24 octubre 2012, 19:55

Dirección Espiritual y Psicología de Consultación en la vida religiosa femenina.

Germán Sánchez Griese. Semiólogo y Economista. Máster en Psicología de Consultación. Ateneo Pontificio ¨Regina Apostolorum¨ (Roma). Italia.

1. Introducción.

La dirección espiritual ha sido uno de los medios para la santificación de las almas. Desde sus comienzos en el monaquismo hasta nuestros días, ha atravesado por diversos momentos y se ha enriquecido con la aportación que el desarrollo de diversas ciencias humanas ha aportado a la humanidad. Junto con este apoyo también se han venido dando tendencias a reducir la dirección espiritual a un foro de consulta para confirmar de alguna manera las intuiciones o disposiciones del cliente. Existen por otra parte nuevas corrientes, basadas en las recientes aportaciones de la Psicología cognitiva cuyo centro es la facultad que tiene la persona para resolver por sí misma, con la ayuda del terapeuta, sus problemas y situaciones específicas, problemas que de alguna u otra forma dependen de la visión que el hombre tiene de la vida, de sí mismo y del futuro.

Como expertos en humanidad, las personas consagradas encargadas de ayudar a sus hermanas en Religión a alcanzar la perfección evangélica expresada a través de la consagración religiosa, no pueden ni deben permanecer al margen de las aportaciones que las ciencias humanas pueden brindarles en su labor de formadoras. Siendo la dirección espiritual elemento primordial para el desarrollo espiritual de las personas consagradas a Dios a través del seguimiento de los consejos evangélicos y pudiendo enriquecerse o empobrecerse por un uso adecuado o inadecuado de la psicología en este artículo trataremos de ahondar la relación y el beneficio que aporta la psicología de consultación y la dirección espiritual.

En este último decenio se han venido revisando varios modelos psicológicos y han ido surgiendo otros muchos, de entre los cuales destaca la Psicología de consultación. Comenzada y desarrollada en Italia por el Prof. Antonio Tamburello inicia como una derivación de la psicología comportamentalista. Fundada en una visión antropológica del hombre y reteniendo como principios básicos los últimos fines del hombre, la Psicología de consultación aporta elementos valiosos para quien ejerce el difícil pero apasionante oficio de director o directora espiritual.

En el campo de la dirección de las almas, ¿todo se reduce a una labor psicológica o todo se reduce a la gracia de Dios? No es fácil establecer una diferenciación neta entre estas dos vertientes y hay quien retiene como falso este planteamiento. Nuestro objetivo será descubrir los elementos esenciales de la Psicología de consultación que pueden ser tenidos como instrumentos válidos y valiosos para la dirección espiritual.

En primer lugar intentaremos dar una definición y un significado de lo que entendemos por dirección espiritual. Mencionaremos a renglón seguido cuáles son los elementos más importantes de la psicología de consultación para ilustrar por último la forma en que la directora espiritual puede ayudarse de estos elementos.

2. Definición y significado de la dirección espiritual.

A la pregunta ¿qué es la dirección espiritual?, es necesario añadir inmediatamente otra para descubrir el sentido de la dirección espiritual: ¿qué espero de la dirección espiritual?.

Con el noviciado inicia un camino. Pero, ¿cuál es la visión que tengo de ese camino? ¿Cómo formadora me he preguntado hacia dónde quiero conducir esta alma a mí encomendada? ¿Qué espera esta alma de mí y que espero yo de esta alma? Al final del ciclo prescrito por las Constituciones tendré que rendir un informe sobre las disposiciones de esta alma, pero… ¿aquí termina mi relación con ella?.

Y ya adentrados en el camino de la consagración, ¿cuál es el significado de la dirección espiritual en la edad adulta? ¿Tiene algún caso, alguna finalidad el reportar el estado de mi alma a una Superiora, a mi confesor, a quien yo haya elegido como padre o madre espiritual? Si todo está ya definido desde el momento de la profesión perpetua, ¿porqué debo referir constantemente el estado de mi alma a otra persona?.

