El Papa manifiesta su cercanía a los obispos de Nigeria

Ciudad del Vaticano, 17 de marzo 2015 (VIS).- El Papa ha escrito una carta a los obispos de Nigeria asegurando su cercanía a todos los que en ese país, cuya economía es considerada la más fuerte de Africa, se enfrentan, sin embargo, a formas nuevas y violentas de extremismo y fundamentalismo que repercuten trágicamente en la entera sociedad. La carta, publicada hoy, está fechada el 2 de marzo.

Mientras con toda la Iglesia, recorremos el camino cuaresmal hacia la Resurrección del Señor, os envío, a todos los arzobispos y obispos, un saludo fraterno, que extiendo a las comunidades cristianas confiadas a vuestro cuidado pastoral. También espero compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la situación que actualmente vive vuestro país.

Nigeria, conocida como el “gigante de Africa”, con más de 160 millones de habitantes, está llamada a desempeñar un papel importante no sólo en ese continente, sino en todo el mundo. En los últimos años su economía ha experimentado un fuerte desarrollo y se presenta en la escena internacional como un mercado de gran interés tanto por sus recursos naturales como por su potencial comercial. Oficialmente se considera ya la mayor economía africana. También se ha distinguido como interlocutor socio-político por sus esfuerzos en la solución de las crisis del continente.

De este modo, vuestra nación se enfrenta a serias dificultades, incluidas formas nuevas y violentas de extremismo y fundamentalismo étnico, social y religioso. Muchos nigerianos han sido asesinados, heridos y mutilados, secuestrados y privados de todo : de sus seres queridos, de sus tierras, de sus medios de vida, de su dignidad, de sus derechos. Muchos no han podido regresar a sus hogares. Los creyentes, tanto cristianos como musulmanes, se han visto unidos en un trágico final a manos de personas que dicen ser religiosas, pero que abusan de la Religión para convertirla en una ideología que se doblegue a sus intereses de opresión y muerte.

Os aseguro que estoy cerca de vosotros y de los que sufren. Rezo todos los días y os repito, para que os sirvan de ayuda, las palabras del Señor Jesús, que siempre deben resonar en nuestros corazones: “La paz os dejo, mi paz os doy”.

La paz – como bien sabéis – no es sólo la ausencia de conflictos o el resultado de un determinado compromiso político, o fatalismo resignado. La paz, para nosotros, es un don que viene de lo más alto, es Jesucristo mismo. Y sólo el que la lleva en el corazón, como horizonte y estilo de vida, puede convertirse en artífice de la misma.

Al mismo tiempo, es un compromiso diario, valiente y auténtico para fomentar la reconciliación, promover la experiencia de compartir, construir puentes de diálogo o servir a los más vulnerables y a los excluidos. En una palabra, es la construcción de una “cultura del encuentro”.

Por eso, os expreso un sincero agradecimiento, porque en medio de tantas pruebas y tribulaciones, la Iglesia no cesa de dar testimonio de la acogida, la misericordia y el perdón. ¿Cómo no recordar a los sacerdotes, religiosos, misioneros y catequistas que a pesar de los sacrificios indecibles, no han abandonado su rebaño, sino que han permanecido a su servicio, anunciadores buenos y fieles del Evangelio? A ellos, en particular, expreso mi cercanía y les digo : ¡No os canséis de hacer el bien!

Demos gracias por ellos al Señor, como por las muchas personas de todos los ámbitos sociales, culturales y religiosos que con gran determinación, se comprometen concretamente en favor de un futuro más seguro y justo para todos. Nos ofrecen un testimonio conmovedor que como recordaba Benedicto XVI al final del Sínodo para Africa, demuestra “el poder del Espíritu Santo que transforma los corazones para restablecer la fraternidad”.

¡Con perseverancia y sin desánimo proseguid por este camino! ¡Acompañad a las víctimas! ¡Socorred a los pobres! ¡Educad a los jóvenes! ¡Hacéos promotores de una sociedad más justa y solidaria!

De corazón os imparto la Bendición Apostólica pidiendo que la compartáis con los miembros sufrientes del Cuerpo de Cristo. ¡Que la Resurrección del Señor sea portadora de conversión para reconciliar a todos los pueblos de Nigeria! Os encomiendo a María, Reina de Africa.

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