El Santo Padre con la comunidad judía de Roma

Riccardo di Segni, rabino jefe de la Comunidad Judía de Roma(RV).- En su saludo de esta mañana, Riccardo di Segni, el rabino jefe de la Comunidad Judía de Roma, agradeció al Papa que les hubiera concedido este encuentro como signo de continuidad y novedad, porque en esta ciudad, existe una relación entre las dos comunidades de fe, excepcional por su antigüedad, de casi dos milenios, con dramáticos momentos de dificultad en la historia, pero con un valor simbólico en la relación judeo-cristiana. No podemos ignorar – dijo el rabino – esta larga tradición local, pero de significado universal, para reflexionar sobre sus enseñanzas, corregir los errores, sanar las heridas, y construir juntos.

Riccardo di Segni recordó que lo que sucedió al pueblo judío en el siglo pasado – el Holocausto y la fundación del Estado de Israel – ha influido profundamente no sólo en el judaísmo, sino en todo el mundo y en la misma Iglesia, orientándola hacia un nuevo camino. Y que los tres pontífices que ha conocido en el transcurso de esta última década, han dado, cada uno con su estilo y personalidad, una importante contribución a este proceso innovador.

En referencia a los problemas entre judíos y católicos, sostuvo que, mirando atrás, está claro qué se ha hecho bien. Pero que a menudo la solución de un problema abre muchos otros y nunca se debe pretender haberlo resuelto todo. Es necesario trabajar entendiendo la sensibilidad y los puntos críticos, que se difundan mensajes positivos de amistad y confianza, y crezca el respeto mutuo.

Finalmente, habló de la responsabilidad pública de las religiones recordando la historia de Noé y el Diluvio para salvar de la destrucción, reparar y construir un mundo mejor en base a valores comunes que han de transmitirse a la humanidad, señañando que éste es un deber de todos.

A continuación, el sumo pontífice ha saludado a la comunidad judía con ocasión del 70 aniversario de la deportación de los judíos de Roma, destacando que con sus dos mil años de presencia ininterrumpida en la urbe es la más antigua de Europa occidental.

Durante muchos siglos, por lo tanto – ha proseguido – el pueblo judío y cristiano conviven en nuestra ciudad, a pesar de que a menudo se ha visto atravesada por incomprensiones y también por verdaderas injusticias. Sin embargo, gracias a Dios, desde hace décadas ha conocido el desarrollo de relaciones fraternales. A ese cambio de mentalidad ha contribuido sin duda, la reflexión del Concilio Vaticano II, pero no ha sido menor la aportación que con su vida y acción han dado personas sabias capaces de reconocer la llamada del Señor y emprender con valentía nuevos encuentros y diálogos.

Su Santidad ha mencionado a continuación la tragedia común de la guerra que, paradójicamente enseñó a caminar juntas a ambas comunidades romanas, haciendo alusión a los judíos deportados hace setenta años, y ocurrida el 16 de octubre del 1943. Ese día más de mil personas por tener un ascendiente judío experimentaron la deportación al campo de concentración de Auschwitz en Polonia, y solamente 16 regresaron a sus hogares. Recordamos y rezamos por tantas víctimas inocentes de aquella barbarie humana. Hoy también es ocasión de mantener siempre alerta nuestra atención para que no regresen, bajo ningún pretexto, la intolerancia y el antisemitismo, porque es una contradicción que un cristiano sea antisemita. Sus raíces son judías. Debemos desterrar del corazón todo aquel odio.

Este aniversario nos permite recordar que en la hora de las tinieblas, la comunión cristiana fue capaz de tender la mano a sus hermanos en dificultades. Sabemos cuántas instituciones religiosas, monasterios y basílicas papales, interpretando la voluntad de Pío XII, abrieron sus puertas de acogida y cuántos brindaron su ayuda, tuvieron el coraje de hacer lo que en ese momento era justo, proteger a quien estaba en peligro.

Si bien es cierto e importante profundizar, por ambas partes, la reflexión teológica, es verdad que la experiencia cotidiana, no es menos importante. De hecho, sin una cultura concreta que lleve a relaciones auténticas, sin prejuicios ni sospechas, de poco sirven los esfuerzos en el campo intelectual.

Espero contribuir aquí en Roma, como obispo, a esta cercanía, como tuve la gracia de hacer con la comunidad judía de Buenos Aires. Entre las muchas cosas que nos unen están el testimonio de la verdad en el Decálogo, como sólido fundamento para nuestra sociedad, tan desorientada por un pluralismo extremo de decisiones y orientaciones, caracterizada por un relativismo que lleva a no tener ya puntos de referencia seguros.

Invoco con vosotros la protección y bendición del Altísimo para nuestro camino común de confianza. Y que conceda, con su benevolencia, paz a nuestros días.

Además el Sucesor de Pedro les entregó un mensaje especial y particular con motivo de este LXX Aniversario, manifiestando su intención en este acto conmemorativo. Publicamos a continuación la carta que el Vicario de Cristo ha entregado al rabino jefe.

“Quiero unirme, con mi cercanía espiritual y oración, a la conmemoración del 70 aniversario de la deportación de los judíos de Roma. Mientras volvemos con la memoria a aquellas trágicas horas de octubre de 1943 nuestro deber es tener presente ante nuestros ojos el destino de aquellos deportados, percibir su miedo, dolor, desesperación, para no olvidarles, tenerlos vivos en nuestro recuerdo y nuestra oración, junto a sus familias, parientes y amigos que lloraron su pérdida y se horrorizaron ante la barbarie a la que puede llegar el ser humano”.

“Conservar el recuerdo de un acontecimiento no significa simplemente recordarlo, sino también y sobre todo, esforzarse por comprender que representa hoy, de modo que el pasado enseñe al presente y sea luz que ilumine la senda futura. El beato Juan Pablo II escribía que la memoria está llamada a jugar un papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en que la indecible iniquidad de la Shoah jamás vuelva a ser posible, y Benedicto XVI en el campo de concentración de Auschwitz afirmaba : “El pasado no es nunca solo pasado. Se refiere a nosotros y nos indica los caminos que hay que seguir y los que no”.

“La conmemoración actual podría definirse como una ‘memoria futuri’, un llamamiento a las nuevas generaciones para que no envilezcan su existencia, no se dejen arrastrar por ideologías, ni justifiquen jamás el mal, sin bajar la guardia contra el antisemitismo y racismo. Espero que con iniciativas como éstas se entrelacen y crezcan redes de fraternidad entre judíos y católicos en esta ciudad nuestra, Roma”.

“Dice el Señor por boca del profeta Jeremías, el designio que se ha propuesto en favor de la paz y no de desgracia, para dar un porvenir de esperanza. El recuerdo de las tragedias del pasado se convierte para todos en el compromiso de adherirnos con todas nuestras fuerzas al futuro que Dios quiere preparar y construir para nosotros : Shalom”.

(ER y MFB – RV)

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