El don de la paz en Navidad

(RV).- Puntualmente al mediodía del miércoles 25 de diciembre, el Obispo de Roma se asomó al balcón central de la Basílica de San Pedro, para saludar e impartir su bendición a todo el mundo.

Mensaje Urbi et Orbi.

«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres» (Lc 2,14). Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡feliz Navidad! Hago mías las palabras del cántico de los ángeles, que se aparecieron a los pastores de Belén la noche de la Navidad. Un cántico que une cielo y tierra, elevando la alabanza y la gloria, y saludando a los hombres de buena voluntad con el deseo de la paz.

Les invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y mujer que vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se preocupa de los otros, intentado hacer humildemente su proprio deber.

Gloria a Dios. A esto nos invita la Navidad en primer lugar : a dar gloria a Dios, porque es bueno, fiel, misericordioso. En este día, que todos puedan conocer su verdadero rostro, al Padre que nos ha dado a Jesús, sentirse cerca en su presencia, y que lo adoren. Demos gloria al Señor, sobre todo, con una vida entregada por Él.

Paz a los hombres. La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas, que esconde luchas y divisiones, es un compromiso cotidiano, que se logra contando con el don y la gracia que se nos ha dado en Jesucristo. Viendo al niño en Belén, pensemos en los ancianos, las mujeres maltratadas, los enfermos y las víctimas más vulnerables de las guerras que causan tanto sufrimiento y destrozan tantas vidas, demasiadas en los últimos tiempos con el conflicto de Siria, generando odios y venganzas. Sigamos rezando al Señor para que el pueblo sirio se vea libre de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y garanticen el acceso a la ayuda humanitaria. Hemos podido comprobar la fuerza de la oración. Y hoy se unen creyentes de diversas confesiones religiosas para que reine la paz en el mundo entero, también en la República Centroafricana, a menudo olvidada y atormentada por una espiral de violencia y miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable para vivir. Que se afiance la concordia en Sudán del Sur, donde las tensiones actuales ya han provocado víctimas y amenazan la pacífica convivencia de este Estado, que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan a los inocentes e indefensos. Haz que lleguen a término las negociaciones de paz entre israelitas y palestinos. Sana las llagas de la tierra en Iraq, azotada todavía por frecuentes atentados. Protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Ayuda a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo. Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con numerosos muertos en Lampedusa, involucrados en la trata de seres humanos, un grave delito contra la humanidad. Salva a los niños secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, que son obligados a convertirse en soldados, y a nuestro planeta, que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste a cuantos son víctimas de los desastres naturales, sobre todo al pueblo filipino, gravemente afectado por el reciente tifón.

En este mundo y humanidad hoy ha nacido el Salvador, Cristo Rey, a Él la gloria por los siglos. Pidámosle que nos ayude a construir la paz cada día, en nuestra vida, familia y nación.

Saludo navideño.

A todos ustedes, venidos de todas partes del mundo a esta Plaza, y a cuantos desde distintos países se unen a nosotros a través de los medios de comunicación social, Feliz Navidad.

En este día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido para los niños, ancianos, jóvenes, familias, pobres o marginados, y todos ustedes, el don de la paz.

Jesús, vino a este mundo por nosotros, que nos consuele en la prueba de la enfermedad o el sufrimiento, y sostenga a los que se dedican al servicio de los más necesitados.

(RC – RV)

peregrinos-en-la-plaza-de-san-pedro.png francisco-i-en-papamovil-saluda-a-los-peregrinos.png el-obispo-de-roma-y-el-patriarca-de-constantinopla.png miscelanea.png luz-del-cielo.jpg santa-rosa-de-lima.jpg francisco-papa.png


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *