Manifiesto Provida en la diada nacional de Cataluña (11 septiembre 2012).

El falso independentismo catalán o el asesinato de los hijos de Cataluña.

La trémula nacionalista despojada de valores morales que distingue al gobierno catalán de hoy, defiende la inmersión lingüística mientras asesina a los catalanes antes de que puedan incluso balbucear en su lengua el amor por su patria, apoya la promulgación de la ley del aborto por Juan Carlos I de la dinastía borbónica, que vuelve a masacrar como el 11 de septiembre de 1714 a sus ciudadanos, rinde pleitesía a la monarquía española con falsas promesas de un independentismo a la carta que reniega de valores cristianos bien definidos por el Obispo de la Seo de Urgel, co-príncipe de Andorra.

El Arzobispo Juan Enrique Vives, prohibe la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo en el único país que representa a los auténticos catalanistas y no a falsos políticos nacionalistas como el Presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Más, que sigue en su afán de continuar matando en el seno de sus hospitales.

Y en esta deriva política, se inmiscuye y entromete el “posibilismo” de la Iglesia española, que en vez de poner en práctica el “rupturismo” con aquella cultura de la muerte respalda al Rey de España, y en su territorio con subvenciones públicas a centros privados se practica el asesinato indiscriminado de millones de neonatos, en el que el Arzobispado de Barcelona, es juez y parte, e incluso cede el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo a esta guarida de criminales que desde su patronato compartido en la MIA – Muy Ilustre Administración entre Ayuntamiento, Generalitat y Arzobispado sigue matando a sus hijos en Cataluña.

Cada día que transcurre es más obvia la intencionalidad latente de quienes detentan la MIA en la archidiócesis barcelonesa tras las declaraciones obtenidas por el P. Custodio Ballester Bielsa de la plataforma de sacerdotes por la vida de las diócesis catalanas en una entrevista fechada a 6 de septiembre del 2011.

Las primeras reacciones del sacerdote José Maria Forcada, miembro de la MIA y nombrado por el Cardenal-Arzobispo Luís Martínez, confirman que en el centro hospitalario se continuarán realizando abortos provocados, quirúrgicos y farmacológicos. Con estas últimas declaraciones se pone de manifiesto la desobediencia del Arzobispado de Barcelona a través de sus representantes, que han desoido las indicaciones de la Congregación de los Obispos de que se retiren de dicho patronato.

La funesta política posibilista del Arzobispado de Barcelona.

Decimos funesta porque significa nefasta, ambas terminologías se definen por el mismo sentido. Y hablamos de política posibilista porque pone en práctica el don del oportunismo político. Nos referimos al Arzobispado de Barcelona, pues el Cardenal Luís Martínez es quien manda en los asuntos religiosos y eclesiásticos de la diócesis barcelonesa.

La frase que titula nos explica en pocas palabras el desastre que ha supuesto la política de pactos con la cultura de la muerte fomentada por un gobierno mal entendido de la archidiócesis, que insiste y se empeña en mantener una posición insostenible desde el punto de vista ético y moral en la MIA del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo.

El hecho de no retirarse del patronato hospitalario en el que se realizan abortos entra en directa confrontación con las órdenes que provienen del Vaticano que ha dicho que se retiren del centro sanitario por ser incompatible su administración en un ámbito clínico que forma parte de la red nacional de hospitales con unidades para la interrupción voluntaria del embarazo.

Sin embargo, y aunque queda clara la necesidad de aplicar una política rupturista, es decir, retirarse de la MIA, el Cardenal-Arzobispo Luís Martinez a través de su prior en el hospital, José María Forcada, han seguido en su interés de mantener un necio, absurdo y estéril estilo posibilista, oportunista y pactista con autoridades públicas, municipales y autonómicas que no sienten arrepentimiento, cargo de conciencia, o culpabilidad ninguna ante la naturaleza de los actos criminales que se están perpetrando, aunque entren en desobediencia con la Santa Sede.

