21 julio 2008, 17:22

Sumario del viaje del Papa a Australia (IIª Parte) 
lunes, 21 de julio de 2008, 16:31:11 | FPC. 

Viaje apostólico a Australia con ocasión de la celebración de la JMJ – Jornada Mundial de la Juventud. 12-21 de Julio de 2008. 

19-20 Julio : 

– Una renovación para toda la Iglesia en Australia. 
– Transformad vuestras vidas acogiendo al espíritu santo. 
– Jóvenes: construid un futuro de esperanza para la humanidad. 
– Madrid, la capital española, sede de la JMJ 2011. 
– Gracias por la confianza demostrada a los jóvenes. 

21 Julio : 

– El Papa encuentra a víctimas de abusos sexuales. 
– Testigos directos de la alegría que se encuentra en la fe. 
– La Iglesia puede llenarse de esperanza por el mundo del mañana. 

Una renovación para toda la Iglesia en Australia.

Ciudad del Vaticano, 19 Jul 2008 (VIS).- A las 9,30, el Papa celebró la Santa Misa con los obispos y sacerdotes australianos en la Catedral de Santa María de Sydney, que está dedicada a María, Auxilio de los Cristianos, patrona de Australia.

Refiriéndose al comienzo de la homilía al nuevo altar de la catedral que iba a dedicar, el Santo Padre afirmó que “en la liturgia de hoy, la Iglesia nos recuerda que, como este altar, también nosotros estamos consagrados, puestos “aparte” para el servicio de Dios y la construcción de su reino. Sin embargo, con demasiada frecuencia -dijo-, nos encontramos inmersos en un mundo que desearía “arrinconar” a Dios. En el nombre de la libertad y la autonomía humanas, el nombre de Dios es silenciado, la Religión es reducida a devoción personal y la fe se rechaza en los ámbitos públicos. A veces esta mentalidad, tan opuesta a la esencia del Evangelio, puede incluso ofuscar nuestra misma comprensión de la Iglesia y de su misión”.

“También nosotros -continuó- podemos caer en la tentación de reducir la vida de fe a una cuestión de mero sentimiento, debilitando así su poder de inspirar una visión coherente del mundo y un diálogo riguroso con las otras muchas visiones que compiten en la conquista de las mentes y los corazones de nuestros contemporáneos”.

Benedicto XVI puso de relieve que la historia, sin embargo, “demuestra que la cuestión de Dios nunca puede ser silenciada y que la indiferencia respecto a la dimensión religiosa de la existencia humana disminuye y traiciona al mismo ser humano. (…) ¿No es este -preguntó- el misterio de la fe que se proclama desde este altar en cada celebración eucarística?”.

“Allí donde se empequeñece al ser humano, el mundo que nos rodea queda mermado; pierde el propio significado último y no alcanza su objetivo. El resultado es una cultura, no de la vida, sino de la muerte. ¿Cómo se puede considerar esto un “progreso”? Al contrario, es un paso atrás, una forma de retroceso, que en último término seca las fuentes mismas de la vida, tanto de las personas como de toda la sociedad”.

Tras hacer hincapié en que “la liturgia de hoy nos ofrece un símbolo elocuente de aquella transformación espiritual progresiva a la que está llamado cada uno de nosotros”, el Santo Padre exclamó: “¡Que esta celebración, en presencia del Sucesor de Pedro, sea un momento de reedificación y de renovación de toda la Iglesia en Australia!”.

“Deseo hacer aquí un inciso para reconocer la vergüenza que todos hemos sentido a causa de los abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos de esta nación. Estoy muy apenado por el dolor y el sufrimiento que han padecido las víctimas, y les aseguro que, como su pastor, también comparto su sufrimiento. Estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco. Han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia. Os pido a todos que apoyéis y ayudéis a vuestros obispos, y que colaboréis con ellos en combatir este mal. Las víctimas deben recibir compasión y asistencia, y los responsables de estos males deben ser llevados ante la justicia. Es una prioridad urgente promover un ambiente más seguro y más sano, especialmente para los jóvenes”.

Dirigiéndose posteriormente a los jóvenes religiosos, religiosas y seminaristas presentes, el Papa les alentó a “entrar con sinceridad y de modo profundo en la disciplina y en el espíritu de los programas de formación. Caminad cada día -dijo- a la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y litúrgica, alimentados por la meditación de la palabra inspirada por Dios. (…) Que la celebración cotidiana de la Eucaristía sea el centro de vuestra vida”.

