La reforma de vida y conversión pastoral

(RV).- El padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando de la nueva Evangelización según el espíritu de Aparecida.

La buena nueva de Jesucristo reclama de todos los cristianos una continua actitud de reforma o conversión de vida en su dimensión personal como comunitaria.

“La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros, acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia con el fin de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales” (A 367).

Las actividades evangelizadoras son un servicio a nuestros contemporáneos que actúan en situaciones concretas y cambiantes. Por eso, tienen que ser pensadas y realizadas desde un discernimiento espiritual y comunitario, abiertas a una serena evaluación y replanteo de la acción. El Papa Francisco explicó en su reciente viaje a Brasil :

“Una reforma de vida atañe principalmente a un cambio de actitudes, es necesariamente dinámico o “entra en proceso” discerniendo. Es importante tener siempre presente que la brújula, para no perderse en este camino, es la identidad católica concebida como pertenencia eclesial”.

Jesús como primer evangelizador es la fuente renovada de la inspiración en los discípulos de hoy y su misión es entregar la experiencia del encuentro con su persona, reunidos en su nombre y al servicio de la humanidad.

“La conversión pastoral requiere comunidades eclesiales y discípulos misioneros en torno al Señor, Maestro y Pastor. De aquí, nace la apertura y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación de todos los fieles” (A 368).

La primera comunidad cristiana, como nos relata los Hechos de los Apóstoles (cf. Hc 2,42-47) es un modelo paradigmático de diálogo con el movimiento cultural del tiempo que sabe encontrar nuevas formas de evangelización para su realidad. En nuestro tiempo, la guía es la orientación conciliar con su modo de entender la comunión misionera, el camino sinodal que suscita toda la Iglesia, y particularmente las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y el Caribe (cf. A 369).

Nos hará bien recordar las palabras del Concilio Vaticano II : Los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los hombres de nuestra época, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez, las del discipulado de Cristo (cf. GS, 1).

La respuesta a las preguntas existenciales de la civilización, especialmente en las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, el Magisterio, y la Doctrina Social de la Iglesia.

Continuación …

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