre.

Silvia Nieto. Psicóloga Clínica. Postgraduada en Psicoanálisis, y en Familia, Adolescencia y Niñez. Asesora de coordinadores y jóvenes de la pastoral juvenil y vocacional. Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación. Orden de los Agustinos Recoletos. Consulta privada en Buenos Aires y Bragado (Argentina).

Comentario de texto sobre el libro “El Eclipse del Padre” de Monseñor Paul Josef Cordes, Presidente del Consejo Pontificio ¨Cor Unum¨. Ediciones Palabra. Madrid (2003).

El libro : “El eclipse del Padre” de Monseñor Paul Josef Cordes, es muy interesante, expresa la evolución de la figura del padre a través de la luz de los tiempos, y también del lenguaje vinculado a Dios tomando las “Sagradas Escrituras”. Y descubre quién es el verdadero Padre.

La mujer ha ido ganando espacios, desde que dejó de ser solo la “educadora” de sus hijos y comenzó a ubicarse en lugares que estaban sólo reservados al hombre, esta transformación trajo aparejado, corrimientos en los roles que ocupaban tanto hombres como mujeres. Por lo tanto, el varón con una identidad característica de proveedor, del que produce, sostiene, compite y conquista se encuentra hoy realizando tareas que en otro momento eran consideradas “femeninas”, este cambio social enfrenta al hombre a una nueva masculinidad. Por lo tanto, se ha generado una crisis de la figura del padre. La cual ha influenciado los vínculos familiares. Hay otros factores que han producido el mismo efecto.

El vínculo padre-hijo fue afectado por estas transformaciones, el padre es guía, contención, modelo emocional, dadas las circunstancias, antes mencionadas, y no puede acceder a transmitir mensajes que permitan un adecuado desarrollo de los hijos. Sin embargo, la solución se encuentra muy cerca, descubrir que en Dios está el verdadero Padre, tomar el modelo con fe y abrirse a Él para recuperar la identidad masculina.

También nos encontramos frente a otra problemática: ¿ Quién se encuentra conforme con el padre real ?. Los seres humanos se enfrentan al dolor de descubrir que su progenitor tiene defectos, imperfecciones, muchos no pueden tolerar o perdonar esta realidad, y no encuentran forma de reparar simbólicamente este defecto. Descubrir que el padre no es perfecto, genera aflicción. Muchas personas se encuentran enojadas porque no han elaborado esta realidad. Recibir el amor de Dios, alivia esos dolores infantiles, un maravilloso amor incondicional.

Hay padres que esperan que sus hijos cumplan con determinadas expectativas, o con lo que ellos no pudieron cumplimentar en sus propias vidas, desconociendo el camino que el hijo debe seguir para su evolución. Otros aceptan y crecen a través de este renunciamiento de sus propios egoismos. El ejemplo más hermoso lo encontramos en la figura del Padre de Jesucristo, la aceptación del destino del hijo y del amor hacia Él que nos da Dios mismo con respecto a Jesús.

Finalmente, nos encontramos con quienes cultivan durante toda su vida la paternidad espiritual, y que nos dan testimonios que fortalecen nuestro espíritu porque nos conducen hacia Dios.

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