(RV).- Francisco I este domingo ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro antes del rezo del Ángelus centró su mirada en la perspectiva cristiana que afirma que nuestra peregrinación en la vida es hacia la eternidad. Y que por lo tanto, la resurrección de Jesucristo ha vencido a la muerte.
Palabras del Papa.
Queridos hermanos y hermanas : ¡Buenos días!
El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús con los saduceos que negaban la resurrección. Y es justamente sobre este tema que ellos dirigen una pregunta, para ponerlo en dificultad y ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos. Parten de un caso imaginario: “Una mujer ha tenido siete maridos, muertos uno después del otro”, y preguntan : “¿De quién será esposa aquella mujer después de su muerte?”. Jesús, responde que la vida después de la muerte no tiene los mismos parámetros de aquella terrenal, es en otra dimensión, donde entre otras cosas, no existirá más el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en este mundo. Los resucitados serán como los ángeles, y vivirán en un estado diferente, que ahora no podemos experimentar, ni siquiera imaginar. Así lo explica.
Pero luego, lo hace citando la Sagrada Escritura, con sencillez y originalidad, encuentra la prueba de la resurrección en el episodio de Moisés y la zarza ardiente (cfr Ex 3,1-6), allí donde se revela el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. He aquí el por qué Jesús afirma: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos; todos, en efecto, viven para Él” (Lc 20,38). Y éste es el lazo decisivo, la alianza fundamental, porque con su crucifixión y resurrección ha vencido a la muerte.
Por lo tanto, aquello que acontecerá es precisamente lo contrario de cuanto se esperaban los saduceos, la eternidad da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros. Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llamados a decir que el camino del hombre va hacia la muerte. El Señor cambia esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va hacia la vida eterna. Nosotros estamos en camino y peregrinación. Por lo tanto la muerte quedará atrás y delante de nosotros estará el Dios. Ésta es la derrota definitiva del pecado y el inicio de un tiempo nuevo sin fin. Ya sobre esta tierra, en la oración y los sacramentos, podemos experimentar algo de la vida resucitada. De hecho, Él es fiel para siempre, y espera de cada uno de nosotros que lo acompañemos fielmente.
(Traducción : Raúl Cabrera)
Saludos del Santo Padre.
Tras la oración mariana del Ángelus, el Obispo de Roma ha recordado que esta tarde, en Paderborn, Alemania, será proclamada beata, María Teresa Bonzel, fundadora de las Hermanas Franciscanas de los Pobres de la Adoración Perpetua, que vivió en el siglo XIX. “La Eucaristía era la fuente de su energía espiritual, para dedicarse con incansable caridad a los más débiles. ¡Alabemos al Señor por su testimonio!”.
El sumo pontífice ha asegurado su cercanía al pueblo de Filipinas y a toda la región de aquel país, que ha sido golpeada por un tifón. “Desgraciadamente, las víctimas son muchas y los daños enormes. Oremos y tratemos de transmitir nuestra ayuda concreta”.
También recordó que hoy es el septuagésimo quinto aniversario de la llamada “Noche de los cristales rotos”: la violencia se desató en la madrugada entre el 9 y 10 de noviembre del año 1938 contra los judíos, en sinagogas, casas y tiendas, lo que marcó la tragedia posterior del holocausto. “Renovemos nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo judío y oremos a Dios para que la memoria del pasado nos ayude a estar siempre vigilantes contra todas las formas de odio e intolerancia”.
Finalmente, ha unido su voz a la de los obispos en este domingo, que en Italia celebran el Día de Acción de Gracias, y ha expresado su cercanía con el mundo de la agricultura, sobre todo a los jóvenes que han optado por trabajar la tierra: “Animo a los que están comprometidos para que a nadie le falte el pan de cada día”.
Para concluir, ha saludado a todos los peregrinos llegados de distintos países, a los grupos parroquiales, asociaciones italianas y extranjeras.
(ER – RV)