El Papa pidió a los seminaristas y religiosos que conformaran cada día su vida “a la amorosa auto-oblación del Señor mismo en obediencia a la voluntad del Padre. De este modo, descubriréis la libertad y la alegría que pueden atraer a otros a ese Amor que va más allá de cualquier otro amor como su fuente y su cumplimiento último”.

“No olvidéis jamás -añadió el Santo Padre- que la castidad por el Reino significa abrazar una vida completamente dedicada al amor, a un amor que os hace capaces de dedicaros sin reservas al servicio de Dios para estar plenamente presentes entre los hermanos y hermanas, especialmente entre los más necesitados. Los tesoros más grandes que compartís con otros jóvenes -vuestro idealismo, la generosidad, el tiempo y las energías- son los verdaderos sacrificios que depositáis sobre el altar del Señor. ¡Tened siempre en cuenta este magnífico carisma que Dios os ha dado para su gloria y para la edificación de la Iglesia!”.

Después de la misa, Benedicto XVI almorzó con los obispos australianos y con su séquito en la Cathedral House.

Transformad vuestras vidas acogiendo al espíritu santo.

Ciudad del Vaticano, 19 Jul 2008 (VIS).- Benedicto XVI llegó poco antes de las 19,00 (las 11,00 de Roma) al hipódromo de Randwick, el más importante de Australia, para celebrar la vigilia de la JMJ con los jóvenes. El hipódromo, que tiene un aforo de 300.000 personas acogió en el pasado las visitas de Pablo VI (1970) y de Juan Pablo II (1986) y fue escenario en 1995 de la beatificación de Sor Mary MacKillop.

La vigilia comenzó con el hipódromo a oscuras para iluminarse poco a poco con las luces llevadas por bailarines en el podium que representaban la apertura al Espíritu Santo. A continuación, la Cruz y el estandarte de la JMJ se colocaron en el escenario para esperar al Papa, que entró acompañado de 12 peregrinos, mientras la asamblea cantaba el himno "Nuestra Señora de la Cruz del Sur".

Una mujer indígena abrió la ceremonia encendiendo las velas que llevaban los 12 peregrinos, que a su voz encendieron las de la Asamblea y las de los obispos. Después siete jóvenes invocaron al Espíritu Santo por la intercesión de los patronos de la JMJ.

"Esta noche fijamos nuestra atención sobre cómo convertirnos en testigos -dijo Benedicto XVI dirigiéndose a los jóvenes-. (…) Sabéis que nuestro testimonio cristiano se ofrece a un mundo que es frágil en muchos aspectos. La unidad de la creación se debilita por heridas profundas cuando las relaciones sociales se rompen o cuando el espíritu humano es casi completamente aplastado por la explotación y el abuso de las personas. Efectivamente, la sociedad contemporánea atraviesa por un proceso de fragmentación debido a una forma de pensar que es, por su naturaleza, de corto alcance porque deja de lado el horizonte completo de la verdad, verdad relativa a Dios y a nosotros. Por su misma naturaleza, el relativismo no consigue ver el cuadro entero. Ignora los principios que nos hacen capaces de vivir y crecer en la unidad, en el orden y la armonía".

"La unidad y la reconciliación no pueden alcanzarse solo mediante nuestros esfuerzos. Dios nos hizo uno para otro y sólo en Dios y en su Iglesia encontramos la unidad que buscamos. Y no obstante, frente a las imperfecciones y las desilusiones, tanto individuales como institucionales, a veces tenemos la tentación de construir artificialmente una comunidad "perfecta". No es una tentación nueva. En la historia de la Iglesia hay muchos ejemplos de intentos de esquivar (…) las debilidades y los fallos humanos para crear una unidad perfecta, una utopía espiritual".

Pero esos intentos de construir la unidad, observó el Papa, "en realidad la socavan. Separar al Espíritu Santo del Cristo presente en la estructura institucional de la Iglesia comprometería la unidad de la comunidad cristiana, que es precisamente un don del Espíritu Santo. (…) Por desgracia, la tentación de "ir adelante solos" persiste. Algunos hablan de sus comunidades locales como de algo separado de la llamada Iglesia institucional, describiendo la primera como flexible y abierta al Espíritu, y la segunda como rígida y privada del Espíritu".