Preguntas que de alguna manera conforman la visión de la dirección espiritual. Preguntas que a su vez nos remiten al sentido de la vida consagrada. Larga y fuera de los ámbitos de este artículo sería la explicación sobre el sentido de la vida consagrada. Pero necesario para los fines del presente trabajo. Consagrados son ¨… los que hacen profesión de vida consagrada en la castidad, pobreza y obediencia, con una donación total a Dios y con plena disponibilidad a servir al hombre y a la sociedad, siguiendo el ejemplo de Cristo¨.

Elemento primordial, insustituible, perno de toda consagración lo es sin duda la imitación de Cristo. Seguir el ejemplo de Cristo pobre, casto y obediente es el ¨leit motiv¨ de toda consagración. Numerosos fundadores y fundadoras hunden el llamado en una experiencia por imitar la vida de Cristo.

Si la imitación y el seguimiento de Cristo es uno de los puntos centrales de la vida religiosa, ¿cuáles serán los medios para lograr esta imitación y seguimiento? El carisma vertido en las Constituciones, la Regla, el Directorio y los escritos del fundador o fundadora constituyen un rico legado, un mapa para quien quiera seguir el camino de la imitación de Cristo ¨al estilo¨ que Dios inspiró al fundador. Pero ¿basta sólo con la voluntad y el sentimiento para seguir más de cerca de Cristo pobre, casto y obediente? ¿Son suficientes las fuerzas juveniles para iniciar el camino? Y una vez iniciado, ¿podemos contentarnos con el recuerdo del primer fervor como motor inextinguible para seguir adelante?.

Cierto, contamos con el auxilio y la gracia de Dios, que sin duda no faltarán a la persona que quiere consagrar su vida ¨en el seguimiento de Cristo y al servicio del hombre y de la sociedad¨, según las palabras antes citadas de Juan Pablo II. Pero, ¿no es temerario dejarlo todo a la gracia de Dios? Pregunta que no deja de crear un cierto escozor en nuestra piel, porque, si bien es cierto que todo depende de la gracia, también es cierto que la gracia actúa sobre la naturaleza humana y cuánto más disponible, más apta se encuentre esta naturaleza humana, más eficaz será la labor que la gracia pueda realizar sobre la naturaleza humana.

Por otra parte no podemos descuidar la parte humana de la consagración. La mujer que se consagra, ¿permanece igual por toda su vida? Los cambios en el apostolado, los triunfos, fracasos y dificultades en su quehacer con las almas, ¿no dejarán una huella profunda en su ser de consagrado? Las circunstancias y los acontecimientos por los que atravesará, ¿no podrán cuestionar de vez en cuando el sentido de su consagración? ¿O todo está ya asegurado y garantizado por el sólo hecho de haberse consagrado?.

De alguna manera estas preguntas nos llevan a cuestionarnos sobre los medios necesarios para vivir cada día en una forma nueva, fresca, fervorosa, nuestra consagración a Dios. Es cierto que la Iglesia, la sana Tradición, el Magisterio y nuestros mismos Institutos se prodigan por brindarnos estos medios: la vida fraterna en comunidad, las prácticas de piedad, el ejercicio de un apostolado y muchos más.

Pero el hombre, cada hombre y cada mujer, son únicos e irrepetibles. El Hijo de Dios con su encarnación… revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que ¨tanto amó al mundo que dió a su Hijo único¨ (Jn 3,16), sino también el valor incomparable de cada persona humana.

Surge la necesidad, por tanto, de recurrir a una guía personal, a una orientación particular de la vida individual. Lo reclama la dignidad de la persona humana. No somos hechos en serie. La mujer consagrada se enfrenta durante su vida a una serie de cambios internos y externos que afectarán de alguna manera el sí dado a Dios con tanto amor en la primavera de la profesión religiosa. Estos cambios internos y externos necesitan orientación, guía, luz en forma personal, no comunitaria. Y como ¨nadie es juez de su propia causa¨ es necesario recurrir al consejo, a la orientación que otra persona pueda brindar para ayudarnos a seguir el camino de la perfección evangélica.

Esta ayuda nos viene de alguna manera en la dirección espiritual. ¿Cómo podemos entender la dirección espiritual? Surgen entonces las definiciones, la naturaleza, la importancia de este medio. Son muchas las escuelas de espiritualidad, las corrientes psicológicas que tratan de explicar y definir este medio. En la actualidad asistimos básicamente a dos tendencias en la consideración de la dirección espiritual.

