El cuerpo místico de Cristo

(RV).- El Santo Padre, como cada miércoles, ha celebrado la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, en el día de la memoria litúrgica de Juan Pablo II. Una hora antes, recibió en el salón adyacente al Aula Pablo VI a los jugadores del club de fútbol Bayern Munich.

A continuación, después de recorrer la plaza en su papamóvil para saludar a todos los presentes, en la que aún se encontraba la imagen del recientemente beatificado Pablo VI, retomó el ciclo de catequesis centrándose en el cuerpo místico de Cristo, obra maestra del espíritu, que infunde en cada uno la vida nueva del resucitado, para servirlo y apoyarlo, convirtiéndonos en la comunión y caridad desde el día de nuestro bautismo.

El Papa indicó que sería bueno recordar más a menudo lo que hizo por nosotros Nuestro Señor Jesucristo. Asimismo, señaló que las divisiones, envidias, incomprensiones y marginación no están bien, porque, en lugar de hacer crecer a la Iglesia, la fracturan. En este contexto recordó algunos consejos que el apóstol Pablo daba a los Corintios, que ya en su época debían afrontar las mismas dificultades. Se trata de apreciar en nuestras comunidades los dones y cualidades de sus miembros, participando del sufrimiento de los más pobres y necesitados, valorando y reconociendo a quienes hacen los servicios más humildes para ayudar en beneficio de todos.

Al final de la catequesis, Francisco I saludó en los diferentes idiomas a los peregrinos y fieles allí reunidos procedentes de diversos países dedicando unas palabras a la herencia espiritual y divina misericordia de su predecesor Juan Pablo II. También, se dirigió a los empleados que están viviendo momentos difíciles de incertidumbre laboral, esperando que se pueda encontrar una solución equitativa que tenga en cuenta, ante todo, la dignidad de la persona humana y las necesidades esenciales de las familias, lanzando un llamamiento a todos los responsables.

En sus tradicionales saludos a los jóvenes, enfermos y recién casados, el Obispo de Roma recordó que el mes de octubre nos invita a renovar nuestra activa cooperación y oración por los misioneros del Evangelio, ofreciendo apoyo concreto a cuantos lo requieren, exhortando a todos a invocar al Espíritu Santo para que su gracia y abundancia de dones nos ayuden a vivir de acuerdo con los principios cristianos y como signo visible de la Iglesia.

(MFB, CdM, MCM y GM – RV)

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