"¡La unidad pertenece a la esencia de la Iglesia Católica!”, exclamó el Santo Padre. “Es un don que debemos reconocer y apreciar. Esta noche rezamos por nuestro propósito de cultivar la unidad, de contribuir a ella, de resistir a cualquier tentación de abandonarla . Lo que podemos ofrecer al mundo es precisamente la amplitud, la vasta visión de nuestra fe, sólida, y al mismo tiempo abierta, consistente pero dinámica, verdadera y sin embargo, siempre apuntando hacia un conocimiento más profundo".

"¡Sabed escuchad! A través de las disonancias y las divisiones del mundo ¿oís la voz unida de la humanidad?", preguntó Benedicto XVI a los jóvenes, subrayando que de esa voz común "sube el mismo grito (…) que anhela un reconocimiento, una pertenencia, la unidad. ¿Quién satisface este deseo humano esencial de ser uno, de estar inmerso en la comunión, (…) de ser guiado a la verdad? ¡El Espíritu Santo! Su función es ésta: cumplir la obra de Cristo. Enriquecidos con los dones del Espíritu Santo tendréis fuerza para ir más allá de las visiones parciales, de la utopía vacía, de la fugaz precariedad, para ofrecer la coherencia y la certeza del testimonio cristiano".

El Santo Padre explicó que el Espíritu Santo "ha sido, en varios modos, la Persona olvidada de la Santísima Trinidad" y que "su clara comprensión parece casi fuera de nuestro alcance". Sin embargo, citando a San Agustín, habló de las tres intuiciones del obispo de Hipona sobre el Espíritu Santo, que facilitan de alguna manera su comprensión como "vínculo de unidad en el interior de la Santísima Trinidad", es decir "unidad como comunión, unidad como amor duradero, unidad como donante y don".

San Agustín afirma, recordó el Papa, que "las dos palabras, Espíritu y Santo, se refieren a aquello que pertenece a la naturaleza divina: (…) a lo que comparten el Padre y el Hijo, a su comunión. Por eso, si la característica propia del Espíritu es ser lo "compartido" del Padre y el Hijo, (…) la cualidad peculiar del Espíritu Santo es la unidad".

"La unidad verdadera no puede basarse nunca en relaciones que nieguen la misma dignidad de las personas. Y tampoco la unidad es la simple suma total de los grupos con los que a veces intentamos definirnos. De hecho, solamente en la vida de comunión la unidad se sostiene y la identidad humana se realiza plenamente: reconocemos la necesidad común de Dios, respondemos a la presencia unificadora del Espíritu Santo y nos entregamos los unos al servicio de los otros".

Otro signo de la presencia del Espíritu Santo, comentó el Santo Padre, es "el amor. Las ideas o las palabras carentes de amor, aunque parezcan sofisticadas o sagaces, no pueden proceder "del Espíritu". Además, el amor tiene una característica particular: (…) su fin es permanecer. Por naturaleza, el amor es duradero. (…) El Espíritu Santo ofrece amor al mundo: amor que disipa la incertidumbre, que supera el miedo del engaño, que lleva en sí la eternidad; el amor verdadero que nos incorpora a la realidad que permanece".

En cuanto a la intuición de don, Benedicto XVI afirmó que el Espíritu Santo es "Dios que se entrega eternamente, como una fuente inagotable, se ofrece siempre. Observando este don incesante, vemos los límites de lo que es perecedero, la locura de una mentalidad consumista. En particular, empezamos a entender porqué la búsqueda de las novedades nos deja insatisfechos y deseosos de algo más. ¿No estamos buscando un don eterno? ¿La fuente que jamás se agota?".

"¡Queridos jóvenes: hemos visto que el Espíritu Santo realiza la maravillosa comunión de los creyentes en Cristo Jesús. Fiel a su naturaleza de dador y al mismo tiempo de don, actúa ahora sirviéndose de vosotros. Inspirados por las intuiciones de San Agustín, haced que el amor unificador sea vuestra medida, el amor duradero vuestro desafío, el amor que se entrega vuestra misión1".

