10 septiembre 2012, 8:50

Cataluña entre escaramuzas por la cruz de San Jorge.

Francisco Abel y la marca de Caín en la bioética catalana han muerto.

El padre Francisco Abel de 78 años y cura jesuita desde su ordenación en 1967, que fue fundador o presidente del Instituto Borja de Bioética de la Compañía de Jesús en Barcelona (España) desde 1974, y dejó su cargo a finales del pasado año, falleció el 31 de diciembre del 2011.

Su marca de Caín en la bioética catalana por la defensa de la despenalización de la eutanasia en determinados supuestos y en numerosas ocasiones desde que impulsó los comités de ética asistencial en los hospitales de Cataluña, ha muerto.

En 2006 recibió la Cruz de San Jorge, cuando el Comité de Bioética de la Generalitat de Catalunya que él había impulsado en 1991, había empezado a recomendar la legalización del suicidio asistido en la sanidad catalana.

Su fallecimiento representa un hito importante para los defensores de la vida que siempre han tenido a este sacerdote y médico proeutanasia como a su más acérrimo detractor, por ser un habitual en los círculos de la cultura de la muerte del clero catalán cuando estalló hace unos meses el escándalo de los abortos, anticonceptivos y prácticas eugenésicas en centros sanitarios participados por la Iglesia en su administración e ir en contra del magisterio de la vida de Juan Pablo II que en Benedicto XVI tiene a su continuador.

Si el arrepentimiento del P. Manuel Pousa es sincero que devuelva la Cruz de San Jorge.

Los hechos deben acompañar a las palabras, que el P. Manuel Pousa se haya retractado de ciertas afirmaciones incompatibles con las enseñanzas de la Iglesia en su libro autobiográfico, tras el examen al que fue sometido por la Congregación de la Doctrina de la fe en 2012, no significa necesariamente que lo que afirma verbalmente se acompañe de una conducta intachable.

A nuestro parecer, es el don del oportunismo el que ha guiado a este sacerdote a retractarse ante la posibilidad de una segura excomunión que el Arzobispo de Barcelona, el Cardenal Luis Martínez, no se atrevió a aplicar en su día, cuando muchas instituciones católicas le conminaban a hacerlo en consonancia con el canon 1398 del derecho eclesiástico, hasta Monseñor Ignacio Barreiro, el mismo confesor del Papa, ya manifestó en su día como Presidente de VHI – Vida Humana Internacional, su clara preocupación porque no se actuara contra este prelado excomulgándolo ya que en el pasado había pagado abortos.

Así pues, a nosotros como psicólogos y conocedores del comportamiento humano, no nos bastan las palabras, sino que son necesarios los hechos, y nuestro convencimiento de su sincero arrepentimiento solamente será creíble cuando el P. Manuel Pousa renuncie a la Cruz de San Jorge 2009 de la Generalitat de Catalunya (España).

Sus posturas contrarias a la doctrina católica, que han marcado la trayectoria de su vida, han sido :

1) apoyar el matrimonio homosexual en presidios donde ha ejercido su activismo pastoral y por el cual se le otorgó el premio.

2) ofrecimiento económico para costear IVEs – Interrupciones Voluntarias del Embarazo en jóvenes madres cuestión de estado para el gobierno autonómico catalán que ha sufragado con sus presupuestos a clínicas abortistas por millones de euros.

3) haber defendido el sacerdocio femenino o la renuncia al celibato, temas que siempre están en los medios de comunicación que promueve el partido de CiU – Convergència i Unió y ocupa a día de hoy la Generalitat de Cataluña.

Por todas estas razones, no se nos puede pedir que creamos ahora en la moral intachable de este clérigo que en el pasado, ha sido un prohomosexual, abortista y disidente de la Iglesia.

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