Exhortación y compromiso contra la trata de personas

Ciudad del Vaticano, 5 marzo 2014 (VIS).- El Papa ha enviado un mensaje a los fieles de Brasil con motivo de su campaña anual por Cuaresma, que este año aborda el tema de la trata de seres humanos, y cuyo lema es : Cristo nos liberó para que vivamos en libertad (Gal 5,1).

Durante los próximos cuarenta días intentaremos ser más conscientes de la infinita misericordia de Dios, especialmente con los más necesitados. En este sentido, y con el interés de movilizar a los cristianos y las personas de buena voluntad de la sociedad brasileña contra una plaga social como es la trata de seres humanos, los obispos brasileños no pueden permanecer indiferentes sabiendo que hay personas compradas y vendidas como mercancías.

Pensemos en los adoptados para la extracción de órganos, en mujeres engañadas y obligadas a prostituirse, en los trabajadores explotados y sin derechos. Esta es la trata de seres humanos. En este punto necesitamos un profundo examen de conciencia : ¿Cuántas veces, de hecho, el ser humano es considerado como un objeto, expuesto para vender un producto, o para satisfacer los más bajos instintos ? La persona humana nunca tendría que comprarse y venderse como una mercancía. El que la usa y explota, aunque indirectamente, es cómplice de esta opresión.

Y en el ámbito familiar, cuántas veces la arrogancia de los progenitores esclaviza a los hijos, o viceversa, y asimismo, cónyuges que se olvidan de su papel y se explotan mutuamente como si fueran productos de consumo, o ancianos sin un lugar en la sociedad, y niños como adolescentes a quienes nadie tiene en consideración. Estos ataques a los valores básicos de la familia y de la misma convivencia social, necesitan de una profunda reflexión, porque hay que ser solidarios con aquellos a los que se les niega su libertad.

Quienes ofenden la dignidad humana de los demás es porque antes han malvendido la suya para conseguir poder, fama y bienes materiales. Y todo esto a costa de otros hijos de Dios salvados con el precio de la sangre de Cristo. La dignidad del ser humano es igual para todos, y cuando pisotean la del prójimo, es como si lo hicieran con la nuestra. Cristo nos ha liberado de la opresión, y la Iglesia debe comprometerse para que nunca más la mujer, anciano, jóven o niño sean víctimas de la trata de seres humanos.

La base más eficaz para restaurar la dignidad inherente a toda persona es anunciar el Evangelio de Cristo en el campo y las ciudades, porque el Señor quiere sembrar vida en abundancia allí donde no la hay.

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