"¡Invoquemos al Espíritu Santo: es el artífice de las obras de Dios! -concluyó el pontífice-. ¡Dejad que sus dones os moldeen! Al igual que la Iglesia comparte el mismo camino con toda la humanidad, vosotros estáis llamados a vivir los dones del Espíritu entre los altibajos de la vida cotidiana. Haced que vuestra fe madure mediante los sacramentos. (…) La vida, no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito. Estar verdaderamente vivos es ser transformados desde el interior, estar abiertos a la fuerza del amor de Dios. Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones. Liberad estos dones. Que la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza”.

Finalizado su discurso, tuvo lugar la presentación de los 24 candidatos a quienes el Papa conferirá mañana el sacramento de la Confirmación. La vigilia proseguirá toda la noche con la adoración eucarística, que se alternará con momentos de silencio y preparación a la Santa Misa de mañana domingo.

Jóvenes : construid un futuro de esperanza para la humanidad.

Ciudad del Vaticano, 20 Jul 2008 (VIS).- El Papa se trasladó en helicóptero desde el helipuerto de Victoria Barracks hasta el Centennial Park, un parque público de 1888. Desde allí, se dirigió en papamóvil hasta el Hipódromo de Randwick, que recorrió mientras saludaba y bendecía a los 350.000 jóvenes de todo el mundo que iban a participar en la Santa Misa de clausura de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud. Durante la celebración eucarística, el Santo Padre administró el sacramento de la Confirmación a 24 jóvenes.

Refiriéndose al tema de la JMJ: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos”, el Papa afirmó en la homilía que “como fuente de nuestra vida nueva en Dios, el Espíritu Santo también es, de un modo muy real, el alma de la Iglesia, al amor de nos une al Señor y entre nosotros y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas de la gracia de Dios en todos nosotros”.

Tras poner de relieve que “la fuerza del Espíritu nunca deja de llenar la vida de la Iglesia”, Benedicto XVI señaló que “sin embargo, esta fuerza, la gracia del Espíritu, no es algo que podamos merecer o conquistar; solo podemos recibirla como puro don”.

“Tenemos que permitir -continuó- que el amor de Dios penetre en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestra aridez espiritual, de nuestro conformismo ciego con el espíritu de nuestro tiempo. Solo entonces podemos permitirle que encienda nuestra imaginación y plasme nuestros deseos más profundos. Por eso, la oración es tan importante: la oración cotidiana privada en la tranquilidad de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia”.

El Papa dio las gracias a Dios por el don de la fe, “que ha llegado hasta nosotros, en este tiempo y en este lugar”, y de modo especial, “a los heroicos misioneros, sacerdotes y religiosos comprometidos, padres y abuelos cristianos, maestros y guías que han edificado la Iglesia en estas tierras”. En este contexto, recordó a la beata Mary MacKillop, a san Pedro Chanel y al beato Pedro To Rot.

Dirigiéndose a cada uno de los jóvenes presentes, el Santo Padre preguntó: “¿Qué dejaréis a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis viviendo vuestras vidas, dejando espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, o incluso rechazarlo en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la “fuerza” que el Espíritu Santo está dispuesto a difundir ahora sobre vosotros?”.

“Reforzada por el Espíritu y con una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está llamada a contribuir a la construcción de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada con atención, no rechazada o temida como una amenaza y por tanto, destruida. Una nueva época en la que el amor no sea ávido o egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los demás, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie alegría y belleza. Una nueva era en la que la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y del egoísmo que dañan nuestras almas y envenenan las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos -añadió-, el Señor os está pidiendo que seáis profetas de esta nueva época, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente al Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad”.

Benedicto XVI subrayó que “el mundo necesita esta renovación. En muchas sociedades, junto a la prosperidad material, se está extendiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un sentido escondido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros coetáneos -preguntó- han construido cisternas rotas y vacías en una búsqueda desesperada de sentido, del sentido último que solo puede dar el amor?”.

“¡También la Iglesia -exclamó el Santo Padre- necesita esta renovación! Tiene necesidad de vuestra fe, de vuestro idealismo y de vuestra generosidad para poder ser siempre joven en el Espíritu”.

