El acto eucarístico y la redención de los pecados

Ciudad del Vaticano, 12 febrero 2014 (VIS).- La relación de la Eucaristía con nuestra vida, como Iglesia y cristianos, ha sido el argumento de la catequesis del Papa durante la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro.

¿Cómo vivimos la misa los domingos?, se ha preguntado el Santo Padre y ha pasado a explicar las señales concretas. Primero, el Señor nos hace revivir su entrega en la cruz porque su vida fue una oblación de sí mismo por caridad, al estar con los discípulos y la gente que lo conocía, significaba para Él compartir sus anhelos y problemas. Por eso, cuando nosotros participamos en la celebración eucarística refleja nuestro modo de vivir con las demás personas. Segundo, la gracia de salvación es el aspecto distintivo de quien celebra la eucaristía porque no lo hace porque cree que es mejor que los demás, sino porque siente la necesidad de ser salvado, participando de la redención de Jesús en un verdadero acto de penitencia. El pan y vino que recibimos con humildad, es el cuerpo y sangre de Cristo que nos redime y renueva. Tercero, la misa es una conmemoración de lo que Jesucristo hizo por nosotros, por esta razón nos reunimos junto al altar para recibirlo.

Todo esto significa que la misión e identidad de la Iglesia brota del acto eucarístico y nos debe llevar en nuestra existencia al encuentro con el hijo de Dios, de modo que en cualquier comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida.

Francisco I ha finalizado exhortando a vivir la eucaristía con espíritu de fe, oración y penitencia, demostrando preocupación por los más necesitados, y con la certeza de que con el arrepentimiento de los pecados el Señor nos promete la redención y eternidad.

Después de la catequesis el sumo pontífice ha saludado entre otros a una delegación de la República Checa de la que formaban parte un grupo de prelados de la Conferencia Episcopal de ese país en visita “ad limina”, a quienes ha bendecido junto a las coronas para el Baluarte de la Tierra Bohema, un antiquísimo icono de la Virgen María con el Niño Jesús que se venera en Stará Boleslav, a pocos kilómetros de Praga y a la que el pueblo ha recurrido siempre en ocasión de guerras o peligros para su nación.

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