Los consagrados deben obedecer la voluntad de Dios

Ciudad del Vaticano, 3 de febrero 2015 (VIS).- El 2 de febrero, festividad de la Presentación de Jesús en el Templo, se celebra también la Jornada de la Vida Consagrada, y como todos los años, el Santo Padre presidió ayer tarde en la basílica vaticana la Santa Misa con los miembros de las Sociedades de Vida Apostólica.

La ceremonia se abrió con la bendición de las velas y la procesión, prosiguiendo con la celebración eucarística en el curso de la cual el Papa pronunció una homilía en la que destacó la obediencia de la Virgen María y San José a la ley de Dios, señalando que Jesucristo vino al mundo para hacer la voluntad del Padre.

En el relato de la Presentación en el Templo, la sabiduría está representada por los dos ancianos, Simeón y Ana, guiados por el espíritu que les concedió su saber tras un largo camino de obediencia, custodia y cumplimiento de la ley, según las promesas de Dios y bajo el régimen de la encarnación del Verbo.

Para un religioso, caminar significa estar al servicio del Señor, es decir, recorrer su mismo camino, que adquiere la forma de regla, y recoge el carisma de su fundador, sin olvidar que la norma fundamental insustituible es siempre el Evangelio. De este modo, y con la ayuda del espíritu santo, los consagrados pueden alcanzar la sabiduría, que no es una actitud abstracta sino un don que obra en cada persona, signo evidente de su perseverancia. Asimismo, es siempre necesario y posible adaptar las reglas a los tiempos, para que renueven su fortaleza y capacidad, salvándonos de vivir fuera de nuestro lugar, abiertos a la trascendencia, comunión y caridad.

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