Es comprensible que estas afirmaciones sean dificiles de aceptar, porque fustigan el corazón corrompido de la Iglesia y explican entre otras razones la causa por la que existe una formación política como el Partido Familia y Vida que no ha podido presentarse en la circunscripción de Barcelona en las pasadas elecciones generales del 20 de noviembre del 2011 pues ha quedado excluído por aplicación de la última ley electoral aprobada al no reunir los exigidos apoyos necesarios.

La desestimación por el Tribunal Constitucional del recurso de amparo presentado por el único partido político del movimiento provida en Barcelona que se presentaba a las elecciones generales del 20-N, el PFyV, viene a demostrar de manera definitiva que quienes mandan en la archidiócesis barcelonesa prefieren mantenerse en la administración de un centro sanitario abortista en el que se practican interrupciones voluntarias del embarazo sacrificando el principio innegociable del respeto por la vida, que poner en practica una política rupturista con la cultura de la muerte que implique su retirada inmediata y sin condiciones del patronato hospitalario con el fin de apoyar a la única formación política que se mantiene en su firme convicción de los principios innegociables en defensa de la vida.

En los comicios electorales de 1986, hace más de 25 años, el Movimiento Ecologista de Cataluña defendía a través de la candidatura del miembro núm. 23 de la mesa de candidatos para la cámara de diputados, la personalidad jurídica del embrión humano en sintonía con la victoria obtenida por Greenpeace en la Corte Europea de Justicia con fecha 18 de octubre del 2011 por la cual se prohibe atentar contra su vida.

En aquella época obtuvieron suficientes votos como para cubrir el 0.10 % del censo electoral que ahora exige la nueva ley de partidos para presentarse como formación política. Sin embargo, las disidencias internas y posteriores en la agrupación ecologista y pacifista catalana provocaron su disolución, razón por la cual se extinguió y el remanente más izquierdista del MEC en los siguientes años formó coalición con los comunistas (IC-V : Iniciativa por Cataluña – Verdes) abandonando como así ha hecho el Arzobispado de Barcelona, un cuarto de siglo después, la convicción de que el derecho a la vida no es negociable.

Es cierto como la vida misma, que ser católico en la más pura ortodoxia y fidelidad a las enseñanzas del magisterio pontificio y el Santo Padre, resulta a día de hoy, una auténtica heroicidad en la ciudad condal. Los lamentables acontecimientos y motivos que nos llevan a realizar esta afirmación son sobradamente conocidos, el aborto en la Iglesia catalana está mucho más extendido y es más numeroso que los escasos contingentes que representan la legítima lucha en defensa del niño por nacer, las agrupaciones más conocidas no han conseguido ni tan siquiera los apoyos necesarios de la diócesis barcelonesa para poder concurrir a las últimas elecciones generales.

En definitiva, si hay algo que no se debe hacer es lo que está ordenando la Iglesia en Barcelona que por su implicación con la cultura de la muerte ha sacrificado o comprometido su integridad ética y moral, manteniendo a toda costa en máximos órgano de gobierno y dirección a quienes asienten ante verdaderos criminales que tienen por norma y principio asesinar sin ninguna piedad y que no cejarán en su empeño de seguir matando a seres humanos en el seno de sus hospitales. Ha llegado el momento de denunciar las prebendas que recibe la Iglesia catalana, en concreto la funesta política posibilista del Arzobispado de Barcelona, que ha sucumbido a las seducciones del poder y el prestigio social, decidiendo desobedecer a Roma y no retirarse de la administración de una institución hospitalaria que practica abortos quirúrgicos y farmacológicos.

No obstante, si quienes nos traicionan no tienen reparo en ventilar sus vergüenzas en público, cuanto menos quienes con razón los denuncian deberán obrar en consecuencia, porque es necesario que exista alguien que despierte las conciencias anestesiadas de los cristianos. Efectivamente, seguiremos practicando la misma política rupturista a pesar del estilo posibilista de jerarcas de la Iglesia como el Cardenal Luis Martínez, o políticos como Miró Ardèvol y el catolicismo social en Barcelona.

Continuación …