Carta de Francisco I al G-20

Cumbre del G-20(RV).- El Santo Padre ha escrito una carta a Tony Abbott, Primer Ministro de Australia, que presidirá la Cumbre de Jefes de Estado de 20 países (G-20) que tendrá lugar el 15 y 16 de noviembre en Brisbane. La agenda de la reunión se concentrará en los esfuerzos para relanzar un crecimiento sostenible de la economía y en el imperativo de crear oportunidades de trabajo dignas y estables para todos.

“Quisiera pedir a los Jefes de Estado y Gobierno del G-20 que no olviden que detrás de estas discusiones políticas y técnicas están en juego muchas vidas y que sería lamentable se quedasen sólo en declaraciones de principios”, escribe el Obispo de Roma recordando que en el mundo, incluso dentro de los países pertenecientes al G-20, hay demasiadas personas que sufren a causa de la desnutrición severa, crecimiento en el número de desempleados, alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y aumento de la exclusión social, que pueden desembocar en la actividad criminal, e incluso, en el reclutamiento de terroristas. Además, hay una agresión constante al entorno natural, resultado de un consumismo desenfrenado, y que todo ello producirá graves consecuencias en la economía mundial.

El Santo Padre constata que el mundo entero espera un acuerdo cada vez más amplio que pueda llevar, en el marco de la ordenación de las Naciones Unidas, al fin definitivo en Oriente Medio de la injusta agresión contra diferentes grupos, religiosos y étnicos, incluidas las minorías. También a la eliminación de las causas profundas del terrorismo que ha alcanzado proporciones hasta ahora inimaginables, ya que entre esas causas están la pobreza, subdesarrollo y exclusión. Cada vez es más evidente que la solución a este grave problema no puede ser de naturaleza militar, sino que debe centrarse en aquellos que de una u otra manera alientan a estos grupos con su apoyo político, comercio ilegal de petróleo o suministro de armas y tecnología. También es necesario un esfuerzo educativo y una conciencia más clara de que la Religión no puede utilizarse como forma de justificar la violencia.

Francisco I manifiesta asimismo aprovechar esta oportunidad para pedir a los Estados Miembros del G-20 que sean un ejemplo de solidaridad a la hora de hacer frente a las necesidades de las víctimas de estos conflictos, especialmente con los refugiados, porque una mentalidad que en último término excluya a las personas no logrará la paz y justicia. Tanto a nivel nacional como internacional, la responsabilidad con los pobres y marginados debe ser, por lo tanto, un aspecto esencial de toda decisión política.

(RC – RV)

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