Clausura de la semana de oración por la unidad

(RV).- La tarde del 25 de enero, el Papa se ha trasladado a la Basílica romana de San Pablo Extramuros para presidir las Vísperas, en la fiesta de la conversión del Apóstol de las gentes, culminando así la Semana de oración por la unidad de los cristianos que este año comenzó el pasado día 18 de enero.

El tema de los textos de estas jornadas fueron tomados de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios : ¿Acaso Cristo está dividido? (1 Co 1, 1-17); y una vez más, en esta celebración, participaron los representantes de las demás iglesias y comunidades eclesiales presentes en Roma, junto al clero y los fieles de la diócesis para rogar juntos en oración al Señor.

En su homilía, el sumo pontífice comenzó agradeciendo la liturgia de esta tarde, elegida por un grupo de cristianos de Canadá, que ha servido para su meditación, explicando su significado refiriéndose a que el apóstol había recibido con tristeza la noticia de que los cristianos de Corinto estaban divididos en varias facciones que usaban el nombre de Cristo para crear divisiones. En otras palabras, la experiencia particular de cada uno en referencia a algunas personas importantes, se convertía en criterio para juzgar la fe de otros.

En esta situación, San Pablo exhorta a los cristianos, y en nombre del Señor, a ser unánimes entre ellos en un mismo pensar y sentir (cf. v. 10) porque sino se daña el testimonio que estamos llamados a dar en el mundo.

El Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, afirma de manera significativa: «Con ser una y única la Iglesia fundada por Jesús, son muchas, sin embargo, las comuniones cristianas que se presentan como su verdadera herencia; ciertamente, todos se confiesan como sus discípulos, pero sienten de modo distinto y marchan por caminos diferentes, como si Dios mismo estuviera dividido». Y, por tanto, añade : «Esta división contradice clara y abiertamente su voluntad, es un escándalo que perjudica a la causa de predicar el Evangelio» (Unitatis redintegratio, 1).

Cristo no puede estar dividido, y esta certeza debe sostenernos para continuar con humildad y confianza la labor de restablecimiento de la unidad visible de todos los creyentes. El Santo Padre recordó así a Juan XXIII y Juan Pablo II. Tanto uno como otro – dijo – desarrollaron durante su vida la conciencia de que era urgente unir a la cristiandad, y por esta razón una vez elegidos como sucesores de Pedro, guiaron con determinación a los católicos por el camino ecuménico. Junto a ellos, ha mencionado también a Pablo VI, del que recordamos precisamente en estos días el quincuagésimo aniversario de su histórico encuentro en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras.

La obra de estos predecesores ha conseguido que el ecumenismo se haya convertido en una dimensión esencial del ministerio a desempeñar por el Obispo de Roma, hasta el punto de que hoy no se entendería el servicio petrino sin incluir en él esta apertura a otras religiones cristianas, sin ocultar las dificultades por las que atraviesa el diálogo interreligioso.

Francisco I ha aprovechado la ocasión para saludar al Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de otras confesiones presentes esta tarde en la Basílica de San Pablo Extramuros.

Y concluyó pidiendo orar para que Dios nos mantenga unidos a Él y nos ayude a superar los conflictos en la caridad y gracia que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rm 5, 5 ).

(María Fernanda Bernasconi – RV)

correo-electronico.png guardias-suizos-en-el-vaticano.png rosa-negra.png genoma-humano.jpg papa-francisco-a-brasil.jpg janos-ader.jpg catequesis.png


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *