El Secretario de Estado del Vaticano y los diplomáticos

Ciudad del Vaticano, 13 diciembre 2013 (VIS).- Esta mañana, el arzobispo Pietro Parolin, Secretario de Estado, ha encontrado en el Palacio Apostólico Vaticano, al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Después de agradecer las felicitaciones por su nombramiento, así como por Navidad y Año Nuevo, ha pronunciado un discurso.

En una época en que muchas partes del mundo se enfrentan a múltiples formas de violencia y a la persistencia de las desigualdades sociales, quisiera manifestar de nuevo mi voluntad de cooperar en la búsqueda de la paz y el respeto de la dignidad de cada persona. No podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento que afecta dramáticamente a los seres humanos.

Tenemos que demostrar que la paz es posible, no es una utopía sino un bien específico que viene de Dios y que podemos ayudar a construir a través de nuestro compromiso personal y de la solidaridad. Para ello, es necesario trabajar juntos para establecer una cultura de paz, respondiendo con valentía a los desafíos que ponen en peligro la convivencia auténtica entre las personas y los pueblos. ¿La misión de los diplomáticos no es acaso trabajar para que el mundo sea mejor con el establecimiento o fortalecimiento de relaciones?.

Como ha expresado muchas veces el Papa, el ser humano que vive en nuestro mundo ha sido creado para la búsqueda de la felicidad. Ciertamente, en muchas circunstancias de la vida es a menudo oscurecida. No siempre es evidente. Sin embargo, está presente en el bien que se hace todos los días, en la naturaleza, las personas, los acontecimientos. Se encuentra también en los progresos para conseguir la paz y la comprensión entre los pueblos, por muy limitados y frágiles que sean, mediante el encuentro e intercambio. Esta es la humanidad que tratamos de construir, en la que el diálogo prevalezca sobre la guerra a la hora de resolver los desacuerdos.

Sabemos que hoy en día se necesita encontrar en el camino a personas humanas que den esperanza para el futuro. Francisco I quiere que los cristianos sean esas personas, y que la Iglesia lo anuncie y testimonie, como ha repetido en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que puede ser vinculada a la carta que escribió siendo arzobispo de Buenos Aires, a sus fieles con motivo de la apertura del Año de la Fe. Desde las primeras líneas hablaba de una Iglesia cuyas puertas estuviesen abiertas con libertad y confianza. El sumo pontífice reafirma su convicción de comunicar el mensaje evangélico que tiene su fundamento en la persona de Jesucristo cuyo nacimiento celebramos dentro de unos días. Que Dios ayude a vuestros pueblos a crecer y avanzar hacia un futuro mejor.

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