Siria, su descenso a los infiernos y al fondo del abismo

(RV).- Francisco I sigue la situación en Siria, especialmente tras los ataques con armas químicas, y en su último Ángelus dominical exigió una solución pacífica.

Mientras tanto en el monasterio de Deir Mar Musa, o San Moisés el Etíope, en la víspera de su festividad, cuya liturgia se celebra el 28 de agosto, se reza por la paz y liberación del padre Paolo Dall’Oglio, secuestrado hace un mes en la zona de Raqqa.

Así lo informó a la Agenzia Fides el padre Jacques Mourad, director de la histórica comunidad monástica de rito católico sirio, refundada en 1982 por el jesuita Paolo Dall’Oglio, y que en la actualidad alberga a diez monjes.

Con los años, el monasterio se ha abierto para dar cabida también a miembros de otras confesiones cristianas y se ha puesto en marcha una comunidad espiritual ecuménica mixta, que promueve el diálogo entre Cristianismo e Islam.

En esta celebración anual – dice el padre Mourad – los monjes vivimos un día especial de ayuno, meditación y oración, en la que participan fieles cristianos y musulmanes.

Ofreceremos nuestra especial vocación pidiendo a Dios por la protección del Padre Paolo y para que sea liberado. No sabemos quien lo secuestró y no tenemos noticias de él. Vivimos atemorizados pero con esperanza.

También queremos implorar el don de la paz para Siria, desgarrada por la guerra. Deploramos todo tipo de violencia, que nunca es la solución. Espero que podamos iniciar un diálogo y una nueva era de reconciliación para el pueblo sirio.

En estos años de guerra, la comunidad de Deir Mar Musa monasterio a 80 km. al norte de Damasco, se ha mantenido fiel a su carisma de oración, trabajo, diálogo, aceptación del otro, paz y reconciliación.

Y sobre los dramáticos acontecimientos que están devastando la nación, Radio Vaticano ha entrevistado al nuncio en Damasco, Mons. Mario Zenari.

En los últimos días, al ver las terribles imágenes que nos han transtornado a todos, escuchaba el grito de los niños, no podemos permanecer en silencio ante el llanto que viene de estas víctimas inocentes, rezo por ellos. Debemos asegurarnos de que no vuelva a suceder.

La comunidad internacional debe hacer todo lo posible para no ver más estos delitos y masacres que nos han desolado a todos. Hay que encontrar los medios adecuados y convenientes que no compliquen aún más la situación.

En este conflicto bélico, quienes están pagando más son siempre los civiles, y esto está ocurriendo desde su inicio hace dos años y medio. Ya hace un año, en Damasco el fragor de la guerra se hacía sentir, había empezado el descenso a los infiernos. Hoy, después de estos hechos llegamos ya al fondo del abismo.

(ER – RV)

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