El Papa alentó a los chicos y chicas a abrir el corazón a la fuerza del Espíritu Santo. “Dirijo este llamamiento de modo especial -dijo- a aquellos que son llamados a la vida sacerdotal y consagrada. ¡No tengáis miedo de decir que “sí” a Jesús, de hallar vuestra alegría en hacer su voluntad, donándoos completamente para llegar a la santidad y usando vuestros talentos al servicio de los demás!”.

Refiriéndose al sacramento de la Confirmación que iba a conferir posteriormente a varios jóvenes, preguntó a los presentes qué significa recibir el “sello” del Espíritu Santo. “Significa -terminó- ser marcados indeleblemente, cambiados inalterablemente, significa ser nuevas criaturas; (…) no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio llene nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor”.

Madrid, la capital española, sede de la JMJ 2011.

Ciudad del Vaticano, 20 Jul 2008 (VIS).- En el Ángelus que siguió a la Santa Misa, Benedicto XVI propuso a los jóvenes una reflexión sobre María, "mujer joven en coloquio con el ángel que la invita, en nombre de Dios, a una entrega particular de sí misma, de su vida, de su futuro como mujer y madre".

"Podemos imaginar cómo María se sentía en aquel momento: trepidante, arrollada por la perspectiva que se abría ante sus ojos", observó el Papa, que explicó cómo "el ángel comprendió su preocupación e inmediatamente intentó tranquilizarla" con las palabras: "No temas María, el Espíritu Santo descenderá sobre tí". Fue el Espíritu quien le dio fuerza y valor para responder a la llamada del Señor, (…) quien la ayudó a comprender el gran misterio que se iba a cumplir por medio de ella".

"Esta escena constituye, probablemente, el momento cumbre en la historia de la relación de Dios con su pueblo. En el Antiguo Testamento Dios se había revelado de forma parcial y gradual, como hacemos todos en nuestras relaciones personales. (…) La Alianza con Israel fue como un período de (…) largo noviazgo hasta que llegó el momento definitivo, el matrimonio, la realización de una alianza nueva y eterna. En aquel momento María, ante el Señor, representaba a toda la humanidad. En el mensaje del ángel Dios lanzaba una propuesta de matrimonio a la humanidad. Y en nuestro nombre, María dijo sí".

"En los cuentos -prosiguió el pontífice- la historia termina aquí "y vivieron felices y contentos". Pero en la vida real no es tan fácil. María tuvo que enfrentarse a muchas dificultades a consecuencia de aquel sí (…). Simeón profetizó que una espada le atravesaría el corazón. Cuando Jesús tenía doce años pasó los peores momentos que cualquier madre puede experimentar cuando, durante tres días, perdió a su Hijo. Y después de la actividad pública de Jesús, sufrió la agonía de estar presente en su crucifixión y muerte. A través de tantas pruebas, permaneció siempre fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y fue recompensada con la gloria".

"También nosotros debemos permanecer fieles al sí con que aceptamos la oferta de amistad por parte del Señor. Sabemos que no nos abandonará nunca (…) que nos sostendrá siempre con los dones del Espíritu. María aceptó la "propuesta" del Señor en nuestro nombre. Dirijámonos a ella y pidámosle que nos guíe en las dificultades para permanecer fieles a la relación vital que Dios entabló con cada uno de nosotros".

Después de rezar el Ángelus Benedicto XVI saludó en italiano, francés, alemán, español y portugués a los jóvenes de distintos países que llenaban el Hipódromo. Y se despidió con estas palabras: "Ha llegado el momento de decirnos adiós, o mejor hasta pronto. Os doy las gracias por haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud 2008 en Sydney y espero volver a veros dentro de tres años. La Jornada Mundial de la Juventud 2011 se celebrará en Madrid, en España. Hasta entonces recemos unos por otros y demos al mundo nuestro gozoso testimonio de Cristo".

Gracias por la confianza demostrada a los jóvenes.

Ciudad del Vaticano, 20 Jul 2008 (VIS).- Benedicto XVI se encontró hoy a las 18,00 (las 10,00 hora de Roma) con los organizadores y benefactores de la Jornada Mundial de la Juventud. El encuentro tuvo lugar en dos tiempos: primero en la Sala de Recepción y después en la Sala del Capítulo de la Cathedral House de Sydney.

