La madre de Dios, modelo de fe, caridad y unión con Cristo

S.S. Francisco I, Jorge Mario Bergoglio(RV).- El Obispo de Roma después de recibir en el Aula Pablo VI, a los participantes del Congreso Nacional de Capellanes de las Cárceles italianas, realizó su habitual Audiencia General de los miércoles, que centró su reflexión en María, prosiguiendo sus catequesis, en una Plaza de San Pedro repleta, una semana más, de miles de fieles romanos y peregrinos – más de cien mil – de tantas partes del mundo. Con la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Luz de los Pueblos, del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco destacó tres aspectos de la Madre de Dios como modelo de fe, caridad y unión con Cristo.

Texto de la catequesis del Santo Padre.

Queridos hermanos y hermanas : ¡Buenos días!

Continuando con las catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la Constitución Lumen gentium : “Como ya enseñaba San Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, caridad y perfecta unión con Cristo” (n. 63).

1. Partamos del primer aspecto, María como modelo de fe. Quién fue la Virgen María : una muchacha judía, joven hija, que esperaba con todo su corazón la redención del pueblo de Israel. Pero había un secreto que ella misma aún no conocía: en el designio estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el Mensajero de Dios la llama llena de gracia y le revela este proyecto. Y responde “sí”, y desde ese momento recibe una nueva luz : se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en Él se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es la de Israel, y su cumplimiento, en ella realmente se centró todo el camino de aquel pueblo que esperaba ser redimido, y en este sentido es el modelo de fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación de Dios.

¿Cómo vivió María la fe? en la sencillez de las mil ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en la forma de proveer la comida, ropa, atención en el hogar … Precisamente en esta existencia normal de la Virgen, en este terreno, se desarrolló la relación única y el diálogo profundo entre ella, y Dios. El “sí” de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se dilató abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos hacia el Señor, siempre ha vivido inmersa en este misterio, como la primera y perfecta discípula, meditando todo en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica la voluntad de Dios.

¿Nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿En los momentos de dificultad, prueba, oscuridad, la miramos a ella como modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien?

2. Lleguemos al segundo aspecto: María, modelo de caridad. Pensemos en su disposición hacia su prima Isabel. Visitándola, la Virgen María no sólo trajo ayuda material, también llevó a Jesús, quien ya vivía en su vientre. Isabel y Zacarías estaban contentos por el embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les trae el gozo pleno, el que viene del Señor y el Espíritu Santo, y se expresa en la caridad de forma gratuita, en el compartir, ayudarse y la comprensión.

La Virgen nos quiere traer también a todos nosotros, el gran don del hijo de Dios; y con Él nos trae su paz. Así, la Iglesia es como María, no solamente una organización humanitaria, ONG, es enviada para llevar a todos a Cristo y su Evangelio. Y la Iglesia debe ser como la Virgen, cuando fue – como hemos escuchado en el Evangelio – a hacer una visita a Isabel. Y este es el corazón de la Iglesia.

3. Y brevemente, un último aspecto: “María, modelo de la unión con Cristo”. La vida de la Virgen Santa, ha sido la de una mujer de su pueblo : rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga … Pero cada acción la realizaba siempre en perfecta unión con Jesucristo y alcanza su culminación en el Calvario : aquí se une al Hijo en el martirio y en la ofrenda de su vida para la salvación de la humanidad, abraza y hace suyo el dolor hasta la resurrección, verdadera victoria sobre el mal y la muerte.

Esta realidad nos enseña estar siempre unidos a Dios. Podemos preguntarnos: ¿nos acordamos de Jesús sólo cuando algo va mal y tenemos necesidad? ¿O tenemos una relación constante, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?

Saludos del Papa.

El sumo pontífice entre sus saludos a los peregrinos se ha referido a los de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Costa Rica, México, Panamá, Venezuela, Paraguay, Chile y los demás países latinoamericanos. Y ha pedido al Señor que nos dé su gracia, fuerza, para que en nuestra vida y la de cada comunidad eclesial se refleje en el modelo de María, Madre de la Iglesia.

(CdM y ER – RV)

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