Por un lado están quienes entienden la dirección espiritual como un proceso de ayuda al crecimiento integral de la persona humana, centrándose en la subjetividad de la persona. Para ellos : ¨il Padre spirituale, ispirandose all´indirizzo rogersiano, asume un atteggiamento ¨empatico¨, rinuncia ad essere l´esperto e si limita ad interventi ¨informanti¨. In tale impostazione, caratterizzata dalla fiducia nella tendenza attualizzante e nel dinamismo soprannaturale presente nel credente, è la persona del Padre spirituale -nella sua dimensione umana e spirituale- che esercita un influsso nel risvegliare e nel potenziare determinati valori. Viene così riconfermato il primato della soggettività, che caratterizza sia la psicologia umanistica sia il metodo centrato sulla persona che viene proposto in questo estudio¨.

La dirección espiritual queda concebida de esta forma como en una ayuda centrada en la persona dirigida, según la adaptación más fidedigna al esquema rogersiano, en donde la terapia está siempre centrada en el cliente. De esta forma el alma consagrada pide ayuda al director espiritual para confirmar tan sólo sus intuiciones y desarrollar sus propios valores. Estos valores pueden o no coincidir con los valores evangélicos de los cuales ha hecho profesión de seguir a través de su consagración. Se deja por tanto a la libertad de la persona y a su subjetividad (viene così riconfermato il primato della soggettività), la dirección que quiere dar a su vida.

No dudamos de la madurez de la persona consagrada, de su libre capacidad de decisión, pero queremos también traer a colación una visión integral del hombre, visión fundamentada en la antropología cristiana. Si bien es cierto que el hombre posee la capacidad para ver y dirigirse hacia el bien, también es cierto que por el pecado original, esta naturaleza ha quedado dañada y si bien quiere y desea hacer el bien, la huella del pecado original lo lleva muchas veces a hacer el mal que no desea.

Si entendemos la vida consagrada como una lucha constante hacia la perfección evangélica, creemos que el nodo central y absorbente de toda esta vida serán los valores evangélicos. Valores que propuestos y cultivados en forma adecuada deberán ser personalizados por cada alma consagrada. Y la directora o el director espiritual posee una herramienta de enorme valor para lograr en el alma consagrada esta ¨personificación¨ de los valores evangélicos: el carisma de la familia religiosa a la que pertenece la mujer consagrada. Bástenos una definición sintética para entender el carisma: ¨Ogni fondatore di ordini offre ai suoi discepoli e alla Chiesa stessa una chiave interpretativa del Vangelo, apre una porta nuova per introdurre le anime nel misterio della salvezza, una strada prima non percorsa da altri con chiara coscienza¨.

En el carisma la directora espiritual encuentra ¨las claves de lectura del Evangelio¨ que el fundador o la fundadora, iluminados por el Espíritu Santo, han ideado para seguir más de cerca la persona de Jesucristo. Vienen entonces a ser considerados los valores evangélicos desde una óptica muy particular y singular. Óptica que enriquece y da sentido a la vida de las personas consagradas.

Desde esta otra perspectiva podemos entender la dirección espiritual como ¨un diálogo en la fe, al interno de la Iglesia, entre dos personas, que buscan conocer la voluntad de Dios en lo concreto de la vida¨.

Entendida de esta forma la dirección espiritual se convierte en un instrumento directivo – no directivo. Es directiva porque el director o directora espiritual indica a la persona dirigida la voluntad de Dios. En otro sentido, no es directiva porque deja siempre a la persona dirigida la capacidad de seguir o no seguir la voluntad de Dios.

Para las personas consagradas esta voluntad de Dios esta englobada en el carisma de la familia religiosa a la que libremente han decidido pertenecer. Si partimos de esta libertad, la persona elige por concomitancia los medios que le propone el Instituto religioso para lograr la santificación de su alma y la santificación de otras almas, a través de los apostolados en los que esté empeñado el Instituto de vida consagrada. Las constituciones, las reglas, el directorio de vida, las tradiciones de la Congregación representan la voluntad de Dios para el alma que libremente ha elegido responder al llamado de Dios.