"Quiero daros las gracias uno a uno -dijo el Papa– no solo por los sacrificios, sino todavía más por la confianza que habéis demostrado a nuestros jóvenes y en la gracia de Dios que actúa en sus corazones. Recemos para que la inversión de esperanza que muchos de vosotros ha puesto en ellos fructifique en sus existencias, por la vida de la Iglesia de Cristo y por el futuro de este mundo".

"San Pablo, que entregó su vida al servicio del Evangelio, nos recuerda que "hay más alegría en dar que en recibir". Vuestra generosidad y vuestro sacrificio han representado una aportación esencial, aunque a menudo escondida, al éxito de esta Jornada Mundial de la Juventud. ¡Que la alegría espiritual, la satisfacción y la dicha que hemos experimentado en estos días sean una fuente inagotable de bendiciones para vuestras vidas! No dudéis jamás de la verdad de las promesas de nuestro Señor, según las cuales cada vez que ofrecemos nuestra creatividad, nuestros recursos, nuestras personas, recibimos después todo con abundancia".

Finalizado el encuentro, el Santo Padre cenó en privado y pernoctó en la Cathedral House.

El Papa encuentra a víctimas de abusos sexuales.

Ciudad del Vaticano, 21 Jul 2008 (VIS).- Hoy se hizo público un comunicado y una nota del director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, S.I., sobre el encuentro de esta mañana del Papa con víctimas de abusos sexuales por parte del clero.

"Como expresión de su solicitud pastoral por quienes han sufrido abusos por parte del clero, Su Santidad Benedicto XVI -se lee en el comunicado- celebró hoy una Santa Misa en presencia de un grupo representativo de víctimas. El Papa les escuchó y les brindó consuelo. Asegurando su cercanía espiritual, les prometió continuar rezando por ellos, por sus familias y por todas las víctimas. Con este gesto paternal, el Santo Padre ha querido demostrar una vez mas su preocupación por todos aquellos que han sufrido a causa de los abusos sexuales".

En la nota que acompaña al comunicado, el padre Lombardi precisa que “el encuentro tuvo lugar con motivo de la celebración de la misa en la pequeña capilla de la Cathedral House de Sydney, donde el Papa se alojaba en estos días. La celebración eucarística comenzó a las 7”.

“Estaban presentes cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, con sus acompañantes y un sacerdote encargado de la pastoral de acompañamiento”.

“Al terminar la misa los invitados pudieron hablar personalmente con el Papa, que les dirigió palabras afectuosas de participación y de consuelo”.

“El encuentro terminó poco antes de las 8 y todo se desarrolló en un clima de respeto, de espiritualidad y de intensa emoción”.

“Al igual que en Estados Unidos, el Papa deseaba encontrar a algunas víctimas como gesto concreto para expresar los sentimientos que ya ha manifestado otras veces sobre el drama de los abusos sexuales”.

“En Australia ha deseado hacerlo tras la conclusión de los eventos de la Jornada Mundial de la Juventud, porque eran el motivo específico de su viaje”.

Testigos directos de la alegría que se encuentra en la fe.

Ciudad del Vaticano, 21 Jul 2008 (VIS).- Esta mañana, después de dejar la Cathedral House, el Santo Padre se trasladó al parque Domain para saludar a doce mil voluntarios que han participado en la organización y desarrollo de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud.

"En estos días- dijo el Papa– hemos sido testigos directos de la alegría que encuentran en la propia fe tantos miles de jóvenes, y hemos podido expresar nuestra alabanza y nuestra gratitud a Dios por su bondad para con nosotros. Hemos podido comprobar el calor y la generosidad de la hospitalidad australiana y contemplar juntos el magnífico paisaje de este hermoso continente. Ha sido una semana realmente memorable".

"Deseo agradeceros -prosiguió- la generosidad del tiempo y las energías empleadas para permitir el desarrollo sin percances de cada uno de los actos que hemos celebrado juntos. (…) Vuestros esfuerzos han preparado el terreno para que el Espíritu descendiera con fuerza, estableciendo vínculos de unidad y amistad entre los jóvenes provenientes de ambientes culturales muy diversos, y reforzando su amor por Cristo y por su Iglesia. En las multitudes que se han congregado aquí en Sydney hemos visto una manifestación elocuente de la unidad en la diversidad de la Iglesia universal, hemos tenido una visión en pequeño de la unidad de la familia humana que anhelamos. ¡Que estos jóvenes, con la fuerza del Espíritu, hagan de esta visión una realidad en el mundo del mañana!".

