Mensaje del Obispo de Roma a los venezolanos

Ciudad del Vaticano, 11 abril 2014 (VIS).- Con motivo de la apertura del diálogo por la paz entre el gobierno y los grupos de oposición en Venezuela, en el que la Santa Sede es mediadora, el Santo Padre ha enviado un mensaje manifestando su interés por que la unidad prevalezca sobre el conflicto.

Leído ayer en la sesión inaugural por el arzobispo Aldo Giordano, nuncio apostólico en ese país, destacamos a continuación partes de su texto.

Deseo ante todo darles las gracias por la invitación que han dirigido a la Santa Sede para participar en el proceso de diálogo y paz por su país. A cada uno de ustedes les aseguro, ante todo, mis oraciones, para que el encuentro y el proceso que están iniciando produzcan frutos de reconciliación nacional y paz, dones que invocamos de Dios para todo el pueblo venezolano.

Soy consciente de la inquietud y el dolor vividos por tantas personas, mientras manifiesto preocupación por cuánto está ocurriendo, en particular por las víctimas de la violencia y sus familias. Estoy convencido de que la violencia nunca podrá traer paz y bienestar a su país, ya que genera violencia. Al contrario, por medio del diálogo ustedes pueden redescubrir la base común y compartida que conduce a superar el momento actual de conflicto y polarización que hiere a Venezuela, para encontrar formas de colaboración. En el respeto y el reconocimiento de las diferencias que existen entre las partes, se favorecerá el bien común. En efecto, todos comparten por su pueblo, las graves preocupaciones ligadas a la crisis económica y a la criminalidad. Todos llevan en su corazón el futuro de sus hijos y el anhelo de paz que caracteriza a los venezolanos. Todos tienen en común la fe en Dios y la voluntad de defender la dignidad de la persona humana.

Precisamente esto les aúna y les apremia a emprender el diálogo que hoy inicia, en cuya base debe estar una auténtica cultura del encuentro, que sea consciente de que la unidad siempre prevalece sobre el conflicto, no hay que detenerse en la coyuntura de lo conflictivo, sino abrirse para ser auténticos constructores de paz. En el centro de cada diálogo sincero está, ante todo, el reconocimiento y el respeto por el otro, que nos rescatan del resentimiento, el odio y abren un camino nuevo, largo y difícil, que requiere paciencia y valentía, pero es el único que puede conducir a la paz y justicia. Por el bien de todo el pueblo y el futuro de sus hijos, les pido que tengan este coraje, y con estos sentimientos acompaño a toda la nación venezolana, y a cada uno le imparto la bendición apostólica, invocando la ayuda del Señor.

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