Este llamado exige una respuesta personal. La persona cuenta con recursos personales para responder al llamado, pero debe tener en cuenta también de que por su naturaleza humana no bastan tan sólo los buenos deseos para responder al llamado. Tendrá que aplicar su inteligencia, su voluntad, su sensibilidad para ir dando la respuesta adecuada. Y aquí se dan las dos posibilidades sugeridas en el presente capítulo; dejar que la mujer consagrada responda por sí misma, dando prevalencia al subjetivismo, o ayudándola a descubrir la voluntad de Dios para su vida, indicándole los medios más idóneos, dejándole siempre en libertad de elección. De estas dos concepciones surgen las dos visiones de la dirección espiritual que hemos tratado de esbozar.

A nuestro modo de ver, la segunda concepción es la que va más acorde con la naturaleza humana, pues si bien es cierto que el hombre tiene en sí los valores y las dotes para seguir libremente el camino de la perfección evangélica, por el hecho del pecado original y la tendencia al mal que de él se sigue en toda persona humana, no todo queda reducido a la buena voluntad de la persona y a una labor meramente orientativa del director espiritual. La dirección espiritual reducida a una orientación de los valores y los recursos personales carece de la visión completa de la naturaleza humana. Es necesario en primer lugar, que el director espiritual apueste en primer lugar por la voluntad de Dios y por los valores evangélicos. De alguna forma esta visión rompe con la ¨primacía del subjetivismo¨ proclamada por Rogers. Y creemos que esto debe ser así, pues en aras del subjetivismo muchas posturas contrarias a la voluntad de Dios y a los valores evangélicos pueden quedar justificadas. En segundo lugar, el director espiritual debe presentar en forma atractiva, fresca, estimulante y gozosa, esta voluntad de Dios, estos valores evangélicos y nosotros proponemos que sea a través del carisma de la congregación, pues éste encierra la voluntad de Dios para la persona consagrada y a la vez, una forma muy peculiar de vivir los valores evangélicos, propuestos por el fundador o la fundadora. Por último su labor consistirá en dejar siempre en libertad a la persona consagrada para que ésta pueda optar gozosa y libremente por la voluntad de Dios y los valores evangélicos, de forma que a lo largo de su vida vaya incorporando a su persona (encarnación) con mayor claridad la voluntad de Dios y los valores evangélicos.

Ahora bien la dirección espiritual es un arte, no es un método, y como todo arte no existen ¨recetas¨ para llevarlo a cabo. La directora espiritual no es la artista. Dios es el artista que esculpirá en el alma de la persona dirigida, la imágen de la mujer consagrada que desde siempre ha pensado. Labor de la directora espiritual será la de ayudar a Dios a cincelar esta imágen de mujer consagrada. Dios es el escultor, el alma dirigida la piedra a esculpir y la directora espiritual el cincel, el martillo, la herramienta de la que Dios se vale para cumplir con perfección su obra. Por ello el ¨arte de la dirección espiritual¨ es el diálogo que se establece entre tres personas -la directora espiritual, la dirigida y el Espíritu Santo- para juntos descubrir, presentar y vivir la voluntad de Dios.

Muchos son los factores que debemos tener en consideración para ejecutar esta obra de arte: las disposiciones y las virtudes de la directora espiritual, los medios con los que cuenta para conocer a la persona dirigida, el arte de la motivación, de la escucha. La propuesta de un programa de vida, el discernimiento espiritual. Bástenos aquí señalarlos y dejar constancia de su existencia para pasar al siguiente capítulo.

3. Elementos fundamentales de la Psicología de consultación.

Si querer reducir un método psicológico a un capítulo de un sencillo artículo es empresa ridícula por el riesgo que corremos de dejar fuera la riqueza de la metodología, ¿qué podemos decir de un método nuevo del todo? Por ello nos contentaremos tan sólo en dar unas generalidades de la Psicología de consultación y los principales elementos aplicables a la dirección espiritual.

