El Sínodo, expresión de la colegialidad

Ciudad del Vaticano, 13 junio 2013 (VIS).- El Papa ha recibido esta mañana en audiencia a los miembros del XIII Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, reunidos en Roma para ayudar al pontífice en la elección del tema de la próxima Asamblea General Ordinaria de ese organismo.

La XIII asamblea del Sínodo tuvo lugar el pasado mes de octubre en el Vaticano y estuvo dedicada a “La nueva evangelización para la transmisión de la fe”. Entre estos dos elementos – ha dicho – el Papa hay una estrecha conexión: la transmisión de la fe cristiana es el objetivo de la nueva evangelización y de toda la obra evangelizadora de la Iglesia, que existe, justamente, para ello. La frase “nueva evangelización” resalta, además, la certeza cada vez más clara de que, también en los países de antigua tradición cristiana, es necesario un anuncio renovado del Evangelio que vuelva a llevar a un encuentro con Cristo que transforme realmente la vida y no sea superficial y rutinario. Y esto repercute en la acción pastoral.

El Obispo de Roma ha citado al respecto las palabras de Pablo VI en su discurso al colegio cardenalicio en 1973: “Las condiciones de la sociedad nos obligan a revisar los métodos, a tratar con todos los medios de estudiar como llevar al hombre de nuestros días el mensaje cristiano con el que solamente puede encontrar la respuesta a sus interrogantes y la fuerza para su compromiso de solidaridad humana”. Quiero alentar a toda la comunidad eclesial – ha añadido el Papa Francisco – a que no tenga miedo de “salir” de ella misma para anunciar, confiando sobre todo en la presencia misericordiosa de Dios que nos guía. Efectivamente, las técnicas son importantes pero ni siquiera la más perfecta de ellas podría sustituir a la acción discreta pero eficaz del actor principal de la evangelización: el Espíritu Santo. Es necesario dejarse conducir por Él, aunque nos lleve por caminos nuevos; es necesario dejarse transformar por Él para que nuestro anuncio sea siempre el de la palabra acompañada por la sencillez de vida, del espíritu de oración, de la caridad hacia todos, especialmente los pequeños y los pobres; de la humildad y del desapego de sí mismo, de la santidad de vida.

El Sínodo de los Obispos “ha sido uno de los frutos del Concilio Vaticano II” y “gracias a Dios, en estos cincuenta años se han sentido los beneficios de esta institución que, de forma permanente, está al servicio de la misión y de la comunión de la Iglesia, como expresión de la colegialidad. Abiertos a la gracia del Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, confiamos en que el Sínodo mejorará todavía más para favorecer el diálogo y la colaboración entre los obispos y entre ellos con el Obispo de Roma”, ha concluido el Santo Padre.

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