24 octubre 2012, 0:30

El concepto de autoestima.

María Jesús Torres Menéndez. Licenciada en Psicología Clínica y Máster en Psicología Deportiva con ejercicio profesional desde 1992. Gijón (Asturias). España.

Entendemos como autoconcepto el conjunto de creencias sobre las cualidades, defectos, etc.. que cada persona cree poseer. En términos más sencillos podríamos decir que el autoconcepto es lo que cada uno piensa sobre si mismo.

Dentro de este autoconcepto que cada uno tiene sobre sí mismo se puede distinguir entre el autoconcepto subjetivo -que no necesariamente es real- y el autoconcepto ideal. Distinguimos pues entre lo que la persona cree ser (autoconcepto subjetivo) y lo que querría ser (autoconcepto ideal).

En la formación de ambos tipos de autoconcepto influye toda aquella información que sobre sí misma le llega a la persona procedente del ambiente en el que se desenvuelve su vida cotidiana, influyendo también la manera particular en que cada individuo elabora dicha información. Pero a la persona no le llegan solamente las consideraciones que se refieren a sí misma, sino que le llegan también las consideraciones referentes a “como debería ser”. Y aquí, las modas, tan caprichosas y cambiantes como la propia humanidad, la relajación de las costumbres, etc … llega a producir tantos desajustes psicológicos como innecesarios.

Estrechamente relacionada con el autoconcepto está la autoestima, que es la encargada de reflejar el nivel en que la persona se acepta a sí misma tal y como cree ser. Cuanto mayor sea la diferencia entre el autoconcepto subjetivo y el autoconcepto ideal menor será el grado en que la persona se acepta y, en consecuencia menor será su autoestima.

Se concluye de todo esto la enorme importancia que debe atribuirse a las ideas que sirvan de fundamento para definir “como debe ser una persona”.

Fundamentar el autoconcepto real y/o ideal en las características físicas, en la capacidad intelectual, el éxito profesional, etc … trae a nuestra memoria a aquél hombre loco del que nos habla nuestro Señor, que pudiendo construir su casa sobre la Palabra de Dios la construye, sin embargo, sobre arenas movedizas. Del mismo modo que aquella casa construída sobre base tan poco firme se derrumba cuando comienzan a soplar las tempestades, del mismo modo un autoconcepto fundamentado en lo que el mundo admira y no en lo que recibe el beneplácito de Dios solo puede terminar en una falta mayor o menor de sano equilibrio psicológico.

Cada uno de nosotros somos criaturas de Nuestro Señor que nos hizo a Su imagen y semejanza. Somos por tanto, cada uno en la medida en que Dios lo haya dispuesto, lo bastante inteligentes, lo bastante agradables físicamente, etc… pues si Dios no nos ha dado más inteligencia, más belleza,etc.. significa que, para servirle, no necesitamos más de lo que nos ha dado, o de lo que nos permita con Su ayuda y nuestro esfuerzo, alcanzar. Es sobre esta base y no sobre consideraciones mundanas sobre la que resulta saludable formar el autoconcepto real y esbozar lo que sería el autoconcepto ideal.

¿Unas lineas directrices para ir configurando ese autoconcepto ideal?. ¿Un modelo, quizás? … Nuestro Señor. Será la lectura frecuente de su vida, de sus enseñanzas la encargada de ir poniendo ante nuestros ojos ese ideal por alcanzar. ¿Y la distancia que separa el autoconcepto real del ideal, así fundamentados?. Esa distancia no es más que el camino que día a día, hora a hora, minuto a minuto hemos de ir recorriendo, creciendo en virtudes y en todo aquello que sabemos agrada al Señor. Con constancia, con fe, sabiendo que tendremos que luchar constantemente contra nuestras imperfecciones no tendremos problemas con ese concepto moderno y problemático que las ciencias de la conducta han dado en llamar autoestima.

vaticano.png usa.gif energia-solar-vaticano.png holocausto.png bandera-suiza.gif psicologia.png einstein.png


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *