El Santo Padre recibe a los obispos de Costa de Marfil

Ciudad del Vaticano, 18 septiembre 2014 (VIS).- Los prelados de Costa de Marfil que acaban de efectuar su visita “ad limina”, han sido recibidos esta mañana por el Santo Padre, que en el discurso que les ha entregado ha subrayado la necesidad del diálogo y comunión que reúne en torno a Cristo a los obispos de una nación, tanto para el crecimiento de la Iglesia como para el progreso de la sociedad. Y esto es necesario en un país que ha sufrido serias divisiones, porque necesita un compromiso firme de su testimonio y un nuevo impulso misionero según el mensaje evangélico.

Por lo tanto, la tarea de reconciliación nacional, implica evitar las disputas políticas a expensas del bien común, manteniendo relaciones constructivas con las autoridades del país, así como con los distintos componentes en el ámbito social, a fin de difundir un verdadero espíritu de solidaridad y colaboración, a fin de desalentar cualquier deriva violenta o errónea interpretación religiosa del conflicto.

La tarea de evangelización y conversión apoyada por el clero, crece sin cesar, pero para evitar las dificultades y carencias que conocen algunos sacerdotes, la mejor manera es sin duda la mejora de su instrucción y celo pastoral, para que se superen las divisiones étnicas y no vayan en detrimento del pueblo cristiano que necesita de su ministerio.

Y después de agradecer a los religiosos la considerable tarea que llevan a cabo junto a los laicos en los sectores de la educación, salud y desarrollo, les ha exhortado a hacer sentir su cercanía, especialmente a las familias, que hoy en día son muy frágiles, tanto por el proceso de secularización, que experimenta la sociedad de Costa de Marfil, como por el movimiento de la población y las divisiones causadas por los enfrentamientos, dirigiendo un especial llamamiento por los ancianos que aunque la tradición africana los rodea de una especial veneración, muchos de ellos se encuentran en estado de abandono, porque ha aparecido en la cultura una mentalidad que ya los excluye, y en cambio, su participación es indispensable para el equilibrio de un pueblo y la formación de la juventud.

Francisco I ha concluído expresando su preocupación por muchos bautizados, cansados o decepcionados, que se alejan de las comunidades para adherirse a otras propuestas que no ponen en práctica las exigencias de la fe, indicando la importancia de radicar sus vidas en la Palabra de Dios, fomentando la identidad cultural o religiosa, con el fin de lograr una verdadera inculturación de nuestra fe, rechazando sin ambigüedades lo que se manifiesta contrario, llevando a su cumplimiento la misión de la Iglesia y haciendo frente a los retos del futuro.

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