El Santo Padre celebra su viaje a Brasil

Su Santidad Francisco I(RV).- El Obispo de Roma comenzó su encuentro semanal reanudando sus audiencias generales después del verano en la Plaza de San Pedro, acogiendo a miles de fieles y peregrinos que acudieron para escuchar la catequesis y recibir su bendición apostólica. El Santo Padre habló en esta ocasión de la última Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro expresando du gratitud a Dios por este su primer viaje apostólico internacional.

Texto de las palabras del Papa.

Reanudamos el camino de las catequesis, después de las vacaciones de agosto, pero hoy quiero contarles acerca de mi viaje a Brasil, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Ha pasado más de un mes, pero creo que es importante volver sobre este evento, pues la distancia del tiempo permite captar mejor el sentido.

En primer lugar quiero dar las gracias al Señor, porque Él lo guió todo con su providencia. Y por ello agradezco también a Nuestra Señora de Aparecida, que me acompañó todo este viaje : hice la peregrinación al gran santuario nacional, y su venerada imagen estaba siempre presente en el escenario de la JMJ, es muy importante para la historia de la Iglesia en Brasil, pero también para América Latina. Los Obispos latinoamericanos y del Caribe en Aparecida vivimos una Asamblea General, con el Papa Benedicto : una etapa muy importante del camino pastoral en aquella parte del mundo.

Aunque ya lo he hecho, quiero renovar mi agradecimiento a todas las autoridades civiles y eclesiásticas, a los voluntarios, a la seguridad, comunidades parroquiales de Rio de Janeiro y otras ciudades, donde los peregrinos fueron recibidos con fraternidad. De hecho, el recibimiento de las familias brasileñas y parroquias fue una de las características. La peregrinación siempre implica inconvenientes, pero acoger ayuda a superarlos y, de hecho, los transforma en ocasiones para el conocimiento. Nacen lazos que luego, se mantienen, sobre todo en la oración. De este modo, también crece la Iglesia en todo el mundo. Así pues, la acogida, es la primera palabra que surge de la experiencia del viaje a Brasil, una ciudad llena de jóvenes que van por las calles con banderas de todo el mundo, señal para todos, no sólo para los creyentes.

Celebrar la fe, cuando alabamos al Señor juntos, escuchando la Palabra de Dios, permaneciendo en silencio de adoración, todo esto es la culminación de la JMJ, el verdadero propósito de esta peregrinación, y se vive de una manera particular en la gran Vigilia del sábado por la noche y la Misa final. Ésta es pues la celebración.

Pero no puede faltar un tercer elemento : la misión. Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, es el mandato de Cristo resucitado a sus discípulos, confiado a los jóvenes que llenaban la playa de Copacabana, un lugar simbólico, que parecía sugerir la orilla del lago de Galilea. Sí, porque aún hoy en día el Señor repite: “Yo estoy con vosotros, todos los días”. Esto es fundamental, sólo a través de Él podemos llevar el Evangelio, nos lo ha dicho (cf. Jn 15,5). Si a los ojos del mundo un joven cuenta poco o nada, ante los ojos de Dios es un apóstol del Reino, una esperanza para Dios.

Abran las puertas hacia un mundo nuevo. Ésta es su misión. Pensemos en lo que significa aquella multitud de jóvenes que han encontrado a Cristo resucitado, en Río de Janeiro, y lo llevan en la vida de cada día, lo viven y comunican. No terminarán en los periódicos, porque no cometen actos violentos, ni hacen escándalo, no son noticia. Pero permanecen unidos a Jesús, construyen fraternidad, comparten obras de misericordia, son una fuerza poderosa para que el mundo sea más justo, para transformarlo.

La experiencia de la JMJ nos recuerda la verdadera noticia de la historia, la Buena Nueva, a pesar de que no aparezca en la televisión. Nuestro Padre envió a su Hijo para que estuviera cerca de cada uno de nosotros y nos salve.

Saludos del Santo Padre.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles provenientes de Colombia, España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a que la acogida, celebración y misión vividas en Brasil no sean un mero recuerdo, sino el alma de nuestras vidas y comunidades.

Culminando su audiencia general, el Santo Padre renovó su apremiante llamamiento en favor de la paz invitando de nuevo a participar en la jornada de ayuno y de oración por Siria, Oriente Medio y el mundo entero, convocada el 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz.

En particular, dirigiéndose a los fieles de lengua árabe, especialmente a los provenientes de Irak, Jordania y Egipto, alentó a unirse a Cristo, edificando su Reino con la fraternidad, el compartir y las obras de misericordia, a testimoniar al mundo que las tribulaciones, pruebas, dificultades, violencia y mal no podrán derrotar nunca a Aquel que venció a la muerte : Jesucristo.

(CdM y ER – RV)

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