La inteligencia y comprensión de Dios

Ciudad del Vaticano, 30 abril 2014 (VIS).- Prosiguiendo con la catequesis sobre los dones del Espíritu Santo, el Papa se ha centrado en la audiencia general de este miércoles sobre el intelecto.

No se trata del nivel de inteligencia del que podemos estar más o menos dotados, ha especificado. Es en realidad, una gracia que infunde y despierta en el cristiano la capacidad de ir más allá de la apariencia exterior de la realidad y escrudiñar en las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.

Francisco I ha recordado las palabras del apóstol Pablo, cuando dirigiéndose a la comunidad de Corintio describió los efectos de este don : “Esas cosas que los ojos no ven, que los oídos no escuchan, pero que han sido reveladas por medio del Espíritu Santo”.

Esto no quiere decir que un cristiano pueda comprender y tener pleno conocimiento de todo, ha destacado el sumo pontífice. Sin embargo, como sugiere la palabra en sí, el intelecto nos permite entender, cuando tenemos fe y el espíritu santo habita en nosotros, todo aquello que día tras día aumenta nuestra comprensión de lo que el Señor ha dicho y se ha cumplido.

El Santo Padre ha explicado que lo mismo les sucedió a los discípulos en el camino de Emaús, que no reconocieron al principio a Jesús porque no eran capaces. No obstante, cuando Cristo les explica las Sagradas Escrituras para que entiendan que ha resucitado, sus mentes se abren y en sus corazones se enciende de nuevo la esperanza.

Al final de la catequesis, el Obispo de Roma ha saludado, entre otros, a los compatriotas polacos del recientemente canonizado, Juan Pablo II, cuyo testimonio de fe, esperanza, y caridad está muy presente estos días. Que su intercesión sostenga la vida de cada uno de nosotros, y nos ayude a construir un futuro sereno para la Iglesia en Polonia y el mundo entero.

Después, dirigiéndose a los jóvenes, enfermos y recién casados ha recordado que ayer se celebró la memoria litúrgica de Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa, exhortando a aprender de ella como vivir, adquiriendo una recta conciencia como la de quienes no ceden ante el pecado, inspirados con su ejemplo de fortaleza en los momentos de mayor dolor, e imitando la solidez de la fe de quien confía en la divina providencia.

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