6 febrero 2008, 05:21

Carta a los lectores 

Pbro. Alfonso Durán y panegírico contra el antisemitismo. 

Monseñor Alfonso Durán (1883-1954), literato, educador, historiador, apostol social y luchador contra el racismo y a quien dedicamos un artículo de algunas líneas a su figura más conocida por el "panegírico contra el antisemitismo", del que transcribimos a continuación un fragmento recogido de entre otras cartas por la recibida del historiador argentino, Gustavo Carrére Cadirant, texto que se publica en un folleto del año 1942 con el título "La voz argentina contra la barbarie" y del que acompañamos a continuación unas palabras extraídas del Pbro. Edgar Stoffel. 

Ni como sacerdote, ni como hombre lógico puedo ser antisemita.
No puedo ser antisemita, porque Cristo era judío.
No puedo ser antisemita, porque María Santísima era judía.
No puedo ser antisemita, porque el primer Papa de la Iglesia, San Pedro, era judío y judíos fueron los apóstoles.
No puedo ser antisemita, porque mi Biblia se compone de dos partes: el antiguo y el nuevo testamento.
No puedo ser antisemita, porque el pueblo judío fue el pueblo elegido por Dios para conservar su verdadera nación en la antigüedad.
No puedo ser antisemita, porque también me valgo del Antiguo Testamento para demostrar la divinidad de mi Religión.
No puedo ser antisemita, porque el Hebraísmo es una Religión divina; las dos únicas religiones divinas son el Hebraísmo y el Cristianismo. Las otras son aspiraciones del hombre hacia Dios; estas son, además, acercamiento de Dios al hombre.
No puedo ser antisemita, porque San Pablo decía: ya no haya para vosotros (los cristianos), ni judíos, ni romanos, ni griegos, ni gentiles; todos una sola cosa en el amor de Cristo.
No puedo ser antisemita, porque el antisemitismo es odio.
No puedo ser antisemita, porque no creo que Jesús eligiera para sí, una raza abyecta.
No puedo ser antisemita, porque cada vez que leo algo de esas persecuciones sanguinarias o bárbaras, aunque no sean sanguinarias, siento que mi corazón también sangra o llora.
No puedo ser antisemita porque los Papas condenan esas persecuciones injustas.
No puedo ser antisemita, porque el más grande antisemita es Hitler; y Hitler es esencialmente un anti-Cristo.
No puedo ser antisemita, porque soy un fervorosísimo admirador de Moisés, en su carácter de poeta, historiador, conductor, legislador y libertador.
No puedo ser antisemita, porque creo, como muchos Padres y Doctores y Místicos de la Iglesia, que llegará un día en que las dos religiones divinas, se encontrarán en alguna encrucijada de los largos caminos de la humanidad: y los últimos Papas serán de raza semita.
No puedo ser antisemita, porque creo que no siéndolo, me parezco más a Jesús.

Una cuestión que dividirá a los argentinos en las décadas de los años 30-40 del s. XX y entre ellos a los católicos, será la adhesión o rechazo a los gobiernos totalitarios de Europa y la actitud frente a la conflagración mundial y el antisemitismo al punto que ya en 1936 el Episcopado argentino recordaba a los fieles que la Iglesia se apartaba del exagerado nacionalismo que proclama la total entrega del individuo al Estado como del comunismo desquiciador que convertía a la persona en un mero instrumento en contra de su dignidad.

De todos modos – salvo grupos extremos – en general, como señala la investigadora G. Ben-Dror de la Universidad de Haifa, se produjo una reticencia bastante generalizada ante el nazismo, al menos entre quienes se hallaban próximos a la Iglesia.

Tanto en uno como en otro sentido es un honor recordar que Monseñor Alfonso Durán no se dejó tentar por la admiración a los gobiernos fuertes que surgieron en Europa como fruto de la descomposición que genera el liberalismo y frente al temor que ocasiona el avance comunista y menos aún por el antisemitismo, y ante cada una de estas situaciones tendrá una palabra y una actitud.

Monseñor Alfonso Durán se hace eco de las declaraciones de la Santa Sede que ya en 1928 a través de la Congregación del Santo Oficio condenaba de manera decidida el odio contra el pueblo judío.

Así ante la invasión alemana de Francia, pronunciará su "Alocución sobre Francia" donde entre otras palabras recuerda las afirmaciones del Papa Pío XI en "Mit brenneder sorge" del 14 de marzo de 1937 que consideraba al nazismo como una expresión religiosa pagana, idea que es retomada por el orador.

La "Mit brenneder sorge" de Pío XI no albergaba dudas sobre la maldad del racismo y su incompatibilidad con el cristianismo lo que reafirmará el 6 de septiembre de 1938 cuando señale que "el antisemitismo no es admisible y que espiritualmente somos semitas".

La "Summi Pontificatus" de Pío XII de octubre de 1939 incidirá de nuevo en contra de las teorías que negaban la unidad de la raza humana y sobre la divinización del estado que llevarían a una verdadera hora de las tinieblas, como realmente aconteció.

Por su parte, el Episcopado de Argentina en 1938 señalaba que merecían tal reprobación eclesial, las doctrinas del Estado totalitario y el racismo, lo cual vuelve a ser reafirmado en el Comunicado de la Comisión Permanente del año 1942 donde se recuerda a los católicos que hay que estar en guardia contra estos errores que atentan contra la fraternidad humana.

También su postura frente a las atrocidades cometidas por los nazis lo llevan a rechazar públicamente el antisemitismo en su panegírico, texto que sin lugar a dudas llama la atención por su manifiestación no tanto de una actitud simplemente humanitaria, sino del "sentire cum ecclesiae".

Monseñor Alfonso Durán señala, entre otras consideraciones, que no puede ser antisemita porque los Papas condenan estas persecuciones injustas lo cual reafirma sus fundamentos católicos para afrontar la barbarie del nazismo que años mas tarde recordará reconociendo cuantas vidas de judíos salvó el Papa en la guerra, y que hoy se intenta negar junto a la consideración del verdadero papel de Pío XII en la definitiva conversión al catolicismo del gran rabino de Roma, el Dr. Israele Zoller, que destacó por su gran labor humanitaria con la comunidad judía de Roma.

También en 1947 en un gesto sin precedentes supo manifestar su total adhesión ante la instauración del Estado de Israel, en un texto que se conserva hoy en día en el "Museo de la Diáspora" en Tel-Aviv.

En ese mismo año, el 3 de octubre desde las páginas del diario "El Litoral" resalta que la esencia misma del catolicismo es semita, cuestión que hoy quiere negarse o desvirtuarse, y así que muchos hijos de Israel fueron salvados por el Papa, su declaración de principios reza en los siguientes términos :

El Pontífice romano durante la ocupación de Roma por los alemanes auxilió a los judíos dándoles albergue en el Vaticano, y a no pocos dióles puestos rentados para que se ganaran el sustento y no obstante en nuestra ciudad y en nuestra patria, cuya mayoría de habitantes es católica, se escribe por las paredes que hay que matar judíos.

Creemos que es una enorme equivocación; no debemos matar judíos, … ¡Cuántas vidas de judíos salvó el Papa en la guerra! … Hitler no tenía ninguna Religión y era el que más judíos ha matado …

Consideramos que su compromiso en este plano no fue ocasional, sino que queda de manifiesto con motivo de su fallecimiento, en donde la institución religiosa manifestaba rendir homenaje al que en vida fuera eminente defensor de la verdad y la justicia, que con sentido de admiración y respeto, dispuso que en todas las sinagogas locales se elevaran preces por el eterno descanso de su alma.

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