(RV).- Francisco I en su homilía de la Misa celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta comentó la vicisitud bíblica del anciano Eleazar, que eligió el martirio para ser coherente con su fe en Dios y para dar testimonio de rectitud a los jóvenes.
Elegir la muerte, con tal de no traicionar a Dios ni de renegar de la propia fe. Todo esto se encuentra en esta figura bíblica del Libro de los Macabeos propuesta en la liturgia del día, que ante los verdugos que le obligaban a abjurar prefiere el martirio, el sacrificio de su vida ante la elección entre la apostasía y la fidelidad.
Es más, en lugar de pensar en sí mismo “piensa en los jóvenes”, en lo que su acto de coraje podrá dejarles como recuerdo. La coherencia de su fe, pero también la responsabilidad de dejar una herencia noble y verdadera.
Nosotros vivimos en un tiempo en el que los ancianos no cuentan. Pero, las personas mayores son las depositarias de la historia y doctrina. La Carta a los hebreos nos dice: Acuérdense de sus mayores, que les han predicado la Palabra de Dios. Se trata de la imitación de la sabiduría de nuestros antepasados que nosotros debemos escuchar y recibir. Un pueblo que no custodia a la tercera edad, no tiene futuro, porque pierde la memoria de nuestra sociedad.
Oremos por los ancianos, que tantas veces tienen un papel heroico en la transmisión de la fe y en tiempo de persecución, honremos a nuestros padres y madres. Pidamos hoy la gracia de venerar los viejos santos : Simeón, Ana, Policarpo y Eleazar.
(María Fernanda Bernasconi – RV)