Gritar el dolor ante Dios es oración del corazón

(RV).- Lamentarse de los propios sufrimientos ante Dios no es pecado, sino oración del corazón que llega al Señor. Lo afirmó esta mañana el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que participaron algunos miembros de la Congregación para el Culto Divino y de la Biblioteca Apostólica Vaticana; mientras concelebraron con el Santo Padre, entre otros, los monseñores Cesare Pasini y Joseph Di Noia.

La historia de Tobit y Sara, referida en la primera lectura del día, estuvo en el centro de la homilía : dos personas justas, dijo, que viven situaciones dramáticas. El primero se queda ciego a pesar de que realiza buenas obras, e incluso su vida corre peligro; la segunda se casa con siete hombres que mueren antes de la noche nupcial. Ambos, en su inmenso dolor piden a Dios que los haga morir. Son personas en estado límite – observó el Papa – situaciones precisamente en el subsuelo de la existencia, y que buscan una salida. Se lamentan, pero no dicen blasfemias.

Y lamentarse ante Dios no es pecado. Un sacerdote que conozco, una vez le dijo a una mujer que se lamentaba ante Dios por sus calamidades, que esa es una forma de oración. El Señor siente, escucha nuestros lamentos. Pensemos en Job, cuando en el capítulo III, dice : Maldito el día en que he venido al mundo. Y también Jeremías, en el capítulo XX. Se lamentan con una maldición, no al Señor, pero a esa situación. Esto es humano.

En la Iglesia hay tantas personas en esta situación que viven casos límites, subrayó el Papa : niños desnutridos, enfermos terminales, etc … que en cambio, muchos piensan en esta gente que sufre tanto, como si fueran un caso de moral, hablan de estas situaciones de manera tan académica y no humana, a veces con las estadísticas, que en estos casos – afirmó Francisco – es necesario hacer lo que dice Jesús : Rezar por ellos, nuestro/a hermano/a que sufre  debe ser una inquietud para nosotros. He aquí el misterio de la comunión de los Santos : orar al Señor, no con las ideas sino con el corazón.

Cuando se trata como hablaban los Saduceos en el Evangelio de hoy que presentan a Jesús el caso extremo de una mujer, viuda de siete hombres – afirmó el Santo Padre – no hablaban de esta vicisitud con el corazón sino con el intelecto, como un caso de moral.  Y las oraciones de Tobit y Sara, que pidiendo morir se dirigen al Señor, nos dan esperanza – subrayó el Papa – porque Dios los escucha, no los hace morir y cura a Tobit dando también, finalmente, un marido a Sara. La oración – prosiguió Francisco – llega a la gloria de Dios, siempre y cuando salga del corazón.

Por último, el sumo pontífice invitó a rezar por cuantos viven en situaciones dramáticas y sufren tanto como Jesús en la Cruz, cuando dijo : “Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Oremos – concluyó – “para que nuestra oración sea de esperanza para todos nosotros”.

(María Fernanda Bernasconi – RV)

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