(RV).- Inspirado en el pasaje del Evangelio del domingo en el que el Señor llama a todos los afligidos y agobiados para aliviarlos con su palabra de esperanza, el Obispo de Roma habló a miles de peregrinos reunidos al mediodía en la plaza de san Pedro para rezar el Ángelus con él y recibir su bendición apostólica.
Cristo mismo buscaba a las multitudes para anunciarles el Reino de Dios y curar a muchos en cuerpo, alma y espíritu. Y esta exhortación del hijo de Dios, se extiende hasta nuestros días para que sus bendiciones alcancen a los explotados y oprimidos a causa de condiciones de vida precaria y situaciones existenciales difíciles, muchas veces privados de auténticas referencias que les guíen, y que cargan con el peso de un sistema económico que explota al ser humano y le impone yugos insoportables.
Jesús en cambio se compromete con los más débiles, y con la fuerza del Señor, estamos llamados a su vez a convertirnos con actitud paciente y humilde a su imitación, lo que nos ayudará a seguir hacia delante y hacernos cargo de los demás.
(GO y ER – RV)