Octava y Novena Congregación General del Sínodo

Ciudad del Vaticano, 10 octubre 2014 (VIS).- Durante la Octava y Novena Congregación General que tuvo lugar ayer jueves por la tarde y esta mañana, los padres sinodales acabaron de discutir sobre los temas propuestos, y además ha habido intervenciones de laicos comprometidos en los ámbitos del apostolado y pastoral familiar, procedentes de diferentes países y en representación de casi todos los continentes.

En primer lugar, se volvió a reiterar la vocación a la vida como elemento fundamental de la familia, de ahí a profundizar en el conocimiento de la encíclica de Pablo VI “Humanae Vitae” para comprender mejor la importancia de la utilización de los métodos naturales y la no aceptación de la anticoncepción, reafirmando con decisión, la condena de la manipulación genética y de embriones.

Asimismo, se manifestó la creciente preocupación por la tendencia de algunos países y organizaciones en el mundo occidental de presentar, en particular en el contexto de Africa, algunos conceptos como el aborto y uniones no naturales como derechos a la salud sexual y reproductiva, supeditando la recepción de ayuda económica de Occidente a la aceptación de estos supuestos por parte de estos países en vías de desarrollo, e incluso mediante fuertes campañas de presión, evidenciando que estas prácticas entran en directa confrontación con el derecho establecido.

Por otro lado, se volvió a referir los procesos de nulidad matrimonial mencionando la importancia de la Comisión Especial de Estudio para la reforma del proceso matrimonial canónico, instituida por Francisco I el 20 de septiembre del 2014, y la necesidad de proteger a los menores como víctimas de las repercusiones que el divorcio pueda tener sobre ellos.

Finalmente, se ha emitido simultáneamente un mensaje por las familias que sufren a causa de la guerra en conflictos que asolan distintas regiones del mundo. En particular, Irak, Siria y Oriente Medio, obligadas a causa de la fe cristiana que profesan o de la pertenencia a otras comunidades étnicas y religiosas, a abandonarlo todo así como escapar hacia un futuro incierto, reiterando que nadie puede usar el nombre de Dios para matar o cometer violencia porque es un sacrilegio, agradeciendo a los países u organizaciones internacionales su solidaridad, exhortando a todos a ofrecer la necesaria asistencia y ayuda a estas víctimas de tal barbarie, o a realizar todos los esfuerzos necesarios para restablecer la paz y estabilidad.

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