Despojarnos de la cultura de la opulencia y lo efímero

(RV).- El Papa la mañana del lunes en la homilía de la Misa en la Casa de Santa Marta, concelebrada por el cardenal francés Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, y en la que tomó parte un grupo de empleados vaticanos, se centró en el conocido episodio narrado en el Evangelio de hoy por el que Cristo pide a un joven dar todas sus riquezas a los pobres y seguirlo, pero éste se aleja triste, subrayando que “la riqueza es un obstáculo” que “no hace fácil el camino hacia el Reino de Dios”. Todos, continuó, tenemos que hacer un examen de conciencia para averiguar que nos impide acercarnos a Jesús en la vida.

Francisco I se refirió a dos “riquezas”, ante todo la que va unida a la opulencia de la cultura del bienestar, que nos hace poco valientes, perezosos y también egoístas – constató el Obispo de Roma – adormece, es una anestesia, nos destruye, despoja de valor, de aquel coraje fuerte para acercarnos a Jesús. Existe además, agregó, otra riqueza : la fascinación por lo provisional o efímero. Nosotros, observó el Papa, estamos enamorados de lo pasajero, porque “tenemos miedo del tiempo de Dios” que es definitivo. Él es el Señor del tiempo, nosotros somos los señores del momento. Una vez supe de uno que quería ser sacerdote, pero sólo por diez años, no más. Cuántas parejas se casan hasta que dure el amor y después se verá. Estas dos riquezas son aquellas que nos impiden ir hacia adelante.

Pienso en tantos hombres y mujeres que han dejado la propia tierra para ir como misioneros por toda la vida. Pero también, aseguró, pienso en quienes han dejado la propia casa para hacer un matrimonio por toda la vida; esto es seguir a Jesús de cerca, es lo definitivo.

La invitación de Cristo ante estas dos riquezas culturales nos lleva a pensar en los discípulos : estaban desconcertados. También nosotros lo podemos estar por estas palabras de Jesús. Pidamos al Señor que nos dé el valor de ir adelante, despojándonos de esta cultura de la riqueza, no con la esperanza del momento que no nos sirve, sino con la esperanza de llegar al final del camino, donde Él nos espera en el tiempo. Así sea.

(RC – RV)

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