2 marzo 2011, 10:45

El martirio cristiano de Shahbaz Bhatti

En estas líneas expresamos nuestra consternación por el asesinato del ministro de minorías en Pakistán, el cristiano Shahbaz Bhatti, que elaboró el informe que absolvía de culpa y demostraba la inocencia de la cristiana Asia Bibi, que había sido condenada a muerte por los tribunales, y que junto al asesinado gobernador de la provincia de Punjab, Salman Taseer, intercedieron ante el Presidente Asif Alí Zardari, para que concediera la conmutación de la pena capital por la facultad que le confiere el artículo 45 de la constitución pakistaní.

Las circunstancias del crimen según la cadena Geo TV fue cometido en la capital de Islamabad y apuntan a que su autoría se atribuye a los talibanes, que lo acribillaron a balazos en su vehículo cuando se dirigía a su oficina ministerial.

Pakistán : Cuando sin justicia es imposible perdonar.

El verdadero martirio por su vocación y en su testimonio de fe perdona a los asesinos, y con esta lógica, debemos creer que Shahbaz Bhatti en el último de sus alientos de vida tras el acto terrorista sufrido el 2 de marzo del 2011, discurrió así en su pensamiento.

Juan Pablo II, de quien defendemos desde hace años, su condición de mártir, a causa del atentado sufrido en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo del 1981, que fue mortal de necesidad y del que consiguió salvar la vida, como los verdaderos mártires del cristianismo, también perdonó a su victimario.

Sin embargo, así como existen psicopatologías como el Síndrome de Mauthausen que requieren para su curación la obtención de justicia por parte de los supervivientes porque les es imposible el perdón de sus victimarios, debemos entender que condenar es igualmente legítimo, porque de ambos actos, contrición y atrición, se derivan un mismo bien común.

No olvidemos al ministro de minorías religiosas, ni perdonemos a los criminales hasta conseguir curar las profundas heridas que este abominable crimen cometido en la más absoluta de las impunidades inflige en la comunidad cristiana pakistaní.

Cuando es imposible perdonar, el origen de todas las injusticias se encuentra en un sistema penal como el que ha condenado a muerte a personas inocentes como Asia Bibi y que ha provocado múltiples asesinatos en Pakistán.

Por esta razón, y desde esta concepción, tenemos la particular obligación de advertir en conciencia que un asesinato no debe quedar jamás impune porque sin el castigo de los culpables nunca será posible reparar todo el daño infligido a sus víctimas.

 
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