Jornada de la Juventud Asiática en el Castillo de Haemi

(RV).- La mañana de este domingo, el Papa con la infusión del agua y la unción del santo crisma ha bautizado a Lee Ho Jin, padre de una de las víctimas del naufragio del transbordador SeWol ocurrido en el mes de abril, que junto a otras familias lo acompañaron personalmente. La ceremonia en coreano se llevó a cabo en la capilla de la nunciatura apostólica.

Posteriormente, ha tenido un encuentro con los obispos asiáticos en el santuario de los mártires en Haemi, y en su discurso se ha referido a la identidad cristiana, advirtiendo que en el encuentro con las diversas culturas hay que estar atentos y guardarse de las tentaciones del relativismo, la superficialidad y apariencia de seguridad, subrayando que es la fe en Cristo lo que debemos compartir sin fingimientos, manifestando confianza y espíritu de apertura a los otros, sobre todo hacia los países de Asia con los cuales la Santa Sede no tiene todavía una relación plena, de modo y manera que avancen o promuevan un diálogo en beneficio de todos.

El Castillo de Haemi es un recinto amurallado que contiene los restos de lo que fue una fortaleza construida en 1421, baluarte de defensa contra las incursiones de enemigos de todo tipo. A lo largo de su historia de violencia fue también cárcel y centro de tortura de miles de cristianos en la etapa más dura de la persecución. En la actualidad es un lugar convertido en parque público con una gran área verde que rodea los restos de piedra y madera, en donde los coreanos pasean y se llevan a cabo exhibiciones, donde esta semana se han realizado diversos eventos en el marco de la VI Jornada de la Juventud Asiática.

Aquí por la tarde, Francisco I después de haberse reunido con los prelados, almorzando con ellos y su séquito papal, fue recibido por los jóvenes de toda Asia, a quien esperaban desde la vigilia con cantos y oraciones, 23 países de la región estuvieron representados. El altar, mostraba una cruz colocada al lado del acceso conocido como “puerta del cielo”, y que es por donde pasaban los mártires dirigiéndose al sacrificio. Diversos fueron los idiomas que se utilizaron en esta celebración de clausura que ha sido el acontecimiento por el que los presentes fueron convocados a descubrir las raíces de su fe, e ir por el mundo a anunciar el Evangelio.

En la misa conclusiva el Santo Padre se refirió a los congregados como herederos de la confesión y testimonio de fe de sus antecesores, explicando a los fieles el papel que tuvieron Paul Yun Ji-Chung y sus 123 compañeros mártires, animando a todos para que Cristo convierta su vida y les ofrezca esperanza, venciendo así aquello que amenace su virtud. Les ha dicho también que los católicos asiáticos son una parte necesaria de la Iglesia, por eso les ha pedido que continúen unidos a Dios, a pesar de las dificultades, y que sean verdaderos discípulos de Cristo quien nos salva.

Su Santidad luego de haber celebrado la eucaristía, allí en la explanada antes de dirigirse a Seúl para cenar en privado en la nunciatura apostólica, se dirigió por última vez a los jóvenes para que se comprometan a construir un mundo solidario, libres de la esclavitud del pecado.

(MCM, RC, MZ y GM – RV)

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