8 enero 2008, 13:44

Un estudio etológico y espacial con variables ambientales (III). 

Notas y Textos. 

Comentario y Discusión. 

Es momento de considerar la situación de hacinamiento en cautiverio. Esta ha reducido notablemente el espacio vital de la especie. En los estudios de Psicología Ambiental, el hacinamiento está relacionado con el concepto de densidad (over crowding), por el cual los individuos y grupos utilizan el espacio como algo limitado, teniendo que estructurar sus actividades con respecto a él. Diversos estudios confirman que diferentes estrategias de ocupación del espacio forman los diferentes tipos de relaciones sociales, así los animales densamente concentrados pueden mostrar signos de hipertensión nerviosa, creándose un estado motivacional por el cual se plantea la necesidad de más espacio.

En la unidad natural en cuestión, se han detectado numerosas formaciones grupales de gran, medio y pequeño tamaño, que solo necesitan de la cinesis dependiente de cualquier factor que actúe como agente de atracción. Así, la densidad resulta de un espacio restringido, en el que simultáneamente, se suceden hacinamientos provocados por una R direccional o de orientación a una condición ambiental específica, como es la VA sol. Estos pueden denominarse agrupamientos tropistas o cinésicos que se hallan dentro de una unidad natural con alta densidad socioespacial. No necesitan comprender interacciones sociales, tan solo R a E ambientales, por lo cual no dependen del comportamiento sino del contexto ambiental. De esta forma, el presente estudio constata la aparición de agrupamientos cinésicos a partir de la VA sol que delimita espacios que organizan los diferentes desplazamientos e interacciones sociales, aunque estas últimas pueden operar con independencia de las condiciones ambientales.

El desarrollo del comportamiento siempre implica una compleja interacción de factores genéticos y ambientales. Por ello, la mera agrupación de individuos como R o acto motor hacia el sol, incluye : 1. Un componente que se relaciona con la conservación de la propia homeostasis térmica corporal, por medio del condicionamiento solar. 2. Otro componente que se relaciona con la R de orientación de los E que en función del sol organizan el uso del espacio. 3. Y un tercer componente que junto a las circunstancias físicas implica la interacción social. Con lo que se confirma que el medio ambiente en el que viven los animales es una realidad ecológica (Shotter, 1983).

En cuanto a la propia estructura social, nos acogemos a las ideas sobre las pautas de organización social planteadas por G. Mcbride (1975). Asimismo, suponemos la intervención de aspectos diferenciales como son : la territorialidad, el mantenimiento de las distancias interindividuales, asociado a las relaciones de dominio, con la jefatura-guía, al cuidado materno y a la estimulación mutua. No obstante, el concepto de territorialidad está ausente en esta comunidad en relación con el hábitat natural, en cuanto a espacios prefijados para una actividad concreta (no existirá lo que en términos etológicos se entiende por home range), dado el escaso espacio en el que se hallan los papiones. La territorialidad se expresa en función del espacio personal de cada papión, manteniendo distancias interindividuales a través de conductas de evitación. Atentar contra este espacio es atentar contra la intimidad personal y territorial (Hall, 1978). Por ello, se tratará más de un territorio movible, dependiente del grado de movilidad, evitación y agresión que manifieste el papión para conservar su espacio vital. De esta forma, la baja estabilidad grupal expresa indirectamente la tensión grupal a la que se ven sometidos los papiones en el espacio, agravado por la conducta agresiva, por la cual se puede obtener violentamente una ampliación del espacio territorial, siendo la pauta instintiva de conducta territorial (Morgan y Nort, 1980). En situación de cautiverio y aglomeración, la agresividad se acentúa en grado máximo por la situación tensional a la que se ven sometidos los papiones. Como ha descrito C. Riba (1982), desde su espacio territorial un individuo actúa como un organismo defensivo, lo que origina que en cualquier violación de este espacio desencadene automáticamente una serie de reacciones, tanto de orden interno (estrés) como comportamentales (agresión).