Benedicto XVI se despidió de los voluntarios afirmando que de vuelta a Roma llevaba consigo "como un tesoro la memoria de muchos acontecimientos llenos de gracia que hemos vivido juntos".

"Rezo para que también vosotros llevéis en vuestra alma muchos recuerdos preciosos e intuiciones espirituales, de modo que regreséis a vuestras casas y a vuestras familias con ardor renovado para difundir el Evangelio de Jesucristo", concluyó el Santo Padre, exhortando a los jóvenes con estas palabras: "¡Con la fuerza del Espíritu, id ahora a renovar la faz de la tierra!".

Finalizado su breve discurso el Santo Padre se desplazó en automóvil al aeropuerto internacional de Sydney donde le esperaban las autoridades políticas, civiles y religiosas de Australia para saludarle antes de que emprendiera el viaje de vuelta a Roma.

La Iglesia puede llenarse de esperanza por el mundo del mañana.

Ciudad del Vaticano, 21 Jul 2008 (VIS).- Después del encuentro con los voluntarios de la JMJ en el Domain de Sydney, el Santo Padre se trasladó en automóvil al aeropuerto internacional, donde tuvo lugar la ceremonia de despedida.

El Papa fue acogido por el Gobernador General, Michael Jeffery; el Primer Ministro, Kevin Rudd y por los representantes de la sociedad civil de Nuevo Gales del Sur. Entre las autoridades religiosas se encontraban el Presidente de la Conferencia Episcopal australiana, el arzobispo Philip Edward Wilson; y el obispo coordinador de la JMJ, monseñor Anthony Colin Fisher.

Benedicto XVI dio las gracias por la hospitalidad recibida durante los días transcurridos en Australia, así como por la “calurosa bienvenida, a mí y a innumerables jóvenes peregrinos que han confluido aquí desde todos los rincones del mundo”.

“En los días pasados -dijo-, los actores principales del escenario han sido, obviamente, los jóvenes. La Jornada Mundial de la Juventud les pertenece. Han sido los que han hecho de esta Jornada un acontecimiento eclesial de carácter global, una gran celebración de la juventud, de lo que significa ser Iglesia, el Pueblo de Dios en medio del mundo, unido en la fe y en el amor, y que el Espíritu ha hecho capaz de llevar el testimonio de Cristo resucitado hasta los confines de la tierra”.

Recordando los días pasados, el Papa confesó que le había “impresionado mucho la visita a la tumba de Mary MacKillop”, y agradeció a las Hermanas de San José la oportunidad de orar en el Santuario de su co-fundadora. “Las estaciones del Via Crucis por las calles de Sydney -dijo- nos han recordado con vigor que Cristo nos ha amado “hasta el extremo” y que ha compartido nuestros sufrimientos para que nosotros pudiéramos compartir su gloria”.

El Santo Padre señaló que el encuentro con los jóvenes en Darlinghurst fue “un momento de alegría y gran esperanza, un signo de que Cristo puede levantarnos de las situaciones más difíciles, restableciendo nuestra dignidad y permitiéndonos mirar adelante hacia un futuro mejor. El encuentro con los responsables ecuménicos e interreligiosos -continuó- se ha caracterizado por un espíritu de auténtica fraternidad y por un deseo profundo de mayor colaboración en el compromiso de edificar un mundo más justo y pacífico”.

“Sin duda, los puntos culminantes de mi visita han sido los encuentros de Barangaroo y de la Cruz del Sur. Aquellas experiencias de oración, nuestra jubilosa celebración de la Eucaristía, han sido un testimonio elocuente de la obra vivificante del Espíritu Santo, presente y activo en el corazón de nuestros jóvenes. La Jornada Mundial de la Juventud nos ha mostrado -concluyó- que la Iglesia puede alegrarse de los jóvenes de hoy y llenarse de esperanza por el mundo del mañana”.

Terminado el discurso, el Papa tomó el avión rumbo a Darwin, donde hizo una escala técnica en el aeropuerto para repostar carburante y prosiguió su viaje de regreso a Roma, donde está previsto que aterrice en el aeropuerto de Ciampino a las 23,00. El Santo Padre se trasladará desde allí a la residencia pontificia de Castelgandolfo.

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