Pobreza y esclavitud

Ciudad del Vaticano, 12 septiembre 2014 (VIS).- La lucha contra las formas contemporáneas de esclavitud fue el tema del discurso del arzobispo Silvano Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra durante la XXVII sesión ordinaria del Consejo de Derechos Humanos (9 septiembre).

El arzobispo se refirió a algunas trágicas formas de esclavitud contemporánea que han atraído en los últimos tiempos la atención de los medios de comunicación y la comunidad internacional, como los secuestros masivos y la venta de mujeres jóvenes, sucesos basados en falsas premisas de enseñanzas religiosas, como ha sido el caso del grupo Boko Haram en Nigeria o el llamado Estado islámico en el norte de Irak.

Aproximadamente doscientos cincuenta mil menores son reclutados por la fuerza y se utilizan incluso como escudos humanos en las primeras líneas de los conflictos armados. Pero también hay otras formas más sutiles de esclavitud que merecen una atención específica como los 5.7 millones de niños que son víctimas de trabajo forzoso u obligatorio, servidumbre doméstica, matrimonios precoces, forzados y serviles, que son sometidos bajo un sistema basado en castas, que afecta la vida de muchos y no se limita a países pobres y en desarrollo. Entre los factores que favorecen de alguna forma este tipo de esclavismo está la pobreza absoluta de muchas familias afectadas por la crisis económica, falta de educación y analfabetismo, desempleo a largo plazo y aparentemente irreversible, condiciones que obligan a tantas personas a trabajar en condiciones precarias, sin recibir ni remuneración adecuada ni protección social, u ocasionan la migración involuntaria y el tráfico de seres humanos.

Si bien la comunidad internacional cuenta ya con acuerdos y convenios para enfrentarse a esta lacra moderna, es necesaria una mayor voluntad política para hacerlos eficaces, así como más sensibilización de la opinión pública. Hay que romper el silencio sobre esta llaga en la humanidad contemporánea, como hace el Papa aprovechando cualquier oportunidad para denunciar aquellos múltiples rostros abominables en el mundo de hoy, de modo que los jefes de las principales tradiciones religiosas promuevan los ideales de fe y valores humanos compartidos que permitan erradicar la esclavitud y trata de personas.

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