(RV).- El Papa celebró esta mañana a las 10.30 h. su tradicional audiencia general, en la Plaza de San Pedro, ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, esperando escuchar su catequesis y recibir la bendición apostólica.
El sumo pontífice se refirió a la Iglesia en su calidad de realidad visible y espiritual, tras haber hablado la pasada semana de su naturaleza como cuerpo místico de Cristo edificado por el Espíritu Santo.
Francisco I destacó que ambos aspectos se integran y reflejan en el misterio de la persona del hijo de Dios, en la que su divinidad es inseparable de su humanidad, poniendo enteramente al servicio de todos su redención y salvación.
De ahí que los sacramentos, el testimonio y su anuncio, sean llamados a hacerse cercanos a cada uno de nosotros, comenzando por los más pobres, que sufren y son marginados, para que sientan la compasión del Señor.
Y el Santo Padre concluyó exhortando a pedir, por intercesión de la Virgen María, que comprendamos a pesar de nuestras debilidades a Jesús, que nos ha hecho instrumentos de gracia y signo de caridad.
Con su oración y cercanía a los afectados por la epidemia de ébola, en particular entre los más desfavorecidos en Africa, el Obispo de Roma renovó su apremiante llamamiento a la comunidad internacional, para que no se escatimen los esfuerzos necesarios para erradicar este virus y se ayude de forma concreta a los afectados, invitando a la oración por cuantos han perdido la vida y han sido víctimas de esta enfermedad, así como por el personal sanitario, voluntarios y religiosos que prestan su ayuda.
Por último, animó a los presentes a que la visita a las tumbas de los apóstoles les impulse a tener manifestaciones concretas de solidaridad con el projimo, para luego recordar la proximidad de la Solemnidad de Todos los Santos, modelos de vida para todos, jóvenes, enfermos y recién casados.
(MFB y CdM – RV)