¿De dónde sacaban los apóstoles su fuerza para predicar?

(RV).- En su reflexión previa a la oración mariana dominical del Regina Coeli, con gran multitud de peregrinos en la plaza de San Pedro, en Roma, Papa Francisco se detuvo brevemente sobre el libro de Los Hechos de los Apóstoles. Pidió en particular para que los cristianos que sufren persecución sientan la presencia viva y confortante de Jesús Resucitado.

Traducción de las palabras del Papa.

Queridos hermanos y hermanas :

Quisiera detenerme brevemente en la página de los Hechos de los Apóstoles que se lee en la Liturgia de este Tercer Domingo de Pascua. Este texto narra que la primera predicación de los Apóstoles en Jerusalén llenó la ciudad de la noticia que Jesús era verdaderamente resucitado, según las Escrituras, y era el Mesías anunciado por los Profetas. Los sumos sacerdotes y los jefes de la ciudad buscaron frenar el nacimiento de la comunidad de los creyentes en Cristo e hicieron encarcelar a los Apóstoles, ordenándoles de no enseñar más en su nombre. Pero Pedro y los otros once respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús … lo exaltó con su poder haciéndolo Jefe y Salvador … Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que obedecen» (Hech 5,29-32). Entonces hicieron azotar a los Apóstoles y les ordenaron nuevamente de no hablar más en nombre de Jesús. Y ellos se fueron dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús (v. 41).

¿Dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este testimonio? ¿de dónde les venía la alegría y el coraje del anuncio, a pesar de los obstáculos y las violencias? No olvidemos que los Apóstoles eran personas simples, no eran escribas, doctores de la ley, ni pertenecían a la clase sacerdotal. ¿Cómo han podido, con sus límites y obstaculizados por las autoridades, llenar Jerusalén con sus enseñanzas? (Cfr. Hech 5, 28). Es claro que solamente la presencia del Señor Resucitado y la acción del Espíritu Santo con ellos pueden explicar este hecho. Su fe se basaba en una experiencia tan fuerte y personal de Jesús muerto y resucitado, que no tenían miedo de nada y de ninguno, es más, veían las persecuciones como un motivo de honor, que les permitía seguir las huellas de Jesús y de parecerse a Él, testimoniándolo con la vida.

Esta historia de la primera comunidad cristiana nos dice una cosa muy importante, que es válida para la Iglesia de todos los tiempos, también para nosotros: cuando una persona conoce verdaderamente Jesucristo y cree en Él, experimenta su presencia en la vida y la fuerza de la Resurrección, y no puede no comunicar esta experiencia. Y si encuentra incomprensiones o adversidades, se comporta como Jesús en su Pasión: responde con el amor y la fuerza de la vida.

Rezando juntos el Regina Coeli, pidamos la ayuda de María Santísima para que la Iglesia en todo el mundo anuncie con sinceridad y coraje la Resurrección del Señor y dé testimonio válido con signos de amor fraterno. Recemos en modo particular para que los cristianos que sufren persecución sientan la presencia viva y confortante del Señor Resucitado.

Al término de la oración mariana del Regina Coeli, el Santo Padre recordó que ayer, “en Venecia, fue beatificado Don Luca Passi, sacerdote italiano de Bérgamo, fundador en el siglo XIX de la Obra laical de Santa Dorotea y del Instituto de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea. ¡Demos gracias a Dios!”.

“Hoy en Italia – afirmó el Pontífice – se celebra la Jornada de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, con el tema: “Las nuevas generaciones, más allá de la crisis”. Este ateneo nació de la mente y el corazón del Padre Agostino Gemelli y con un gran apoyo popular, ha preparado a miles y miles de jóvenes para ser ciudadanos competentes y responsables, constructores del bien común. Invito a sostener siempre este Ateneo para que continúe proporcionando una excelente educación a las nuevas generaciones, que les permita afrontar los retos de la época actual”.

Francisco al final saludó con afecto a todos los peregrinos presentes, provenientes de muchos países. A la familias, y a los grupos parroquiales, a los movimientos, a los jóvenes.

En particular, el Papa saludó a los peregrinos de la diócesis de Siena-Colle di Val d’Elsa-Montalcino, con el arzobispo Monseñor Buoncristiani. Un pensamiento especial también lo tuvo Francisco para los niños y niñas que se preparan para la Confirmación. ¡Buen domingo a todos!

 

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