La fidelidad a Dios y la caridad con el prójimo

(RV).- Este mediodía con una plaza de San Pedro en la que se hallaban presentes más de ochenta mil peregrinos, el Obispo de Roma les señaló en su alocución dominical previa al rezo del Ángelus, que el Evangelio de hoy nos recuerda que colocando en el centro de la vida cristiana toda la ley de Dios se puede resumir en dos preceptos : la fidelidad al Señor y la caridad con el prójimo; señales visibles de los cristianos que testimonian su fe en Cristo, resumiendo así su verdadero espíritu.

El Evangelista Mateo cuenta que algunos fariseos se pusieron de acuerdo para probar a Jesús (cfr 22,34-35). Uno de ellos, un doctor de la ley, le dirige esta pregunta : «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»(v. 36). Y el Señor, citando el Libro del Deuteronomio, responde : «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento» (vv. 37-38); y agrega : «El segundo es semejante al primero. Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39); que lo toma del Libro del Levítico, revelando que ambos son inseparables y complementarios.

En efecto, ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios, comprendía también el deber de ocuparse de las personas más débiles como el forastero, el huérfano, la viuda (cfr Es 22,20-26), y Cristo llevando a su cumplimento esta ley de la alianza, une en sí mismo todo su significado. De esta manera, el espíritu santo nos ofrece el criterio fundamental sobre el cual edificar la propia vida, y realizar este discernimiento.

Al finalizar, el sumo pontífice recordó que ayer, en São Paulo (Brasil), fue proclamada beata la Madre Assunta Marchetti, nacida en Italia, co-fundadora de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo – Scalabrinianas, ejemplar en el servicio a los huérfanos de los emigrantes italianos, demos las gracias a Dios por esta mujer, modelo de incansable trabajadora y misionera valerosa.

Asimismo, el Papa ha saludado a todos los fieles provenientes de Italia y diferentes países, en particular a la comunidad peruana de Roma, cuya sede está en la Iglesia de Santa Maria della Luce, en el barrio romano del Trastevere, en la que se halla la sagrada imagen del Señor de los Milagros, cuyos orígenes que se remontan al año 1655 cuando un violento terremoto afectó a Lima, y la imagen de un Cristo pintado por un esclavo africano en un frágil muro de adobe permaneció indemne.

(RC – RV)

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