La importancia de la fe y oración

Jesucristo(RV).- Con un agradecimiento por su reciente viaje pastoral a Asís, el Obispo de Roma inició su reflexión previa a la oración del Ángelus con la multitud de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro en Roma.

Texto de la alocución del Santo Padre.

Queridos hermanos y hermanas : ¡Buenos días!

Ante todo deseo dar gracias a Dios por la jornada que viví en Asís, anteayer. Piensen, que era la primera vez que iba y fue un gran don hacer esta peregrinación, precisamente en la fiesta de San Francisco. Agradezco al pueblo su acogida.

Hoy, el pasaje del Evangelio comienza así : “En aquel tiempo dijeron los Apóstoles al Señor, ‘¡Auméntanos la fe!’” (Lc 17, 5-6). Todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación al Señor. Sí, te la ofrecemos tal como es, para que Tú la hagas crecer.

Y Cristo nos responde : “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, habrían dicho a este sicómoro, ‘Arráncate y plántate en el mar’, y les habría obedecido” (v. 6). La semilla es pequeña, pero Jesús dice que basta su tamaño, para hacer cosas que parecen imposibles e impensables.

Todos conocemos a personas sencillas, humildes, pero con una fe fuerte que hace tanto bien. Pensemos por ejemplo en tantas madres y padres, que afrontan situaciones muy pesadas, o en ciertos enfermos, incluso graves, que transmiten serenidad a quien los va a visitar, precisamente porque no se vanaglorian de lo que hacen, es más, como pide el hijo de Dios en el Evangelio, dicen : “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17, 10).

En este mes de octubre, que está dedicado de modo particular a las misiones, pensemos en tantos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han dado verdaderamente la vida, como dice San Pablo a Timoteo : “No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios” (2 Tm 1, 8). Pero esto atañe a todos y cada uno de nosotros, cada día, como testigos de Cristo.

La fuerza de la oración hace crecer la fe en una relación de confianza, en la que no puede faltar el diálogo del alma con Dios. Octubre es también el mes del Rosario, y en este primer domingo es tradición rezar la Súplica a la Virgen de Pompeya, la Bienaventurada Virgen María del Santo Rosario, a quien nos unimos espiritualmente.

Saludos del Papa.

Después del rezo mariano del Ángelus y del responso por los difuntos, Francisco I recordó a las numerosas personas que murieron trágicamente en el reciente naufragio ocurrido en Lampedusa e invitó a unirse en silencio orante, invitación a la que se sumaron con devoción los miles de fieles de tantas partes del mundo.

(GO, MFB y CdM – RV)

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