En relación a la tipificación del grupo, podemos apreciar que existe una estructura piramidal cerrada, propia de las comunidades de papiones, por la cual a un macho dominante le corresponde un harén. Parece ser, pues, que la estructura básica social no queda alterada en cautiverio. El dominio está detentado por los individuos A 1, que ostentan el control de una serie extensa de tareas grupales, siendo objeto de un número creciente de atenciones por parte de B 1, como la ejecución del alo-grooming. Con respecto a la conducta heterosexual, los A 1 suelen relacionarse con B 2, dado que las B 1 suelen impartir la conducta materno-filial. El rol de los A 2 suele ser el menos definido, en relación a los demás congéneres, a no ser que fomenten la conducta lúdica de los AB 3 o se dediquen a variadas tareas. Se establece, como las observaciones indican, un rango social a razón de la tendencia de ocupación en tareas de cada individuo, con la consiguiente distribución de capacitaciones. Esto concuerda con la idea de Mcbride (1975) y C. Russell (1975) que, paralelamente, afirman que se establecen distintos roles sociales con características jerárquicas de dominación y subordinación, en espacios con alta densidad socioespacial, en función de unas reglas estrictas de comportamiento social, para reducir el estado de estrés. Asimismo, muestra de ello es la aparición de una conducta continua y reiterada de rascar el suelo, que se da normalmente después de una conducta agonística-anagonística, y antes o después de la heterosexual, esencialmente en los A 1 y B 2, respectivamente, y luego en los A 2 y en B 1. Se trata, básicamente, de una serie de movimientos estereotipados, que actúan como fuente de comunicación, y por medio de los cuales se evidencia la intención del individuo a nivel social, tanto en situaciones conflictivas entre huida y ataque, o entre monta y evitación. Apoyándonos en nuestra experiencia, podemos decir que este comportamiento se halla completamente ritualizado y sirve como mecanismo para el control de tensiones. Igualmente, se dan conductas simultáneas, o actividades de desplazamiento (Klopfer, 1974), cuando el papión se comporta agresivamente y de repente muestra un comportamiento que normalmente es característico de un contexto distinto. Ejemplo de ello son las disputas por la monta entre los machos y las hembras, donde estas últimas recurrían rápidamente al macho dominante del cual dependían en ese período, para ejecutar el alo-grooming y evitar tensiones. La conducta alo-grooming, tanto en situación natural como en cautiverio, es una de las conductas sociales más repetidas, constituyendo un factor de acentuado carácter social, que junto a la conducta lúdica, de protección y materno-filial, fomenta la cohesión grupal y facilita los lazos sociales.

En el hábitat natural suele predominar el don del oportunismo donde se aprovechan las fuentes de alimentación omnívoras que se les presenta a los papiones más oportunamente. Como afirma U. Nagel (1973) en un home range, la especialización diferencial del espacio tendrá en cuenta el sistema de alimentación y reposo, con características determinadas según la especie, hamadryas y/o anubis (e híbridos), en función del factor genético socioambiental. Demaret (1983) describe dos tipos de socioalimentación : 1. El vagabond feeding, que implica vagabundeo individual; 2. El comensalism, que es una reunión colectiva de consumición alimentaria. Según Bilz (1971), los papiones cautivos, al disponer de menor espacio entre ellos, comen respetando las reglas impuestas por la jerarquía, para evitar la aparición de conflictos, si bien esta situación dista de adaptarse a nuestras observaciones, a partir de las cuales hemos hallado un cierto grado de conductas agonísticas y anagonísticas, debido a la acción de no respetar el orden de jerarquía. A partir de aquí, vemos que el cautivero condiciona, de alguna forma, las conductas sociales de los papiones. Por otra parte, a nivel social, la característica del concepto de aglomeración afecta la capacidad que uno tiene de controlar las interacciones con los demás (Zlutnick y Altman, 1972). Así, cuando los mecanismos de control de la interacción social se convierten en excedentes de tensión, cuando la situación especial de hacinamiento en cautiverio fuerza a reducir la distancia entre los papiones, así como a alterar profundamente su conducta social, cuando la realidad ecológica potencia aglomeración organizando un uso más restringido del espacio, podemos hablar realmente de la existencia de comportamientos conflictivos. Más específicamente :

1. La presencia de un incremento de conductas de presentación de sexo, de inspección de zonas genitales y de otras conductas observables de carácter sexual es obvia, con respecto al estado en libertad.

2. Conductas de homosexualidad y masturbación suelen darse más a menudo en papiones en cautiverio.

3. El estrés puede provocar conflictos extra-sujetos (+), originando conductas de aislamiento (frustración), acompañadas de conductas masturbatorias.

4. Existe un considerable incremento de conductas heterosexuales, acompañadas incluso de agarramiento de cola por parte del macho, durante prolongados períodos de tiempo.

5. Aumento claramente marcado, en papiones cautivos, de conductas agresivas (agonísticas). Por una parte, la intención de contraer contacto heterosexual, en pugna por una hembra, comporta en extremo conductas agresivas. Por otra parte, se manifiestan constantes agresiones en la pugna alimentícia. Podría muy bien explicarse, como dice Barnett (1967), por el aglomeramiento y por la ruptura del sistema de estatus que, al igual que el exceso de comunicación, produce estrés considerables.

6. También observamos, en nuestro registro, grados considerables de conductas de protección, como resultado de conductas anagonísticas siguientes a la agresión.

7. Parece necesario destacar la importancia que ejerce el juego en estas comunidades sociales : hay individuos, generalmente AB 3, predispuestos a jugar, y estos, además, tienen una probabilidad mayor de inducir conductas de alo-grooming, lo que nos lleva a pensar que la relación parece evidente, puesto que el juego implica una ausencia de motivaciones conflictivas y un carácter social claramente marcado, y por su lado, el alo-grooming es un fortalecedor de los lazos sociales. Todo esto indica que existen pautas conductuales que favorecen la integración del comportamiento social, compensando en su caso el exceso de comunicación grupal y los excedentes de tensión.

Sin más, nuestra intención seguirá siendo un intento de abrir nuevos caminos de aplicación de la Psicología al estudio del individuo humano en su entorno o medio ambiente, que homólogamente está reflejado en el campo de la Etología.

Agradecimientos.

Agradecemos la colaboración prestada por el Zoológico de Barcelona, y en especial al Doctor Jordi Sabater i Pí.

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