Los mártires de Cristo y la iglesia

(RV).- El que pierda la vida por mi causa, la salvará. Estas palabras son el versículo del Evangelio elegido por el Obispo de Roma, para este domingo en su reflexión previa a la oración mariana del Ángelus con la multitud de peregrinos en la plaza de San Pedro en Roma.

jesuita Guillermo Ortiz – RV

Texto completo de la alocución del Papa.

Queridos hermanos y hermanas : ¡Buenos días!

En el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará” (Lc 9, 24).

Aquí hay una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresada con una paradoja muy eficaz, que nos hace conocer su modo de hablar, casi nos hace sentir su voz.

Pero, ¿qué significa “perder la vida por causa de Jesús”? Esto puede suceder de dos maneras explícitamente confesando la fe, o implícitamente defendiendo la verdad. Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado su vida por permanecer fieles al Señor y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo son muchos quienes dan su vida y son llevados a la muerte por no renegar de Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia, hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos del cristianismo.

Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un “perder la vida” cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, de la donación y el sacrificio. Pensemos: Cuántos cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia. Cuántos sacerdotes, religioso/as desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios. Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, minusválidos, ancianos.

Una de estas personas, que ha dado su vida por la verdad es Juan el Bautista, precisamente mañana, 24 de junio, es su fiesta, la solemnidad de su nacimiento, fue elegido para ir delante de Cristo a preparar su camino, y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Cfr. Jn 1, 29), y se consagró completamente. Pero al final, murió cuando denunció el adulterio del rey Herodes y de Herodías. Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad. Cuántas personas rectas prefieren ir contracorriente, con tal de no renegar la voz de su conciencia. 

A ustedes jóvenes les digo no tengan miedo, cuando les quieran robar la esperanza. La palabra del Señor, es una regla de vida propuesta a todos. Y que san Juan Bautista nos ayude a ponerla en práctica.

Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María Santísima : ella perdió su vida por Jesucristo, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud con la resurrección. Que nos ayude a hacer cada vez más la lógica del Evangelio.

Saludos del Santo Padre.

Saludo con afecto a las familias, los grupos parroquiales, asociaciones, escuelas, a los alumnos del Liceo diocesano de Vipàva en Eslovenia; a la comunidad polaca de Ascoli Piceno; a UNITALSI de Ischia de Castro; a los chicos del Oratorio de Urgnano, los fieles de Pordenone; a las religiosas y operadores del Hospital “Miulli” de Acquaviva delle Fonti y un grupo de delegados sindicales del Véneto. Les deseo a todos un feliz domingo. Recen por mí.

(MFB – RV)

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