Por Psicología de Consultación entendemos un nuevo modo o método de acercamiento a la persona que viene a pedir ayuda. La Psicología de consultación se ocupa de sujetos que no tienen una patología grave. Sujetos que de alguna manera viven una situación de malestar físico o psíquico que tienen necesidad de ser escuchados, atendidos, comprendidos y motivados.

La Psicología de consultación se basa fundamentalmente en una concepción antropológica de la persona humana. Partiendo de esta concepción antropológica del hombre se llegan a dos principios básicos de la Psicología de consultación: la persona es única e irrepetible, y posee en sí todas las cualidades para alcanzar la perfección a la que por naturaleza está llamada a vivir.

Como persona humana tiene un fin para el cual ha sido creada, que es la felicidad. Toda la persona, incluso la enferma, busca la felicidad. Y más que otra, la persona enferma busca la felicidad y por eso se sabe enferma, por eso acude al médico, al doctor o al terapeuta psicológico: porque sabe que algo está mal, que no va de acuerdo con la plenitud de vida (física o psíquica) que debería poseer. La Psicología de consultación, al desprenderse de este principio fundamental de la persona humana, propone que la persona tiene en sí todos los recursos para lograr la salud. De alguna manera la enfermedad secuestra algunos de estos recursos, pero no todos. Será necesario realizar la labor de consultación para descubrir nuevamente esos recursos. ¿Cómo se lleva a cabo este descubrimiento?.

En primer lugar se enseña a la persona a conocerse a sí misma: cuáles son las motivaciones fundamentales en su vida, cuáles son sus aspiraciones, qué es lo que espera de la vida, de sus acciones, qué intereses mueven a la persona, a qué es más sensible, qué cosas quiere evitar en la vida, qué cosas quiere obtener en la vida, qué cosas aprecia más en la vida, qué cosas lo estimulan, cuáles son las cosas que lo alarman, cuáles son las cosas que lo tranquilizan, etc. Todas estas preguntas nos llevan a conocer a la persona y de este conocimiento obtendremos cuál es su opción fundamental: ¨L´opzione fondamentale è la scelta con cui ogni uomo decide explícitamente o implícitamente il senso globale da dare alla sua vita, il tipo di uomo che egli vuole essere. È una scelta profonda e libera che orienta e dirige l´esistenza dell´uomo. L´opzione fondamentale è il nucleo più importante della persona umana perché è una scelta globale riguardo al soggetto e alla realtà; un´opzione che è implicita in ogni altra scelta particolare e che la fonda. In ogni atto libero, l´opzione fondamentale viene ratificata, modificata o revisionata per intero¨.

De aquí se desprende que la metodología de la Psicología de consultación consistirá en descubrir la opción fundamental, ¨la madre de todas las consecuencias¨ según definición textual del Prof. Tamburello. Para llegar a ese descubrimiento se dan diversas puertas de ingreso: la puerta del fin específico de la acción, la puerta de la acción, la puerta del pensamiento, la puerta del sentimiento. Con un método específico para cada una de estas puertas se llega a descubrir la opción fundamental de cada hombre. Si esta opción fundamental no va de acuerdo a un fin bueno verdadero, sino que se dirige hacia un fin bueno falso, todas sus acciones le traerán como consecuencia el sufrimiento. La labor del terapeuta será descubrir con paciencia esa opción fundamental junto con el paciente y darle a conocer el camino que debe seguir para descubrir el fin bueno verdadero y dirigir toda su vida, sus acciones hacia ese fin bueno verdadero.

Los síntomas que la persona enferma mostrará serán siempre aquellos del peso, la alarma, la amenaza y la esperanza. El peso es una carga que trae lentitud en la acción, en el pensamiento, en el sentimiento. Es una señal por medio de la cual la persona se da cuenta que ¨algo no anda bien¨. El hecho de elegir un fin bueno falso siempre traerá un peso a la persona. Puede ser que sea consciente o que no sea consciente de dicho peso. Cuando toma consciente de dicho peso, de que existe un obstáculo que no lo deja actuar con libertad, entonces podemos establecer que entra en la fase de la alarma. Se da cuenta de que algo no anda bien, es consciente de esa pesantez. Entonces surge la amenaza como una posibilidad de verse atacado por algo que no es del todo conocido, pero que le resta felicidad a su vida. La esperanza, en fin, es la posibilidad que tiene el enfermo de ser curado. Él es consciente de esta posibilidad.

