Los hijos, don de Dios para la humanidad

Ciudad del Vaticano, 18 de marzo 2015 (VIS).- Después de haber examinado las diferentes figuras de la vida familiar – madre, padre, abuelos, hermanos – el Papa concluye este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los hijos. Hoy señaló el gran don que representan para la humanidad, y la semana próxima se centrará en las heridas de la infancia.

Interrumpido por los aplausos de los fieles en la Plaza de San Pedro, cuando afirmó que “los hijos son un don para la humanidad”, Francisco I agradeció el gesto y exclamó: “Pero también son los grandes excluidos porque no les dejan ni siquiera nacer. Una sociedad se puede juzgar por cómo trata a los niños; pero no solo desde el punto de vista moral, sino también sociológico”.

Después, pasando al tema de su catequesis, explicó que en primer lugar los hijos nos recuerdan que todos en los primeros años de vida, dependemos totalmente del cuidado y la bondad de los demás. “Y Jesucristo – subrayó – no se ahorró este paso. Es el misterio que contemplamos cada año en Navidad. El Nacimiento es el icono que nos cuenta esta realidad de la forma más sencilla y directa”.

Dios – prosiguió – no tiene dificultades para hacerse entender por los menores. No es casualidad que en el Evangelio haya algunas palabras muy fuertes sobre “los pequeños”, un término que designa a todos los que dependen de la ayuda de los demás. Por lo tanto, los hijos son en sí mismos un tesoro para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos recuerdan constantemente la condición necesaria para ser salvados, es decir, estar necesitados de ayuda, amor y perdón”.

Además, nos recuerdan que somos siempre hijos, incluso cuando pasamos a ser adultos, padres y madres, en el fondo permanece esta identidad. “Y este hecho – recordó el sumo pontífice – siempre nos lleva al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que la hemos recibido. A veces corremos el peligro de vivir olvidándonos de ello, como si fuéramos los dueños de nuestra existencia, y en cambio somos radicalmente dependientes. En realidad, debemos saber que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, este es el mensaje principal que nos dan los niños, con su sola presencia”.

El Obispo de Roma ha destacado algunos de los dones que por su parte, aportan a la humanidad, entre ellos la forma de ver la realidad, con una mirada confiada y pura, en general, aún no contaminada por la malicia que endurece los corazones, traen consigo el don de dar y recibir. Asimismo, la capacidad de sonreír y llorar con espontaneidad, que a menudo está bloqueada en los adultos. Por esta razón, también pueden enseñarnos a los mayores, porque como decía Jesús, quienes son como ellos pertenecen al reino de Dios.

Ciertamente, cuando vemos que la tasa de natalidad ronda sólo el uno por ciento – finalizó – podemos decir que esta sociedad es triste y gris porque se ha quedado sin hijos.

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