El Santo Padre en Aparecida

Basílica de Nuestra Señora de Aparecida (Brasil)Ciudad del Vaticano, 25 de julio 2013 (VIS).- El santuario de la Virgen de Aparecida, patrona de Brasil, fue ayer el escenario de la primera misa pública celebrada por el Papa Francisco en el continente americano. El pontífice quiso incluir la visita a este lugar, muy importante para los brasileños y los católicos del continente, en el programa de su viaje con ocasión de la JMJ.

La historia de la Virgen de Aparecida se remonta al 1717 cuando después de varios intentos infructuosos de pesca en el río Paraiba, unos pescadores echaron de nuevo las redes y encontraron una estatua de la Virgen sin cabeza, las arrojaron otra vez y salió a la luz la cabeza. Al tercer intento, las redes estaban llenas de pescado. La estatua, a la que se atribuyó la pesca “milagrosa”, permaneció durante 15 años en casa de uno de los pescadores y los vecinos iban allí para rezar el rosario. Las gracias obtenidas hacen que la devoción a la Aparecida se difunda progresivamente por varias regiones de Brasil; así en 1734 se construye una capilla y en 1834 comienza la construcción de la basílica antigua. La Virgen es coronada en 1904 y en 1929 el Papa Pío XI proclama a la Aparecida “Reina y patrona de Brasil”. Los obispos y los misioneros redentoristas ponen en marcha en 1955 la construcción de la basílica actual que fue bendecida, todavía en fase de edificación, por el beato Juan Pablo II durante su viaje apostólico a Brasil en 1980. Los fieles que la visitan cada año rondan los siete millones. 

El Papa Francisco llegó al santuario a las 10 h. a la Sala de los Doce Apóstoles para rezar unos minutos ante la imagen de la Aparecida. La Santa Misa – en la que participaron solamente los obispos de la provincia, ya que los prelados de la JMJ se ocupan de la catequesis en Río de Janeiro – comenzó a las 10.30 h.

El Santo Padre empezó su homilía recordando que si al día siguiente de su elección como Obispo de Roma fue a la basílica de Santa María la Mayor en Roma para encomendar a la Virgen su ministerio, esta vez había venido a Aparecida para “pedir a María, nuestra Madre, el éxito de la Jornada Mundial de la Juventud y poner a sus pies la vida del pueblo latinoamericano”. Después, se refirió a la V Conferencia General del CELAM, en la que participó, diciendo que se sentían alentados, acompañados y en cierto sentido inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vida a la Virgen: aquella Conferencia ha sido un gran momento de la Iglesia. Y, en efecto, puede decirse que el Documento de Aparecida nació precisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos, bajo la protección materna de María. La Iglesia, cuando busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: “Muéstranos a Jesús”. De ella se aprende el verdadero discipulado. He aquí por qué la Iglesia va en misión siguiendo siempre su estela.

Hoy, en vista de la Jornada Mundial de la Juventud que me ha traído a Brasil – prosiguió – también yo vengo a llamar a la puerta de la casa de María para que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y un mundo más justo, solidario y fraterno.

“Mantener la esperanza”, el Papa habló de la segunda lectura de la Misa de hoy que presenta una escena dramática: una mujer es perseguida por un dragón que quiere devorar a su hijo. Pero la escena – subrayó – no es de muerte sino de vida, porque Dios interviene y pone a salvo al niño. Cuántas dificultades hay en la vida de cada uno, en nuestra gente, nuestras comunidades. Pero, por más grandes que parezcan, Dios nunca deja que nos hundamos. Ante el desaliento que podría haber en la vida, en quien trabaja en la evangelización o en aquellos que se esfuerzan por vivir la fe como padres y madres de familia, quisiera decirles con fuerza, tengan siempre en el corazón esta certeza: Dios camina a su lado, en ningún momento los abandona. Nunca perdamos la esperanza. El “dragón” el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte, Dios es nuestra esperanza.

Es cierto que hoy en día, muchos sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, éxito, poder, placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón una sensación de soledad y vacío, que lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros. Seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y sociedad. Ellos necesitan sobre todo que se les propongan esos valores inmateriales que son espíritu de un pueblo. Casi los podemos leer en este santuario, que es parte de la memoria de Brasil: espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, etc … son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana.

Dejarse sorprender por Dios, dijo el pontífice, la gran esperanza que nos da la fe, sabe que Dios actúa y nos sorprende también en medio de las dificultades. Y la historia de este santuario es un ejemplo, tres pescadores, tras una jornada baldía, sin lograr pesca en las aguas del Río Paraíba, encuentran algo inesperado, una imagen de Nuestra Señora de la Concepción. ¿Quién podría haber imaginado que el lugar de una pesca infructuosa se convertiría en el sitio donde todos los brasileños pueden sentirse hijos de la misma Madre? Dios nunca deja de sorprendernos, como con el vino nuevo del Evangelio. Dios guarda lo mejor para nosotros. Confiemos en Él porque sino la esperanza, se agota, en cambio si permanecemos con el Señor, lo que es dificultad, se transforma.

Si caminamos en la esperanza, dejándonos sorprender por Jesús, no podemos dejar de ser testigos. Dios nos acompaña. El pecado y la muerte han sido vencidos.  Tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos y nos pide: “Hagan todo lo que Él les diga”.  Si nos comprometemos a hacer lo que Jesús nos dice, lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios.

Después de saludar a los peregrinos y bendecirlos, el Papa recorrió en papamóvil los tres kilómetros que lo separaban del Seminario Misionero del Buen Jesús para almorzar con los obispos de la provincia y seminaristas. A su llegada Francisco bendijo una imagen de San Antonio de Santana Galvao, canonizado por Benedicto XVI en San Pablo durante el viaje apostólico de 2007, que se colocará en el santuario dedicado al santo en la ciudad de Guaratinguetá. Acabado el almuerzo el pontífice regresó a Rio de Janeiro para visitar el hospital San Francisco de Asís.

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