Como un último principio podemos decir que para la Psicología de Consultación cada enfermedad, cada malestar es único, tiene unas causas propias y no pueden hacerse generalidades o clasificaciones tipológicas de las distintas enfermedades o malestares.

4. Aplicaciones de la Psicología de consultación a la dirección espiritual.

La directora espiritual que tenga un conocimiento profundo de la Psicología de consultación podrá darse cuenta que, como cada persona es única e irrepetible, deberá tratarlo con esa unicidad: no crear categorías y no juzgar los hechos y las acciones de acuerdo a un patrón preestablecido. Cada persona dirigida tiene una historia personal que debemos respetar, conocer, amar y entender. No como factor determinante e insuperable para el seguimiento de la voluntad de Dios, sino como un factor que se debe tomar en cuenta en el momento de dar las motivaciones para el seguimiento de la voluntad de Dios. Pero este conocimiento de la historia personal que la dignidad de la persona humana exige, no debe reducirse solo al pasado. Esta historia personal también se proyecta al presente. La directora espiritual deberá conocer cuáles son las ambiciones, los gustos, los ideales presentes de la persona dirigida y así, con ese conocimiento, le ayudará mejor a buscar las motivaciones más apropiadas que le ayuden mejor a cumplir la voluntad de Dios.

La Psicología de consultación brinda a la directora espiritual la posibilidad de tener una relación adecuada con la persona dirigida. Al ser la dirección espiritual directiva y no-directiva, la directora espiritual debe saber presentar los valores evangélicos y la voluntad de Dios en una forma adecuada a la persona dirigida. La Psicología de consultación, con las herramientas que proporciona para llegar a conocer la opción fundamental de cada persona, permite a la directora espiritual el compenetrarse con la dirigida para saber si ésta tiene como opción fundamental el seguimiento de la persona de Cristo a través de los valores evangélicos, opción fundamental común a quien quiere seguir a Cristo pobre, casto y obediente. De lo contrario, si la persona consagrada aún no ha hecho esta opción fundamental, toda su vida consagrada se fundamentará en otros valores, con el riesgo de perder o diluir la identidad de la consagración. La parte no-directiva de la dirección espiritual, cuando la directora espiritual debe proponer la voluntad de Dios y los valores evangélicos para que sean vividos por la dirigida, viene ayudada por la Psicología de consultación cuando nos da a conocer las potencialidades y los recursos con los que cuenta el hombre para alcanzar la felicidad, en el momento que elige un fin bueno verdadero. La directora espiritual, al conocer todo ese mecanismo de decisiones que le propone la Psicología de consultación, estará en posibilidades de dar un mejor consejo para indicarle a la dirigida los medios más eficaces por los cuales podrá cumplir con la voluntad de Dios y vivir los consejos evangélicos.

La Psicología de consultación brinda además a la directora espiritual la posibilidad de profundizar y de ir a la raíz de la persona humana para formar en ella convicciones profundas en el seguimiento de la voluntad de Dios y de los valores evangélicos, y no fundarse simplemente en sentimientos pasajeros o sensaciones placenteras. Esto será de gran utilidad por ejemplo, en el momento de hacer el discernimiento para la profesión religiosa. El saber si la mujer dirigida cuenta con los recursos suficientes para hacer frente a la vida consagrada a tenor de las Constituciones del Instituto religioso en el cuál quiere hacer profesión de vida religiosa, no es tarea fácil. ¿Cómo se descubren esas capacidades, esos recursos y lo que es más importante, esas motivaciones profundas?. Ciertamente la gracia juega el papel primordial e ineludible en el discernimiento de espíritus y la formadora en el momento de emitir su juicio posee sin lugar a dudas la gracia de estado. Sin querer sustituir ni menospreciar la acción de la gracia, antes al contrario, potenciando esta acción de la gracia, cuando la formadora logra conocer las profundidades de la dirigida a través de los medios que le ofrece la Psicología de consultación, ella misma se ofrece como un instrumento más apto para que la gracia actúe en ella y a través de ella en la santificación del alma que debe dirigir.

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