El milagro de la multiplicación de los panes y peces

(RV).- El Obispo de Roma reflexionando con los peregrinos llegados a la plaza de san Pedro, se refirió al Evangelio del décimo octavo domingo del tiempo ordinario que nos muestra a Cristo retirándose con sus discípulos a un lugar aislado, y que a pesar de lo cual la gente lo buscó y acabó encontrándolo.

El Santo Padre ha explicado que el Señor, anteponiendo las necesidades de los más pobres sintió compasión por ellos, y así como los discípulos preocupados por la hora, le sugieren despedir a la gente para que puedan ir al pueblo a por comida, Jesús en cambio les responde: “Denles de comer ustedes mismos” (Mt. 14,16). Y haciéndoles traer los únicos cinco panes y dos peces que tenían, los bendijo, y les ordenó que los distribuyeran a la gente, produciéndose un milagro, todos los presentes pudieron comer.

El Papa expresó que frente a la gente cansada y hambrienta, los discípulos razonan según la mentalidad del mundo, por el que cada uno debe pensar en sí mismo, mientras que el Señor razona según la lógica de Dios, que es aquella del compartir. Este episodio es un signo de fe que nos exhorta a confiar en la providencia, con la misma esperanza y caridad, que cuando recibimos el pan de vida en la eucaristía.

El Sucesor de Pedro concluyó pidiendo que la Virgen María nos acompañe en este camino, afrontando las vicisitudes con confianza y compartiendo con los más necesitados.

(GO y GM – RV)

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