12 febrero 2008, 16:45

Cuaresma: tiempo de afrontar el mal junto a Cristo 
martes, 12 de febrero de 2008, 16:30:10 | FPC. 

Ciudad del Vaticano, 10 feb 2008 (VIS).- Hoy, primer domingo de Cuaresma, el Santo Padre recordó a los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus, que iniciar ese tiempo litúrgico significa "dedicar un empeño particular al combate espiritual que nos contrapone al mal presente en el mundo, en nosotros y a nuestro alrededor".

La Cuaresma, quiere decir, prosiguió el Papa, "mirar al mal de frente y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la última que es Satanás. Significa no descargar el problema del mal sobre los demás, sobre la sociedad o sobre Dios, sino reconocer la propia responsabilidad y hacerse cargo de ella".

Por eso, para los cristianos es apremiante "la invitación de Jesús a tomar cada uno su propia cruz y seguirlo con humildad y confianza", porque "la "cruz", por pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de desgracias que hay que evitar lo mejor posible, sino una oportunidad para seguir a Cristo y así adquirir fuerzas en la lucha contra el pecado y el mal".

"Entrar en la Cuaresma es por lo tanto – subrayó Benedicto XVI -renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto a Cristo. El camino de la Cruz es efectivamente el único que lleva a la victoria del amor sobre el odio, de la división sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia".

El Santo Padre señaló después que este año el inicio de la Cuaresma coincide con el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen en Lourdes (11 de febrero de 1858). "En el mensaje que la Virgen sigue difundiendo desde Lourdes -dijo- resuenan las palabras que Jesús pronunció al principio de su misión pública: (…) "Convertiros y creed en el Evangelio", rezad y haced penitencia. Acojamos la invitación de María (…) y pidámosle que nos haga "entrar" con fe en la Cuaresma para vivir este tiempo de gracia con alegría interior y compromiso generoso".

Antes de rezar el Ángelus, el Papa confío a la Virgen los enfermos y cuantos los atienden, recordando que mañana, 11 de febrero, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.

Nuestros dolores son también dolores de Cristo y María.

Ciudad del Vaticano, 11 feb 2008 (VIS).- A las 16,00 de hoy, memoria de Nuestra Señora de Lourdes, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, presidió la Santa Misa en la basílica vaticana para los enfermos y peregrinos de la UNITALSI (asociación italiana para el transporte de los enfermos a Lourdes y a los santuarios internacionales) y de la Opera Romana Pellegrinaggi, con motivo de la XVI Jornada Mundial del Enfermo.

El purpurado recordó al inicio de la homilía que hoy se conmemora precisamente el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen a Bernadette Soubirous en la gruta de Massabielle.

Comentando algunos puntos del mensaje de Benedicto XVI para esta Jornada, donde subraya la íntima relación que existe entre el misterio eucarístico, el papel de María en el proyecto de salvación, y la realidad del dolor humano, el cardenal Lozano se preguntó "si es posible experimentar el dolor de Cristo en nuestros dolores para hallar en ellos felicidad y alegría. La respuesta -afirmó- solo la puede dar el Espíritu Santo, fundiendo nuestro dolor con el de Cristo mediante su infinito Amor".

Tras subrayar que la Eucaristía es el memorial de la muerte de Cristo, el presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud explicó que "la realidad del misterio del dolor, que en Cristo se convierte en positivo, creador, redentor, felicidad y alegría, sin dejar de ser el máximo dolor, es la Eucaristía. La participación en la Eucaristía es el camino concreto para hacer entrar en el padecimiento de Cristo nuestros propios padecimientos. Esta es la comunión eucarística. La Eucaristía es así nuestra cruz y nuestra resurrección. Es el único y verdadero remedio al dolor. Es la medicina de la inmortalidad".

El cardenal Lozano puso de relieve que "para responder al amor pleno de la Cruz se exige un "sí" total al plan misterioso redentor, un "sí" que signifique la plenitud del Amor. Este "sí" total de Amor es la Inmaculada Concepción de nuestra Madre María", que "se asoció en el Calvario como corredentora del Salvador. (…) Cristo sufrió en la Cruz todos los dolores que sufrió su Madre Santísima. Y Ella sufre en Cristo todos nuestros dolores, los asume y sabe cómo compadecerlos con nosotros. Nuestros dolores son también sus dolores".

"El sufrimiento -continuó- tiene un valor en cuanto que la muerte de Cristo conlleva inseparablemente su resurrección. Con otras palabras, el sufrimiento vale en cuanto que se dirige a derrotarlo. Entonces, el mismo sufrimiento, entendido en clave cristiana, nos impulsa a combatirlo en esta vida, como un anticipo de la resurrección".

"Por eso -dijo el purpurado-, la Eucaristía, como participación en el sufrimiento de Cristo, nos mueve a curar a nuestros hermanos enfermos. (…) Se trata de compartir la alegría de la resurrección -concluyó-, venciendo la muerte en su cotidiana presentación en la enfermedad. Aquí encontramos el motor que nos empuja a luchar contra toda enfermedad para procurar la salud a todos. De aquí nace la obligación de progresar siempre en el campo del arte y de la ciencia médica y de continuar con sus extraordinarios adelantos actuales".

correo-electronico.png auschwitz.jpg cec-ere.png bandera-suiza.gif robert-ezra-park.jpg libre.jpg ecopacifismo.png


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *