Mensaje del Santo Padre a la Orden del Monte Carmelo

(RV).- Francisco I ha enviado un mensaje al padre Fernando Millán, Prior General de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, con ocasión del Capítulo General que celebra este mes de septiembre.

Su antiguo carisma ha sido durante ocho siglos un don para toda la Iglesia, y aún hoy sigue ofreciendo su contribución única a la edificación del Cuerpo de Cristo, escribe el Papa, que sugiere considerar tres elementos que pueden guiarlos en la realización de su vocación : “ofrecimiento, oración y misión”.

Hablando del primer punto, el Pontífice señala que en un mundo que a menudo entiende mal a Cristo y, de hecho, lo rechaza, los religiosos contemplativos están invitados a participar y acercarse más profundamente. Es una llamada a su seguimiento. Esto es de vital importancia en nuestra sociedad desorientada, porque cuando se apaga su llama todas las otras luces terminan perdiendo su fuerza. El Señor está presente en la fraternidad, liturgia y ministerio, por tanto es de vital importancia renovar sus votos de compromiso mediante el ofrecimiento de todas sus vidas.

Hablando de la oración, Su Santidad ha dicho que éste es el camino real, que abre a las profundidades del Misterio de Dios, pero es también el sendero obligado de su peregrinaje. A lo largo de la historia, sus místicos y santos, predicadores y maestros, fueron un fuerte recordatorio de las raíces de la contemplación. Este es su testimonio.

El retorno a la sencillez de una vida centrada en el Evangelio es el reto que propone el Santo Padre para la renovación de la Iglesia, comunidad de fe que siempre encuentra nuevas maneras de evangelizar en una civilización en constante transformación. Esto es lo que se requiere una vez más a los inicios del siglo XXI. Una vida austera, penitente y contemplativa.

Y Finalmente, el Obispo de Roma ha recordado que sería de poca utilidad cualquier planificación, si el Capítulo de la Orden no emprendiera un camino de verdadera misión, que hoy en día a veces plantea problemas difíciles, porque el mensaje no siempre es acogido y a veces es rechazado con violencia. Pero nunca debemos olvidar que, incluso si se nos arroja a aguas turbias y desconocidas, Jesús quien nos llama también nos da el coraje y fuerza para llevarla a cabo.

(ER – RV)

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