Anotaciones sobre las conversaciones privadas del Papa

(RV).- Francisco I recibe a mucha gente, a veces 100 personas en un día. Escucha, responde, comparte las preocupaciones de los otros y las suyas. El Papa sabe muchas cosas, como lo que dijeron los cardenales en las Congregaciones Generales antes del Cónclave, por ejemplo, el pedido unánime de la reforma de la curia.

Algunos se preguntan si el Santo Padre que sabe y dice muchas cosas ¿entiende también que lo dicho en reuniones privadas y a personas singulares, puede salir y de hecho sale y se conoce también fuera de la comunidad católica?

Pienso que, en algunos casos, debemos superar la tentación de contar lo que hablamos con Su Santidad. Es difícil no sacar de contexto palabras de una conversación privada; que no puedan ser interpretadas de modo distinto. Pero también entiendo que si el Obispo de Roma quiere que algo se conozca es por un bien. Por ejemplo, para una mayor transparencia. Se acusó y acusa a la Iglesia de tapar, ocultar, de hacer lo contrario de curar, sanar, limpiar; que requiere siempre un diagnóstico preciso y muchas veces “cortar por lo sano”. El sumo pontífice no oculta los problemas. Francisco I comparte también preocupaciones viejas de la Iglesia, que son suyas ahora. Pablo VI dijo en su tiempo que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia. Antes de ser PapaBenedicto XVI afirmó que en la Iglesia había mucha suciedad.

Más allá de nuestra mayor o menor prudencia y discreción para difundir lo dicho por el Santo Padre, cuando Su Santidad habla, da también un mensaje para que pensemos. Si dice: “este problema existe, veremos qué se puede hacer”, por una parte comparte una preocupación como padre de una familia grande y por otra, hace saber que conoce el tema y que tiene la voluntad de hacer cambios, que tomará decisiones. Y esto no se logra callando u ocultando y necesita tiempo. Estamos en un proceso, un cambio de mentalidad donde aparece no sólo la capacidad de conducción, sino también la sabiduría del Sucesor de Pedro.

Nos ayuda a pensar antes de actuar.

Algunos buscan en las palabras del sumo pontífice decisiones inmediatas, escondidas en las palabras y simplemente el Papa está pensando; reflexiona en voz alta, comparte, nos hace pensar sobre cómo entendemos y vivimos la vida cristiana.

Antes de decidir y actuar hay que escuchar, reflexionar, discernir. Y el Obispo de Roma en este tiempo escucha el Evangelio del día, por ejemplo, lo piensa, reflexiona y comparte su pensamiento con los presentes en la misa de santa Marta o en los encuentros y audiencias privadas o públicas. Tenemos que distinguir entre la explicación que puede dar sobre los fundamentos de una decisión importante y los distintos elementos que forman parte de un discernimiento, de una reflexión o el desarrollo de un pensamiento compartido.

Como arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio puso a la arquidiócesis “en estado de asamblea”, para “crecer en una nueva actitud desde el ejercicio del diálogo que permita no sólo el aporte e intercambio sino fundamentalmente el discernimiento”, lograr una actitud que nos permita vivir un estilo de Iglesia en la que podamos discernir los signos de los tiempos y dar respuesta a su debido tiempo.

Es, de algún modo, lo que en la espiritualidad ignaciana se llama “discernimiento comunitario”. El estilo del Papa es el diálogo, cuando hace preguntas y responde las del auditorio, o a otra persona que podría pensar o sentir distinto frente al tema. Me parece que es bueno aprovechar este momento de diálogo participativo, donde los pensamientos en conjunto y la creatividad, están en la base de las acciones. Antes o después las decisiones llegan. La invitación de “ir adelante con libertad” y “sin miedo”, al Consejo del Sínodo de los Obispos, es algo más que un saludo. Es un programa.

jesuita Guillermo Ortiz – RV

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