Santa Misa en la Catedral de Río de Janeiro

(RV).- Las actividades del Papa en Río iniciaron el sábado por la mañana con la celebración de la Santa Misa en la Catedral de San Sebastián en Río de Janeiro, cuyas vidrieras, obra de Lorenz Hailmar ilustran las cuatro características de la Iglesia : Una (verde), Santa (rojo), Católica (azul) y Apostólica (amarillo). Los textos de la liturgia, con motivo del Año de la Fe, estaban tomados de la Misa para la Evangelización de los Pueblos.

Homilía del Papa.

Queridos hermanos en Cristo :

Al ver esta catedral llena de obispos, sacerdotes, seminaristas, religioso/as de todo el mundo, pienso en las palabras del Salmo de la misa de hoy : «Oh Dios, que te alaben los pueblos» (Sal 66). Sí, estamos aquí para alabar al Señor, y lo hacemos reafirmando nuestra voluntad de ser instrumentos suyos. Con la misma parresia de Pablo y Bernabé, anunciamos el Evangelio a nuestros jóvenes para que encuentren a Cristo, luz para el camino, y se conviertan en constructores de un mundo más fraterno. En este sentido, quisiera reflexionar con vosotros sobre tres aspectos de nuestra vocación : llamados por Dios, anunciar el Evangelio, y promover la cultura del encuentro.

1. Llamados por Dios. Es importante reavivar en nosotros este hecho, que a menudo damos por descontado entre tantos compromisos cotidianos : «No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes», dice Jesús (Jn 15,16). Es un caminar de nuevo hasta la fuente de nuestra llamada. Al comienzo de nuestro camino vocacional hay una elección divina. Hemos sido llamados por Dios y para permanecer con Jesús (cf. Mc 3,14), unidos a él de una manera tan profunda como para poder decir con san Pablo : «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Ga 2,20). En realidad, este vivir marca todo lo que somos y hacemos, es precisamente lo que garantiza nuestra eficacia apostólica y fecundidad de nuestro servicio : «Los destiné para que vayan, den fruto, y sea duradero» (Jn 15,16). No es la creatividad pastoral, ni los encuentros o las planificaciones lo que aseguran los frutos, sino el ser fieles a Jesús, que nos dice con insistencia : «Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes» (Jn 15,4). Y sabemos muy bien lo que eso significa : contemplar, adorar y abrazar, especialmente a través de nuestra fidelidad, la vida de oración, en nuestro encuentro cotidiano con él en la Eucaristía y las personas más necesitadas. El «permanecer» con Cristo no es aislarse, sino ir al encuentro de los otros. Recuerdo algunas palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta : «Debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres. Es en las «favelas», los «cantegriles», «villas miseria» donde hay que ir a buscar. Debemos ir a ellos como el sacerdote se acerca al altar» (Mother Instructions, I, p. 80). Jesús, el Buen Pastor, es nuestro verdadero tesoro, tratemos de fijar cada vez más nuestro corazón en él (cf. Lc 12,34).

2. Llamados a anunciar el Evangelio. Obispos y sacerdotes, muchos de ustedes, si no todos, han venido para acompañar a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud. También ellos han escuchado las palabras del mandato del Señor : «Vayan, y hagan discípulos a todas las naciones» (cf. Mt 28,19). Nuestro compromiso es ayudarles a ser discípulos. Ciertamente, muchos podrían sentirse un poco asustados ante esta invitación, pensando que significa necesariamente abandonar el país. Me acuerdo de mi sueño cuando era joven : ir de misionero al lejano Japón. Pero Dios me mostró que mi tierra de misión estaba mucho más cerca : mi patria. Ayudemos a los jóvenes a darse cuenta de que ser misioneros es una consecuencia de ser bautizados, es parte esencial del cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o trabajo, la familia y los amigos.

No escatimemos esfuerzos en su formación. San Pablo, dirigiéndose a los cristianos, utiliza una  expresión, que él hizo realidad en su vida : «Hijos míos, por quienes estoy sufriendo hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Ga 4,19). Que también nosotros la hagamos realidad en nuestro ministerio. Ayudémosles a redescubrir el valor de la fe en el Hijo de Dios por nuestra salvación. Eduquémoslos en la misión, a salir, y ponerse en marcha. Así ha hecho Jesús con sus discípulos, los envió. No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio. No es un simple abrir la puerta para acoger, sino salir por ella para encontrar. Pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia, comenzando por los que están más alejados y no suelen frecuentar la parroquia. También ellos están invitados a la mesa del Señor.

3. Llamados a promover la cultura del encuentro. En muchos ambientes se ha abierto paso lamentablemente una cultura de la exclusión, y del descarte. No hay lugar para el anciano ni el hijo no deseado; ni tiempo para detenerse con aquel pobre a la vera del camino. A veces parece que, para algunos, las relaciones humanas estén reguladas por «dogmas»: la eficiencia y pragmatismo; tengan el valor de ir contracorriente. No renunciemos a este don de Dios, la familia de sus hijos. El encuentro y acogida de todos, la solidaridad y fraternidad, son elementos que hacen nuestra civilización humana.

Seamos servidores de la comunión y cultura del encuentro. No queremos ser presuntuosos imponiendo «nuestra verdad». Lo que nos guía es la certeza humilde de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por Cristo, y no puede dejar de ser proclamado (cf. Lc 24,13-35).

Estamos llamados por Dios, a anunciar la buena nueva y promoverla con valentía. Que la Virgen María sea nuestro modelo. En su vida ha dado el «ejemplo de madre que debe animar a todos los que colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar una vida nueva» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 65). Que ella sea la Estrella que guía con seguridad nuestros pasos al encuentro del Señor. Amén.

Acabada la Misa y tras bendecir a los presentes, el Papa se trasladó en papamóvil al Teatro Municipal para encontrarse con la clase dirigente de Brasil.

(RC – RV)

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