Ciudad del Vaticano, 29 de enero 2015 (VIS).- La mañana del 27 de febrero en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, monseñor Giampietro Dal Toso, Secretario del Pontificio Consejo “Cor Unum” ilustró el contenido del Mensaje del Papa para la Cuaresma de 2015, explicando que se ha centrado de nuevo en el tema recurrente de la “globalización de la indiferencia”. Por lo tanto, un concepto importante para comprender diversos fenómenos del mundo moderno insertados en la cultura de la exclusión actual, aplicados en tres niveles: interpersonal, cultural y metafísico.
A nivel interpersonal, es más fácil de entender. Por un lado se marca mucho la separación, y por otro, la falta de atención por los demás. En el ámbito cultural, es decir, aquel que contribuye a forjar nuestro pensamiento y juicio, parece denotar una falta de valores que no atañe solo a la simple ignorancia, sino a la insuficiente observancia, confundiendo el bien y mal, lo verdadero o falso. Y en el aspecto metafísico, la forma más patente es la negación de Dios, que tanto perjudica a la humanidad moderna porque la lleva a la pérdida del sentido de la vida.
En definitiva, esta globalización de la indiferencia no sólo como un fenómeno geográfico, sino como un fenómeno social que se expande a medida que se impone una cierta concepción del mundo occidental, impone un imperativo ético y existencial vacío de principios cristianos, a consecuencia de lo cual, la Iglesia no puede permanecer indiferente.
Por esta razón, la Cuaresma es siempre un tiempo de conversión y cambio, para abordar la situación descrita, de modo que sea posible superar la indiferencia a nivel comunitario y personal, ya que toda reconstrucción social y renovación cultural, pasa a través de cada uno de nosotros. Y el Evangelio nos da las claves, el conocimiento de Cristo como guía para conseguir cualquier transformación.
En este sentido, cita algunos ejemplos como el balance de la ayuda prestada por las instituciones católicas a Haití en los cinco años siguientes al terremoto que devastó el país y por un importe de 21, 5 millones de dólares, o la crisis humanitaria en Oriente Medio que ha obligado a movilizar recursos en ayuda de las poblaciones cristianas perseguidas, especialmente en Siria e Irak.